Los mercenarios al servicio del poder, ya sea en las corrosivas tertulias radiofónicas o de la basura televisiva cavernaria; e incluso en algunas emisoras que se presentan como progres para mejor engañar al los ciudadanos, montadas para difundir las ideas de sus amos; o en los medios de manipulación a su servicio, que como sabemos son la inmensa mayoría, desde el primer momento de la aparición del movimiento democrático 15-M, están certificando su defunción o sentencia de muerte.
Al principio, es de suponer que algunos lo hacían por el puro despiste que les causó el hecho de que, sin participación de las castas política ni sindicales, beneficiarias del sistema corrupto y antidemocrático del que disfrutan, y que creían tener controlado, los ciudadanos respondieran a un llamamiento de anónimos indignados.
A pesar de eso los más militantes lacayos profesionales de las tertulias, un día sí y otro también, manifestaban haber viajado a Delfos cuyo oráculo les aseguraba, "sin ningún género de duda", que los Indignados del 15 M no pasarían de 22 de mayo, fecha de las elecciones municipales y regionales.
Algunos empujaban con sus consejos para que fueran expulsados violentamente de las plazas, con el peregrino argumento de que interrumpían el normal desarrollo de la vida en la calle, y molestaba a los ciudadanos. Ese argumento es el que utilizó el violento e irascible conseller de Interior de la Generalitat, de Cataluña, Felip Puig, en un acto de irresponsabilidad antidemocrática, logrando que el movimiento, a partir de entonces un apoyo mayoritario de los ciudadanos, que a día de hoy se mantiene y se incrementa.
A pesar de que el movimiento de Indignados del 15-M, que piden Democracia Real Ya, vienen demostrando decisión y solidez, sobre todo a partir de las manifestaciones de 19 de junio en toda España, que sorprendió una vez más a todos por su éxito de convocatoria; y del éxito de las concentraciones de Madrid a la que han acudido indignados de toda España, en pleno julio, y con propuestas ya elaboradas, los asalariados de la manipulación siguen con su cruzada, con servil constancia, una y otra vez dan por acabado al movimiento de indignados contra la caótica situación de desigualdad e injusticia que padece la población.
Y lo hacen de mil maneras. Ponen toda su fe en darle al movimiento consejos paternalistas con el mismo acierto y utilidad que los economistas de la derecha a la hora de vaticinar la crisis económica. O se convierten en cronistas que dicen observar cada paso y acción del 15-M, y afirman creer que el movimiento se está extinguiendo. Incluso los hay que dicen apoyar los objetivos del 15-M en sus artículos periodísticos, pero que encuentran deficiencias en él. Por lo que, de una forma más fina, más sutil, en realidad también contribuyen al objetivo común del poder: desacreditar el movimiento, aduciendo que sus objetivos son loables, pero inalcanzables, cuando no innecesarios, ya que–dicen–hay algún partido que han recogido el guante y está dispuesto a defender algunas de las propuestas. Eso sí, siguen sin explicar por qué no las ha llevado ya al parlamento, ni ha dado un paso desde el gobierno.
Nada es nuevo. El poder utiliza diversas formas para liquidar aquello que puede crearle problemas, y más si de lo que se trata es de un movimiento democrático que pone en cuestión sus abusos. Y cuando no lo logra por la vía del enterramiento inmediato, con la represión directa, utiliza otros métodos, a veces que hasta parece fuego amigo.
El problema para el poder con el movimiento 15-M es que no se trata de algo artificial. No responde a los deseos de unos iluminados que de pronto deciden ponerse en marcha como si de un juego se tratara. Sino de que los problemas que sufre la población por el saqueo a que está sometida por los poderes financieros, a los que sirve el poder político, son reales. Y que si lograran, por la vía que fuera, que el movimiento dejara de existir, resurgiría una y otra vez.
Así que, aunque los cruzados contra el 15-M, o contra cualquier otro movimiento que surgiera, los agoreros, incluidos bienintencionados consejeros, traten de confundir, la realidad objetiva de un poder injusto y antidemocrático, que le ha robado el pasado a muchos ciudadanos que perdieron la juventud luchando contra la dictadura, volverá una y otra vez; porque sigue empañado en robarle también el futuro a la inmensa mayoría de la juventud. Y ésta, por propia supervivencia, está obligada a hacerle frente, a no permitírselo.
U. Plaza
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