viernes, 5 de julio de 2013

PIRATERÍA MODERNA DE ENCARGO

   Aunque es de sobra conocida la dependencia lacayuna, de la inexistente, políticamente, Europa, la humillante actitud de algunos de los gobiernos de varios países europeos con respecto al vuelo del presidente Boliviano Evo Morales, incluido el gobierno español, es puro mamporrerismo. El gobierno español que por nuestras estrechas relaciones históricas, debiera haber obedecido más a la soberanía y relaciones con Bolivia que a las órdenes del amo yanqui, se ha comportado como buen servidor, sin valorar más que lo que agrade al amo. 

   De todas formas no nos ha sorprendido, sin embargo, la actitud  siempre favorable a los intereses de los Estados Unidos, del gobierno de  ultraderecha del PP. No podía, como era obvio por su ideología y por su falta de ese patriotismo, que tanto exhiben los reaccionarios –"la marca España" de pandereta, mientras los paraísos fiscales de los millonarios y la corrupción son paisajes habituales–; a los que no les importa vender la dignidad nacional, si con eso contentan al amo, o al sheriff yanqui.

   Pero lo que, como mínimo sí ha inquietado y sorprendido a la ciudadanía, no sólo francesa, es que Francia, el país que fue el abanderado de los derechos del hombre y del ciudadano; el que defiende su patriotismo con firmeza –a veces con un exceso de chauvinismo enfermizo, como todo nacionalismo–; el que presume de tener un gobierno supuestamente de izquierdas (aunque todos sepamos que la izquierda socialdemócrata olvidó tal posicionamiento hace un siglo), cayera tan humillantemente bajo, y se convirtiera en un colaborador servil de los caprichos de los que ha quedado claro, también son sus amos. 

   El gobierno Francés se ha puesto a la altura de gobiernos lacayos de la TROIKA, como el portugués, el español o el italiano, que están matando, o están en vía de hacerlo, de hambre a sus  ciudadanos. Los que le están arrebatando la sanidad pública para hacer negocios. Estos gobiernos que con tanta energía se enfrenta a sus ciudadanos, reprimiéndolos, llevándolos a la miseria, carecen de la entereza y la voluntad política de negarle una mala faena a los yanquis, aun a costa de incumplir los tratados internacionales y de hacer el ridículo.

  Ni siquiera un presidente como De Gaulle, de la derecha francesa, cuando ésta valoraba aún la dignidad de Francia, hubiera aceptado semejante papel de vigilante de la porra obedeciendo al gobierno que más incumple los tratados internacionales –de hecho si no les son favorables, los ignoran, no existen, como sabemos por Couso, asesinado por su soldadesca. Y como vemos por su poyo al gobierno de Israel contra el pueblo palestino, en las condenas en la ONU–. EE.UU, que avala todo golpe de Estado, si  favorece sus intereses, sin importarle lo más mínimo las formas democráticas, las mismas que exige a los países que no controla. Basta hacer un somero recorrido por las numerosas dictaduras que han apoyado, cuando no propiciado, incluida la de Franco. Otro patriota que le vendió media España para sus bases, que nos costó muy caro, como sabemos por Palomares, y nos pudo haber costado mucho más. 

   Pero es que el secuestro del avión de Morales es mucho más grave. Resulta que un avión presidencial no puede ser intervenido nunca sin la autorización del presidente que lo ocupa.  Es territorio nacional boliviano. Independientemente de quien  acompañe al mandatario. Pero la desvergüenza de los amos del mundo es de tal calibre, que parece que hemos vuelto a la época de la piratería y el filibusterismo

  Incluso entonces, los piratas ingleses, maestros en semejante  aventuras si eso les reportaba beneficios, trataban de  que los asaltantes fueran con ropajes de piratas, aunque obedecieran al gobierno de su majestad británica. Hoy, son los propios gobiernos los que se ponen en el primer tiempo de saludo de todo lo que decida los amos de la Casa Blanca. Sencillamente vergonzoso y humillante para cualquier demócrata europeo, que  comprende que esta Europa es, cada día más de los mercaderes que de los pueblos. Incluso, mercaderes por encargo. 

Ubaldo Plaza