viernes, 15 de octubre de 2010

DÍAZ FERRÁN

Gerardo Díaz Ferrán, ese personaje  de lo peor del empresariado español, y de nula solvencia moral, no solamente se ha desacreditado así mismo, sino que ha dejado en muy mal lugar a la organización que representa, que si bien no es que sea la panacea de  moralidad, sin duda entre su empresariado, los hay que en silencio y trabando cada día, llevan adelante sus empresas sin las vomitadas de este personaje más propio para un espectáculo de la televisión basura, que tanto prolifera en nuestro país, que para una organización a la que se le debiera suponer seriedad. Entre otras muchas cosas porque Días Ferrán es la antítesis de un buen empresario que cumple con sus obligaciones, como todos sabemos con el resultado de sus empresas, incumpliendo sus compromisos y dejando en la estacada a sus clientes y lo que es peor, dejando en la calle y sin cobrar a muchos de sus trabajadores. 

Este personajillo, que para vergüenza de muchos empresarios españoles fue elegido como presidente  del sindicato patronal, ha hecho unas declaraciones, que dichas por alguien moralmente solvente, se podría o no estar de acuerdo, pero serían legítimas dentro de su ideología y propósitos como empresario: que hay que trabajar más y cobrar menos.  

Pero lo ha dicho quien debiera callar, si no fuera porque le gusta los exabruptos. Y para argumentarlo dice que cuando llegó la democracia, en España se trabajaban 48 horas–ha obviado que en realidad la explotación era bestial, gracias a la dictadura, y que en realidad eran muchas más por las horas extras–, y que ahora se trabajan 40 e incluso menos. Para Díaz Ferrán el progreso social debe quedar limitado a las ganancias de los malos empresarios como él, aunque sea a costa de jornadas inamovibles y agotadoras para siempre. 

De todas formas hay que agradecerle al todavía presidente de la gran patronal que no haya dicho, aunque tal vez sí lo haya pensado y lo deje para más adelante, que lo mejor sería que los trabajadores fueran encadenados con grilletes a pie de máquina, que se le reparta una rancho para que no se mueran de hambre mientras sean útiles, y no tengan necesidad de perder tiempo en ir a comer a sus casas y dejen de producir. También hay que agradecer a Díaz Ferrán, aunque tampoco sabemos si lo deja para más adelante y como consecuencia del resto de sus medidas, que no haya propuesto que se imponga la disciplina por medio del látigo, para poner en línea a aquellos que osaran contravenir sus proyectos.

Quiero creer que hay muchos dirigentes de empresas que repudian los métodos de este pésimo empresario y que pronto los sustituirán por alguien con sentido de la  responsabilidad, porque no está reñido defender sus intereses, con hacerlo sin espectáculos deplorables como los que exhibe este hombre que parece añorar otras épocas. Sin duda querer retrotraernos al siglo XIX en cuanto a derechos sociales. Parece que hay muchos que se han conjurado para conseguirlo, si los ciudadanos no lo evitamos.

U.Plaza