miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA OCURRENCIA DEL PRESIDENTE, Y LA MEDIOCRIDAD DE LA CASTA POLÍTICA


Que Rajoy, este hombre gris haya llegado a presidente del gobierno de España, es un ejemplo de la degradación de las instituciones a todos los niveles; no sólo por la corrupción, sino también por la mediocridad –o ambas cosas porque la corrupción acompaña a la mediocridad– de las castas políticas que se han instalado en el poder, sin que haya medios democráticos y EFICACES para echarlos. Esto no se arregla con unas elecciones, sino con una profundo cambio que limpie las instituciones de esta vergüenza y del hazmerreír en que nos hemos convertido. 

Que al representante de España en el funeral de Mandela no se le ocurra decir más que lo bonito que es el estadio donde ganó España el mundial de fútbol, es evidente dónde nos puede llevar este sujeto. El mismo que hace unos días  dijo que el estado del bienestar es intocable, cuando lleva dos años liquidándolo por vía expeditiva, favoreciendo el negocio privado, y con una ley esclavista de relaciones laborales que nos devuelve al siglo XIX. Y si además, como delegado por la Merkel en el protectorado español dice que está esperando lo que decide la jefa del IV Reich y los genocidas de la Troika,  los grandes sepultureros de continentes enteros, completa el panorama de la profundidad de pensamiento de quien se supone ha de decidir los destinos de los españoles.

Rajoy imita tan al dedillo a Franco, que se apoya en la jefa alemana, como Franco; está llevando a la miseria a millones de españoles, como Franco; esta haciendo que cientos de miles de ciudadanos jóvenes se exilien para poder mantener a su familia, y así poder decir que el paro ha bajado, como Franco; y está sacando leyes represivas para contener las protestas y aterrorizar a los ciudadanos, como Franco. 

Así que a parte de cuestiones meramente formales, el franquismo sigue vigente y actualizado como vemos cada día. Sólo que hay un intercambio de papeles entre los dos partidos del régimen, que actúan igual cuando gobiernan, y cuando están en la oposición. Sólo que con los papeles invertidos: cuando se está en el gobierno es cuando han de hacer lo que prometen, no cuando están en la oposición. 

La mediocridad de la instalada casta política alcanza a todo el abanico del poder desde la más alta institución hasta los niveles de escasa relevancia. Baste ver la perla que la consellera de Educación de Baleares, sí, si de Educación, haya llegado a traducir en su discurso sobre la evaluación que el informe PISA hace sobre la enseñanza, y sin que se le cambie el rictus, y sin que nadie la corrija, lo traduzca como "Trepitja" (trepitjar, pisar en catalán). Y que se sepa todavía no ha sido cesada. Pero claro, si no ha sido cesado ni dimitido Rajoy con mucho más motivo tras mentir en el parlamento, qué motivos habrá para que la consellera deje la poltrona. Aunque nos abochorne, más abochornan otras  cosas de mayor calado.

Y sin entrar ahora en el ridículo permanente que el president del cacicato catalán, Artur Mas, viene haciendo ininterrumpidamente y sin dar tregua a que los catalanes nos rehagamos del anterior, paseándolo por todo el orbe, sin que, ni su partido, ni la leal oposición –a sí misma llamada progre y hasta alguna tiene la frivolidad de proclamarse de izquierdas–, se sientan abochornados y sigan montados a la grupa del desbocado caballo del aventurero independentista, que plantea la derecha y la ultraderecha catalanas.

Ubaldo Plaza