miércoles, 21 de agosto de 2013

LAS HUMILDES MONEDAS DE UNO Y DOS CÉNTIMOS, O LOS "EVASIBLES" BILLETES DE 500 €



Sorprenden algunas noticias que se publican durante el mes de agosto, lo que se atribuyen a la falta de noticias en el mes estival por excelencia. Aunque desde hace unos años no es cierto. Entre milleradas, pretoriadas, gürteradas, barcenadas y EREdadas, por no hablar más que de una pequeña parte de lo noticiable del golferío patriotero, hay suficiente materia para no andar  inventándose problemas en debates vacuos.

   Se insta a los ciudadanos a que opinen sobre la necesidad o no de suprimir las monedas de uno y dos céntimos de euro. Y la gente entra al trapo, confusa, como si esa cuestión tuviera fundamento y trascendencia vital. A mí me parece que  hay cuestiones mucho más interesantes y necesarias, de las que el ciudadano debe tomar parte. Pero ciñéndonos a la cuestión monetaria, sería mucho más aleccionador que se opinara a cerca de la posibilidad de suprimir los billetes de 500 euros. 

  No conozco a ningún tesorero, político, o hijo de "ilustres" "honorables" próceres de ninguna taifa o cacicato, que haya pasado la frontera con  sacas o mochilas de humildes monedas de uno o dos céntimos de euro. En cambio sí se conoce hasta el hartazgo, que mochilas llenas de billetes rosa  han ido a parar a Andorra,  Suiza, Gibraltar o a las Islas Vírgenes, por no cansar al lector demasiado con el golferío  patriotero, que como se sabe depende del número de ceros a la derecha con las que moldean sus cuentas corrientes. 
   
   Tanto es así que, amigo lector, si no tiene dinero en Suiza u otros paraísos fiscales, usted no sólo no es nadie en este país de tanto patriota, no es patriota, por supuesto, y además es un desgraciado; porque por si no lo sabe, ese dinero también es suyo.

   En este caso, como en tantos, el tamaño también es importante. Si un personaje de nuestros patriotas, con barretina o con boina,  que para el caso da lo mismo, se hubiera presentado en un banco andorrano, suizo, de Gibraltar, o de tantos sitios que amparan el golferío patriota, en los que son habituales clientes "honorables", con un saca de monedas de uno o dos céntimos de euro, seguro que no los habrían considerado tan "honorables". Y la risotada habría llegado a todo el Continente del imperio merkeliano. Pero, ¿a que habría sido divertido verlos con la saca a cuestas como los contrabandistas de antes de la estafa bancaria? 

Ubaldo Plaza