jueves, 7 de julio de 2011

DE DERECHAS EN EL GOBIERNO, DE IZQUIERDAS EN LA OPOSICIÓN: LO HABITUAL (I)

Rindiendo pleitesía al dictador


La represión contra el movimiento democrático del 15-M la empezó Felip Puig en Barcelona en un acto irracional digno de estudio por las escuelas modernas de psiquiatría. El resultado es conocido: una ola de solidaridad  y apoyo se extendió por toda la ciudad y por toda Cataluña en favor de los agredidos, a pesar de lo cual su incapacidad de análisis y sus profundas convicciones extremistas le impidieron rectificar y sigue en sus trece en una fuga hacia adelante verdaderamente suicida, bajo el punto de vista político.

Parece que Rubalcaba, que estando sin embargo a años luz en inteligencia y "modos" por delante del primario e irascible Puig, está cayendo en los mismos errores; en este caso no sólo en el aspecto represivo, que cosecha todo lo contrario de lo que se propone, sino en el político.

Rodríguez Zapatero ha llevado al PSOE a una sonada derrota sin precedentes por su sumisión y defensa de los intereses de los culpables de la crisis. Su giro, no ya hacia la derecha en la que siempre ha estado instalado, dígase lo que se diga, y gestos de cara a la galería aparte, sino hacia la extrema derecha,  al convertirse en un buen servidor de los especuladores de eso que llaman "los mercados", que no es más que el eufemismo para no nombrar a la gran delincuencia del capital financiero especulativo por su nombre,  sus  cómplices y servidores, los del FMI, BM y la UE.

Ahora, Rubalcaba parece querer darle la puntilla definitiva a su maltrecho partido, emulando a Puig en su descabellado proyecto de liquidar las protestas del 15-M por la vía represiva. Y ya lo ha empezado a poner en práctica en Palma de Mallorca, Valencia y Las Canarias. 

Viendo semejante despropósito, sólo cabe pensar que Rubalcaba, en lugar de tratar de recoger los puntos reivindicativos del 15-M, que democratice y dignifique la vida política española por la vía de la participación, expulsando la corrupción de ella,  que le daría cierta pátina de despegue del desastre Zapatero, con lo que recuperaría alguna credibilidad, esté trabajando en sentido contrario, contra los demócratas, y por ende, a favor del PP. 


La represión, lo debiera saber Rubalcaba, termina por ser el peor camino. Sobre todo porque no se corresponde con la táctica de la que se sirven los partidos socialistas, de ser izquierdas cuando se está en la oposición y de derechas cuando gobiernan, como intenta hacernos creer ahora, diciendo que tiene la fórmula para salir de la crisis y reducir el par, y empezando a hablar del escándalo de los sueldos de los banqueros, y su afán por esclavizar a sus víctimas hipotecadas.  


Ambas cosas, la de reprimir a los ciudadanos a golpe de cargas policiales y la de hacerles guiños contra la delincuencia financiera, sacando ahora a la luz lo conocido por todos, de que los hipotecados están en la situación de desesperación  en la que se encuentran por el afán especulativo de los mismos, son contradictorias. Porque ante este hecho nada insólito de los partidos socialistas–de ser de izquierdas en la oposición y de derechas cuando gobiernan–uno se pregunta ¿dónde ha estado Rubalcaba durante estos últimos años? 


Continuará


U. Plaza