jueves, 28 de marzo de 2013

BOCHORNOSO


El bochorno que representa que un cargo público esté inmerso en un proceso judicial por corrupción y tráfico de influencias, presuntamente, es altamente preocupante. Que además cuando lo pillan comiéndose el pan  bajo el sobaco, a escondidas y con alevosía, en lugar de dimitir de inmediato nos tome el pelo, dimitiendo de sus cargos en el partido, que es irrelevante; o "delegando" que es aún más insultante para el ciudadano, pero no dejando el acta de  diputado que le proporciona aforamiento. Lo que quiere decir, privilegios a quien ya en sí es un privilegiado del régimen, es el rizo del rizo del descaro, de los que en lugar de sumir que son servidores públicos, consideran que somos los ciudadanos los que estamos a su servicio, como lo evidencian los hechos, sin que nos consulten nada de lo que hacen y que nos afecta, ¡y de qué manera!, por ejemplo sobre el expolio sanitario, privatizándolo, para hacer negocio con la salud de las personas. 

Pero, además, lo resulta doblemente bochornoso para el ciudadano,  que paga las facturas, es que el presunto corrupto, cuando llega a la sede de su partido, tras el paripé y puesta en escenas su semidimisión, en lugar de encontrar un vacío y reproche, o duda razonable ante los hechos que han provocado la imputación, los suyos, antes que nada lo reciban con una fuerte ovación, como si en lugar de un presunto corrupto, se trate de un héroe.

Y cabe preguntarse ¿Quién puede tomar en serio las palabras de esta casta de políticos, cuando dicen que van a poner los medios para acabar con la corrupción si cuando debieran poner en cuarentena a todo aquel que es objeto de la más mínima sospecha, no ya de corrupción como es la lacra que nos invade, sino simplemente de irregularidades, los alaban y los convierten en víctimas de oscuras maniobras. 

Lo ciero es que, de inmediato, todos los suyos–¿por qué será?–salen en tromba asegurando unos que es inocente, que el hecho de estar imputado no significa que sea culpable. Y es cierto, pero una cosa es lo judicial y otro lo político. Otros asegurando que se verá que tal hecho no tiene recorrido. En definitiva, tirar pelotas fuera para que vaya pasando el tiempo, y todo quede en nada. Hay en Cataluña–como en toda España–un montón de imputados–algunos desde hace ya muchos años– que siguen en sus cargos o en los aledaños del poder. Pero a día de hoy ni un solo político–ni banquero– está en la cárcel. ¿Por qué será?

¿Alguien se acueda ya de  Lluís Prenafeta  y Macià Alavedra, que cuando salieron de trullo–con la prensa pesebrista quejándose de "la condena del telediario", pobrecitos, porque la guardia civil los llevaba esposados, como a todo detenido– y que fueron recibidos con los apoyos del que fuera presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, en lugar de afearle la conducta a los que fueron sus consellers? ¿Por qué será? 

Sin duda no soy de los que cree que todo los políticos son corruptos, en algún lugar debe haber alguno que no lo sea. Pero la solidaridad entre ellos, el corporativismo hace imposible que la limpieza llegue. Y menos que los ciudadanos, sus víctimas, se lo crean. Y mientras tanto..., pues aquí  dicen que vivimos en una democracia.

U. Plaza