lunes, 31 de diciembre de 2018

EL SOS


La soflama de fin de año del carlino huido a Flandes a través de su ninot, huele más  un SOS que a otra cosa. El llamado procés lo emprendió la derecha catalana para tapar sus corrupciones y sus escandalosos recortes de los servicios públicos a las clases más vulnerables, sobretodo tras el 15-M, que los dejaba fuera de juego.

Tras el fracaso de todas las aventuras de ocultación, de mentiras a sus creyentes debieron haber reconocido que todo había acabado, que lo del viaje a Ítaca y helado y postre para todos al día siguiente, era una fábula. Pero eso los hubiera puesto a los pies de los caballos de todos los manipulados por la propaganda de sus medios, por donde se pasea el espíritu de Goebbels.

Además, tras el inicio del procés, descubrieron algunos de sus componentes de la algarada, desde sus mullidos sofás de burgueses, que además de tapar sus corrupciones y desmantelar la protesta social del 15-M, les servía para emprender múltiples negocios, objetivo principal en sus aspiraciones.

Como en las más añejas costumbre religiosas medievales, encontraban negocio en toda clase de símbolos patrioteros; fueran la venta de esteladas, escudos de solapas, kilómetros de lacitos y camisetas a renovar continuamente, y toda clase de símbolos, que alimentaban el fuego de la olla del fanatismo independentista. 

La nómina de martirológios, abría el abanico de la venta de todo tipo de reliquias, que proporcionaba a los muy espabilados de la secta todo tipo de negocios para las Cruzadas que –les decían a sus creyentes– emprendidas contra el infiel del Estat Espanyol –no hay que mencionar por su nombre al Maligno–, y sobre todo contra más de la mitad de los catalanes herejes que no aceptan la Verdadera religión, que imparte desde Flandes, su santidad el falso Papa Puigdemont –el verdadero sigue siendo banquero Pujol al mas puro estilo borgiano–, y la aplican sus fanatizados y subvencionados monjes.

El de Flandes, les diga lo que les digan a sus creyentes, lo que pide con sus mitin y soflamas es que se le aplique el 155 ya. Pide ayuda al gobierno con urgencia, pero que no se note. Porque de lo contrario se verán obligados a ser ellos los que les tengan que confesar a sus múltiples fieles engañados, que creyeron en el paraíso prometido, y un asiento a la diestra del dios Puigdemont –o de Pujol revifat, ya salvado de sus pecados–, que su dios no existe. Que todo ha sido un engaño prolongado en el tiempo y agudizado por las ansias de negocios de los protagonistas; que todo ha acabado porque calcularon mal y  que se les ha ido de las manos. Y que sus brigadas de señoritos del asalto de carreteras y quema de mobiliario urbano, se han adueñado del cotarro. Y como buenos burgueses no les gusta la algarada si no la dirigen ellos, y la paran cuando les conviene, si el negocio peligra.

Necesitan que sean otros quien les saquen las castañas del fuego y los salve de sus desvaríos, para quedar ellos, la derecha nacionalista corrupta, por enésima vez, como “víctimas de la opresión”. Así podrán seguir alimentando el fuego que les permite mantener el cirio encendido.

Por eso creo que es mucho mejor que no haya prisa en aplicar el susodicho 155, que habrá que aplicar. Y que si el huido carlin persiste en ordenar a su ninot que mantenga la tensión, mientras él lo ve partiéndose de risa desde la mansión de Waterloo, es por debilidad y desesperación. La fuga hacia adelante es una llamada a la desesperada para mantener la parroquia que se desmorona.

El SOS lanzado por el reaccionario Puigdemón, tiene doble destinatario: uno a sus creyentes para mostrarles la  firmeza que no tienen; y otro al gobierno para que lo saque del atolladero, sin que tenga que confesar sus mediocridades aventureras a los miembros de su Iglesia que ya han entrado en un desesperado estado cismático.

Como todas las Iglesias, necesitan sus mártires. Y si no existen, se los inventan. De otra manera carecerían de interés. Mártires, que como siempre, intentarán que sean otros, no los capirotes. Incluso empujándolos al martirio; después ya ellos los harán víctimas y los meterán en el santoral independentista de la derecha catalana, real o inventado. Pero ahora necesitan que alguien, por favor, les eche una mano para no ser calificados de traidores. 

Ubaldo