martes, 14 de junio de 2011

¿TRANSPARENCIA, O INSTRUMENTOS DEMOCRÁTICOS DE CORRECCIÓN?

La casta política, por boca del cansino e inefable Bono, ha dicho que quiere dar transparencia a las prebendas y beneficios que reciben los diputados. Y a primera vista eso parece bueno. Siempre es interesante que las cuentas del dinero de todos estén claras–también las de la monarquía, hasta que llegue la IIIª República en la que se elija la primera institución del país democráticamente–. Pero eso no es suficiente. Es decir, es absolutamente insuficiente e ineficaz. Porque cualquier ciudadano por poco ducho o enterado que esté sobre lo que percibe un diputado o un, a todas luces innecesarios Senador, de lo que sí está seguro es de que sus sueldos son escandalosamente inmorales. Le bastará con ver el tren de vida de ellos, y la miserable del ciudadano medio; eso suponiendo que esté trabajando y no sea presa de los bancos y sus desahucios, apoyados por Sus Golferías, perdón Señorías.

Está bien que todos podamos acudir a las fuentes para saber con exactitud lo que se llevan los políticos en privilegios, cuando dicen que están a nuestro servicio. Pero eso no es lo importante. ¿De qué nos  sirve saber todo eso, más allá de coger un morrocotudo cabreo, si no podemos hacer nada para evitarlo?  ¿De qué nos puede servir esa información si tras esa aparente "trasparencia" los políticos se atrincheran es sus múltiples urdidos privilegios para impedirnos cambiar semejante injusticia? No nos servirá de nada. Lo que hace falta son instrumentos democráticos para impedir, primero que se puedan dar esos casos, así como instrumentos para eliminarlos de inmediato si se dieran, expulsando al delincuente–delincuente es el que se apropia de lo que no es suyo, más si son bienes públicos–del cargo, que se pueda remover todo político de inmediato si ha abusado de su cago, sin dilación.

Todo lo demás son cantos a la luna  para tratar de recuperarse en lo que sea posible–con los medios de manipulación pesebreros a su servicio–  del desprestigio ganado a pulso por la casta política, tan dócil con los poderosos y tan enérgicos contra los débiles. Hasta ahora, a pesar del escándalo que supuso que casi al unísono bajaran los sueldos de los trabajadores funcionarios y otros, congelaran las pensiones, y se blindaran sus ya escandalosos privilegios. Y su moral ni siquiera les había hecho mella para caer en la cuenta de la aberración que suponía semejante decisión antidemocrática y caciquil, de bajarle el sueldo a los demás y blindarse las propias prebendas. Están tan instalados en su Olimpo particular, que la ética es cosa desconocida para ellos.  Si Bono lo dice ahora–pero sólo en lo de publicar, no corregir–, es porque algo se está moviendo; porque es un clamor de miles de voces y murmullos en toda España que claman contra los políticos y contra esto que llaman democracia, y no lo es, sino privilegio de unos cuantos, sobre todo los amos del dinero, del que ellos reciben una parte.  Y lo que intenta Bono y su casta, es confundir, hacer como que algo se hace para que todo siga igual. Porque ya se cuidarán muy mucho de poner diques burocráticos para que todo intento de atajarlo, sea en la práctica imposible. Ellos seguirán a lo suyo, porque están convencidos de que son elegidos por los dioses. No dan más de sí. Tenemos la desgracia de tener la peor casta política de todos los tiempos que llamados democráticos, la más mediocre que ha hecho de la política su modus vivendi sin otros objetivos. Hasta que el pueblo diga ¡NO!

U, Plaza

Día 19 de junio, !TODOS A LA CALLE!