viernes, 17 de junio de 2011

LA FUERZA DE LOS INDIGNADOS: LA NO VIOLENCIA


El jefe del Govern  catalán, Artur Mas, con la falta de rigor y de ideas positivas que lo caracteriza, ha dicho que  "los actos de agresión que tuvieron lugar frente al Palament son actos de Kale Borroka"; y que van a ser investigados. A parte de que todo acto de violencia es repudiable, incluido el que tuvo lugar contra algún diputado o diputada, a la que se le impregnó de pintura, es evidente que la violencia, la Gran Violencia siempre parte del Poder. Y que la otra es consecuencia de aquella.  Porque violencia y no otra cosa es que se agreda a millones de catalanes con medidas de expolio de sus derechos ciudadanos, como se viene haciendo.  Pero a parte de esa violencia política, impuesta por unos políticos que obedecen a sus intereses de clase,  sus negocios de casta, la violencia, pura para entendernos, ha de ser investigada y castigada. No es tolerable que se permita. Pero eso sí, toda violencia. 

El señor Artur Mas muy en su papel de defensor de los intereses de los poderosos, con sus rastreros medios mercenarios de manipulación a su entera disposición, como hemos podido ver estos días en la miseria mental de cientos de periodistas de cámara, han magnificado un hecho anecdótico, sin duda deplorable, pero anecdótico al fin y al cabo si tenemos en cuenta los actos masivos que desde hace más de un mes vienes desarrollando el movimiento democrático de los indignados ha puesto en marcha–que ya quisiéramos que ese espíritu de democracia y tolerancia existiera en las encorsetadas Cámaras de biempagaos diputados–, dice, una investigación para descubrir quién o quiénes fueron los que llevaron a cabo dichos actos violentos. 

Y sería  plausible dicha decisión, si esa vara de medir fuera la utilizada siempre contra los violentos –al margen de la ya mencionada violencia institucional, origen de las de demás–Porque el señor Artur Más necesita una investigación para descubrir a  los posibles alborotadores –de los que por cierto el movimiento democrático de indignados se ha desmarcado, como no puede ser de otra manera–, porque entre miles de personas algunos se comportaran de forma indebida. Sin embargo, a día de hoy, el señor Artur Mas, que sepamos, no ha hecho nada por investigar los hechos gravísimos de  Plaza Cataluña del día 27 de mayo, habiendo  como hay abrumadoras pruebas, evidencias filmadas de una violencia gratuita e innecesaria, cometida por su conseller de Interior, contra pacíficos ciudadanos en el ejercicio de su derecho a protestar.  Nada ha hecho el señor Artur Mas. No ha destituido al responsable de dicha violencia–multiplicada miles de veces comparada por la que él quiere investigar–, sino que lo ha apoyado en sus desvaríos agresivos primero, y en sus no menos desvaríos en persistir en el error de negar las evidencias que todos, al parecer menos el señor Mas, pudimos ver hasta la saciedad, sin que en ningún momento, como afirmaba Puig, se viera por parte alguna la más mínima acción violenta  de los indignados de Plaza Cataluña.

Hubiera sido un ejemplo de democracia si es que tal existiera, y al no hacerlo demuestra  su inexistencia, que el señor Artur Más, al igual que hace ahora con los actos, anecdóticos, pero condenables sin duda de las agresiones frente al Parlament, hubiera hecho intervenir al Fiscal contra los que provocaron las agresiones a los ciudadanos, previa destitución de los responsables, en primer lugar el señor Puig.

El movimiento de indignados es una bocanada de aire fresco en el putrefacto ambiente político y social español, del que Cataluña tiene el dudoso honor de ser de lo más irrespirable, por ser en la práctica un monologo de políticos que bien podrían estar todos en el mismo partido. Y los ciudadanos, con muchas dificultades por no haber sido educados para ejercer la democracia–la de verdad, la participativa, no la parodia de los políticos para beneficio propio–, están aprendiendo muy deprisa. De ahí que una y otra vez eleven las manos al aire e insistan "estas son nuestras armas"; es decir la paz, la tolerancia, el diálogo y la no violencia, que sin embargo es ejercida contra ellos con violencia con marcado tinte ideológico de defensa de privilegios.

Artur Mas considera grave la anécdota del Parlamen. Y lo es, porque toda violencia es grave. Pero si tenemos en cuenta que a estas alturas hay miles de familias sin trabajo, viviendo de la miseria de la pensión congelada de los abuelos; si tenemos en cuenta que miles de familias están siendo esclavizadas de por vida, y hasta sus hijos y que es posible que llegue a sus nietos, por los bancos–con el vergonzoso apoyo institucional de los políticos–; si tenemos en cuenta que hay casi un 50% de paro juvenil, y que el joven que trabaja lo hace casi en condición de esclavo, con unos sueldos que ni son de subsistencia; si tenemos en cuenta que ya es cotidiano ver legión de personas hurgando en los contenedores de basura por si encuentran algo para que coman sus familias; si a esto sumamos la vergonzosa situación de escandalosos sueldos y prebendas, coches oficiales y las pensiones que les queda de la casta política, y su apoyo a la chulería de los delincuentes financieros, culpables de la crisis sin que hasta ahora ninguno esté en la cárcel como correspondería; si tenemos en cuenta que está en marcha el mayor expolio de la Sanidad pública y de la Enseñanza catalanas para hacer de la cultura y la salud negocio de unos pocos depredadores sociales, encabezados por el gobierno ultra de la Generalitat,  ¿alguien en su sano juicio que no forme parte del tinglado de ladrones de los beneficiarios de este sistema, que permite semejantes  barbaridades de desigualdades, puede considerar que de verdad hay violencia por parte de las víctimas de la violencia institucional, que merezca tal nombre? Cualquier sociedad, con mucho menos de lo antes dicho ya habría hecho, como dirían los clásicos, "arder Troya". 

Sin embargo, la actitud madura y democrática de los ciudadanos –que quisiéramos ver en los partidos políticos mayoritarios–es de respeto. De creación de espacios de libertad, negada hasta ahora,  y de pedagogía democrática; la que no han recibido de los poseedores del Poder por no interesarle que el ciudadano piense por sí mismo. La tolerancia de la ciudadanía que protesta contra la violencia institucional hay que considerarla ejemplar. Y Artur Mas y el resto la los políticos lo sabe muy bien. Pero también sabe que precisamente en esa actitud democrática y de no violencia radica su fuerza y su razón. Y es por eso que el señor Artur Mas y su conseller de Interior, el inefable  ultraderechista Felip Puig, tratan de descalificar a los demócratas que  los han desnudado en plana calle y puesto al aire libre sus vergüenzas, sus manejos y sus negocios antidemocráticos  de mercaderes con los bienes públicos que manejan a su antojo. 

Porque los indignados son peligrosos, no porque ejerzan la violencia, sino precisamente por todo lo contrario. Así que hay que descalificarlos en lo que el movimiento de indignados más repudia y hacerlo responsable de lo que ni por activa ni por pasiva éstos aceptan. Los  privilegios de Mas y su casta de mercaderes peligran más con un movimiento pacífico que con una panda de energúmenos que ataque a las personas y que destrocen mobiliario.  No son peligros para la casta política los grupos que destrozan en las Ramblas cabinas telefónicas y escaparates en acontecimientos deportivos o de otra índole. Al fin y al cabo justifica la existencia de los pertrechos para la represión, que tienen reservado contra los movimientos sociales que sí puede cuestionar sus mangoneos.


 El pacifismo democrático de los indignados, sí  preocupa a Mas y a su amos los financieros. Y Artur Mas y el resto de políticos del sistema lo saben muy bien. De ahí lo de ver la paja de la violencia del Parlament, y no la viga de las mile veces más grande de Plaza Cataluña. Y se comprende, es una cuestión de clase, de privilegios a preservar, cueste lo que cueste. Porque aquí,  a estas alturas de la función, ya se les han caído las máscaras,  que convertían en demócratas a autoritarios defensores de sus reinos. Porque ahora ya CiU no se ha destapado del todo, con su relación incestuosa con el PP, porque son de la misma familia ideológica de la fauna depredadora.

U. Plaza