sábado, 10 de septiembre de 2011

LA DIGNIDAD Y ARTUR MAS

El que pasa por ser el jefe del gobierno y de la derecha catalanas, cada vez más escorado hacia la ultraderecha –y aunque todo el mundo sabe que Mas es sólo el que obedece las órdenes de los que de verdad mandan, los financieros, que no se presentan a las elecciones, pero deciden–con motivo de la puesta en escena de las celebraciones del once se septiembre, junto con el resto de la farándula política, que año tras año alimentan el mito que les sirve de excusa para seguir defendiendo sus intereses de clase, con el señuelo de "defender la patria catalana" a costa de muchos ingenuos que se lo creen, ha dicho que dicha celebración se ha de hacer con todos sus símbolos. Lo que por otra parte entra dentro de la lógica de cualquier celebración, sea la que sea. 

Pero lo que ya raya el disco es que Artur Mas se atreva a decir a continuación, para afirmar su perogrullada, es que "se ha de hacer con toda dignidad". Como siempre la derecha, manipuladora hasta la nausea, miente descaradamente en todo cuanto dice. Porque para ella, para Artur Mas y para los jefes de Artur Mas, que son los beneficiarios de sus políticas, la dignidad empieza y acaba en una cuestión de símbolos. Será porque eso, contrariamente a perjudicarlos, los beneficia; porque esa parafernalia la saben rentabilizar, tan propio de los mercaderes.

Sin embargo, al parecer,  la dignidad del Artur Mas se acaba en esa puesta en escena. Porque contrariamente sí consideran digno que se esté expoliando la Sanidad Pública, se privaticen servicios y se desvíen hacia  las clínicas privadas para hacerles  ganar mucho dinero a costa de la salud de los ciudadanos, que ya sufren las consecuencias del digno expolio, cuyo único cometido parece ser el de Baudilio (perdón, Boi) Ruiz. 

Como también debe el jefe del gobierno catalán  considerar muy digno que se estén recortando los presupuestos de la enseñanza pública,  al tiempo que se regala a escuelas privadas mucho dinero, con el mismo cometido que con la sanidad: el negocio a costa de lo que sea, incluso con masivos despidos de profesores, y obviamente con una bajada de la calidad, que parece no consideran digna de atención.

Igual que este digno servidor de las grandes fortunas se ha negado a incrementarle los impuestos, con lo que se aliviaría el déficit, mientras que los indignados ciudadanos han de soportar que Artur Mas con todo descaro se arrogue dignidad, cuando no hay nada más indigno que el hecho de que haya personas que puedan morir por falta de asistencia sanitaria, gracias a sus dignas políticas de expolio, y lo haga con una cuota electoral, del 22% de apoyo, una minoría, dígase lo que se diga, gracias a una antidemocrática ley electoral tan digna, que permite semejantes injusticias por parte de los más ricos.

Pero no importa. La puesta en escena con todos sus dignos símbolos está servida. Y como buenos amigos, la asumirán hasta los que, contra todo sentido común, aún siguen llamándose de izquierdas, sin quererse enterar del estropicio social que están provocando sus compañeros de fiesta de CiU, con los que no pierden ocasión de firmar comunicados solidarios. Y es que la dignidad de los políticos gubernamentales–que en Cataluña lo son casi todos, porque a la hora de la verdad todos se ponen de acuerdo, porque todos comulgan en el mismo abrevadero nacionalista, con ese oximorón de izquierda y nacionalista, sin la menor fisura. La dignidad parece ser tan elástica y tan utilizable por estos pagos,  como lo es un comodín, que lo sacan  en cuanto la partida de póquer lo demanda, como buenos tahures que son, a la hora del envite, generalmente engañoso, como todos sabemos.

U. Plaza