domingo, 8 de mayo de 2011

EL PASTEL DE "PUERTAS ABIERTAS" DEL LICEO


A los poderosos, a los que más riquezas acumulan cuanta más miseria existe entre la mayoría de la población, los que se enriquecen de forma más desvergonzada a la sombra de las crisis provocadas por ellos mismos, no les basta con eso tan canallesco; han de exhibirlo para dejar constancia permanentemente de quiénes son los que mandan y de quiénes  son la riquezas de todo tipo. Y que los demás, por mucho fantasía democrática que nos vendan, en realidad, como lobos que son, marcan con sus  meadas sus territorios, para que no quede duda de que todos los demás no somos más que la manada obediente. Y eso, en este mundo de depredadores sociales, es muy importante para ellos como mensaje.

Es lo que representa eso de "Puertas Abiertas en el Liceo". Es enseñarles a la gente su Templo, al tiempo que dicen: "miradlo bien, pero sólo para que no olvidéis que esto es nuestro, y os lo enseñamos para que lo consideréis un favor, una gracia por nuestra parte". De no hacerlo así, de no recordárnoslo de vez en cuando, podríamos pensar que es algo ajeno, y esa exhibición de poder quedaría menos marcada. Así que les es necesario para sus intereses de clase depredadora, que ellos consideran de derecho divino,   la teatralidad, la puesta en escena para demostrarnos que aun tratándose de una humillación a los que en realidad lo pagan, también la gente irá contenta porque le han permitido ver el pastel desde el escaparate y adivinar, a través del cristal, lo exquisitas que deben estar las tartas, cuando en realidad lo que debieran hacer es romper el cristal y tomar parte del pastel que ha pagado y que no se les permite ni oler.

Antiguamente, los bien pensantes, tan católicos ellos, en días señalados, acostumbraban a sentar a un pobre en sus mesa. Por lo menos aunque sólo fuera aquella noche, el pobre podía comer, se suponía, de la misma cena que el rico supuestamente altruista, para que la Santa Madre Iglesia les perdonara todas las canalladas del año y tener un pasaporte para el cielo eterno, que ésta les otorgaba, naturalmente previo pago de tan valioso documento.

En el caso de  "Puertas Abiertas del Liceo", ni siquiera eso. Es sólo abrir las puertas sin derecho a probar como es debido, y no sólo en un momento de gracia, el manjar. De lo que se trata es de demostrarse y demostrarnos que son ellos los que todo lo mangonean  sin ninguna duda, y de que quede claro de que a pesar de la afrenta que representa el hecho de que ese Templo de cultura sea sólo para unos cuantos que viven del trabajo de los que no pueden acceder a él,  sin embargo, todos o una inmensa mayoría de los que asistan, quedarán contentos porque han podido pegar las narices al cristal, un poco más cerca de lo habitual, y saldrán satisfechos de lo bien que se lo pasan los ricos. 

Y los que han propiciado la "Jornada de Puertas Abiertas", podrán decirse jocosamente: "lo veis, en lugar de rebelarse ante tanta injusticia  por el escándalo que representa que un Liceo sea nuestro y sólo nuestro, agradecen que les hayamos dejado ver cómo nos damos el banquete ante sus narices, sin que pase nada, sin que arda Troya, sin que pidan responsabilidades  por tanta canallada como les hacemos, lo que nos permite acumular fortunas impunemente". 

"El objetivo se ha cumplido. Durante todo el año seguiremos expoliándolos, humillándolos, expulsándolos de su casas si no pueden pagar las hipotecas que a nosotros nos enriquecen. Y el año próximo volveremos al teatro. A la puesta en escena. Mientras tanto seguiremos hablando de democracia que queda muy bien y se lo creen. Y de que hay que apretarse en cinturón para salir de la crisis. Y todo indica que siguen sin darse cuenta del cuento. Y les volverán a votar a nuestros lacayos. Para eso pagamos muy bien a nuestros empleados, los políticos. El Liceo, como otros, a parte de servir como teatro de ópera, sirve para experimentar y marcar territorio social. 

U. Plaza