sábado, 16 de octubre de 2010

LOS PARTIDOS CHANTAJE Y LOS PRESUPUESTOS


Que los presupuestos más importantes de España dependan de un partido como el PNV que en buena lógica no debiera tener representación parlamentaria en las Cortes por su escaso voto popular, ya que tiene entre el 1 y el 1, 5 por ciento del apoyo electoral, ya es en sí un disparate y una distorsión de la democracia. 

Pero que además los presupuestos y todo el armazón económico de España dependa de ese partido-chantaje, en cuyo ideal tiene dinamitar las estructuras del Estado, es todavía más grave. Y que esa decisión se tome para mantener con respiración asistida a un un gobierno que se presentó como socialista y más o menos de izquierdas, pero que  ha abrazado la políticas más reaccionarias de la derecha,  es esperpéntico, y contra toda lógica; cuando además es un misil a la linea de flotación de su supuesto compañero, el lehendakari Patxi López.

Que los dos partidos mayoritarios de España, que cuentan con más del 80 por ciento del electorado, se empecinen en despreciar la democracia y se opongan a hacer una ley electoral democrática, en la que todos los votos de los ciudadanos valgan igual, demuestra que nuestra supuesta democracia ha entrado en barrena hacia el desprecio de los ciudadanos, y que poco les importa, prefiriendo el mercadeo de apoyos con concesiones disparatadas. Y eso que muchas veces son estos partidos mayoritarios, como pasa ahora,  los que se ven chantajeados por esas minorías periféricas carentes de votos, pero que por esa ley, hecha para impedir que haya otros partidos que les hagan sombra al caciquismo partitocrático,  y puedan modificar sus autocráticos proyectos bipartidistas, ya que España no lo es. 

Todos sabemos que un diputado a I.U o de UPyD o de cualquier otro partido a nivel de toda España, les cuesta entre siete y diez veces más votos que a uno   del PSOE o del PP. Y al PNV, CiU o ERC, BNG, con un puñado de votos, multiplican sus escaños. Sin embargo, se siguen llamando demócratas, y a España una democracia, a pesar de que impiden que cerca de tres millones de ciudadanos tengan representación en el parlamento. 

Y la mayor responsabilidad es del PSOE, que debiera ser el que tuviera la iniciativa y el interés en poder pactar con la izquierda, que de tener ésta los diputados que le corresponderían por sus votos, no tendría que acudir a los partiodos-chanctaje de la derecha como PNV o CiU para sacar los presupuestos, y además hacerlos más progresistas. Pero esa no es la intención del gobierno ni del PSOE. Recordemos que cuando el inefable González estaba en el gobierno, prefería, como buen defensor de los  intereses de la derecha, pactar con CiU, que con el PCE o con partidos progresistas. 

Ahora vemos el resultado de hacer trampas antidemocráticas: el gobierno tendrá que ceder al chanteje de un partido de casi nula representación ciudadana en España, a cambio de seguir en el gobierno por un año más. Lo que nos costará, no sólo mucho dinero, sino que es un paso más en las ya diferencias entre  españoles, como las pensiones.

Claro, hay otras opciones: que los dos partidos mayoritarios pacten lo que de verdad deben ser cuestiones de Estado, para que los partidos chantaje no se aprovechen; o convocar elecciones, previa modificación de la ley electoral, que recupere la democracia. Pero eso no sucederá. Ahora es el PSOE quien cae en la trampa de los partidos que lo chantajean, con un puñado de votos. Y cuando suba al poder el PP, hará lo mismo, como hizo Aznar con CiU, demostrando el escaso sentido de Estado que tienen nuestra fauna política.

Llevamos así muchos años y se va repitiendo la historia, pero es tan poca la fe democrática de los dirigentes de ambos partidos mayoritarios, que prefieren seguir así, antes que dar un paso adelante, regenerar la democracia y que los ciudadanos se sintieran  comprometidos, viendo que su representación en las instituciones, realmente se corresponderían con el voto emitido, y no como ahora que partidos de escasa representación, y en un ámbito reducido, que debieran tener vetado su presencia en las Cortes si no se presentan en un determinado número de provincias, y que sacaran en ellas una representación, no del 5, sino  del 3 por ciento, para no ser cicatero. Con esa medida se acabaría el permanente chantaje o cambio de cromos, que más sirven para los intereses de partido que a los ciudadanos. Porque los diputados de esos partidos no es que, como dice la Constitución, representen a todos los españoles; a ellos sólo les interesa su cortijo o su taifa, con lo que les importa poco o nada, el resto de los ciudadanos que no sean de sus parroquias.

U. Plaza