jueves, 27 de marzo de 2014

LA MINA

Leí La mina, de Armando López Salinas hace ya muchos años en la clandestinidad, porque aquí mandaba el padre y el abuelo político de los que hoy reprimen manifestaciones y hacen negocio con la sanidad pública. 

Me impresionó mucho porque entonces no se podían leer aquellas cosas que afectaban directamente a la gente de abajo, sus sufrimientos reales, que si bien alcanzaban a todo el pueblo bajo la dictadura del golpista Franco, para los que trabajaban en la mina eran aún mayores los sufrimientos, por el tipo de trabajo inhumano y sin las debidas precauciones de seguridad; cuando en cualquier momento podían perder la vida los mineros, como muy bien retrata Armando en la novela. Esta novela del realismo social, debiera hoy ser leída por los jóvenes, y releída por los mayores, ya que el régimen que hoy padecemos, va camino de parecerse como una gota de agua a otra, al que imponía los padres ideológicos de la actual dictadura financiera, tan corrupta como entonces, tan a favor de los banqueros y esclavistas de ahora,  como entonces, tan retrógrada y catolicofascista como entonces. 

La lectura de La mina es tan necesaria como organizarse para combatir en neofascimo financiero galopante que hoy, como ayer, sigue matando trabajadores. Sea en la mina, sea en cualquier parte, pues las garras de los depredadores y fabricantes de hambre e ignorancia y fanatismo alcanza a la mayoría del pueblo, sea apoyando a los banqueros para expulsar a nuestra gente de sus casas, o expulsando a nuestra juventud hacia el exilio propiciando que una generación se haya perdido, o que sea mano de obra esclava al servicio del IV Reich de los amos de Europa, con la vergonzosa colaboración de nuestros gobernantes, afanándose para pagar la deuda ilegitima creada por los estafadores financieros, a costa del bienestar de la mayoría.

La mina de Armando López Salinas sirve para la toma de conciencia de todos los trabajadores hoy despojados de sus derechos, mientras los explotadores, los esclavistas sigan dominando la vida y las conciencias de la mayoría y se enriquezcan a su costa sin el menor control como sucede ahora con los gobiernos de la ultraderecha del PP, en España, y de CiU–ERC en Cataluña, donde comenzaron los recortes más salvajes contra los servicios públicos, para hacer negocios privados. Los mismos que se autohomenajean para tratar de mantener el cadáver de la Transición con respiración asistida,  tanto por parte de los herederos de la dictadura como de los que debieran estar en frente; mientras, siguen decenas de miles de víctimas del franquismo tirados en la cunetas, sin que ningún gobierno se decida acabar con esa injusticia. 

No sólo no han cambiado tanto las injusticias que López Salinas denunciaba en La mina, sino que es de rigurosa actualidad. 


Ubaldo Plaza