Si las declaraciones que ha hecho José Montilla sobre que prefiere la Biblia a El Capital de Marx, las hubiera hecho un destacado intelectual, sin duda hubieran desatado un debate, por estúpida que sea la comparación; estando de acuerdo o no con las mismas, pero seguramente sí hubiera sido enriquecedor. Pero dicho por Montilla, simplemente es fruto de la más supina ignorancia que no merece mayor atención que por el hecho de que todavía sea presidente de Cataluña, y provoque cierto sonrojo. Es dudoso que Montilla haya leído, y mucho menos entendido y asimilado El Capital, más allá de alguna de los resúmenes que proliferaban en los años 70. Pero tampoco es creíble que haya leído el libro de mitos a que hace alusión, y tal vez no haya pasado del catecismo de Ripada, y de aquellas afirmaciones teológicas en las que se decía que el Infierno tenía la entrada en un lugar cerca de Valladolid.
Pero de lo que sí estamos seguros es de que, lo mismo que ha logrado que el nacionalismo crezca por su conversión, o asimilación del mismo, por puro oportunismo mal calculado, siendo más papista que el Papa, nunca mejor dicho, por ese camino de aspirante a la beatificación, es posible que pudiera convertir a Cataluña en una taifa teocrática, en la que naturalmente, tampoco sería él quien la encabezara como Ayatolá. Una vez hecho el trabajo sucio para los nuevos teólogos, otro ocuparía su puesto. Igual que ha pasado con su descabellada apuesta por el nacionalismo, cuando debiera haber sido socialista, que otros serán los que usufructuarán los esfuerzos.
Pero quizá ahora pueda dedicarle tiempo a la lectura de la mitología judeo-cristiana, siendo admitido en el retiro de un convento, que es, al parecer, a lo que puede aspirar tan sesudo personaje.
U. Plaza