miércoles, 19 de octubre de 2011

SI LAS ENCUESTAS SE CONFIRMAN...

Si las encuestas se confirman, la noche electoral puede ser una de las más amargas para CiU y sobre todo para el mediocre Artur Mas. Por primera vez el PP puede tener en Cataluña más votos que ellos.

Es sabido que CiU recibe votos de un variopinto segmento–en torno a una cuarta parte de los votantes en las elecciones catalanas, pero menos en las generales– de la sociedad. Le ha venido votando algún sector que así mismo se llama independentista, aunque minoritario, por creer que podría articular esa opción, sobre todo ante el desastre del permanente navajeo  personalista de los que dicen ser independentistas, sin darse cuenta de que los presupuestos del montaje pujolista tienen más que ver con los intereses financieros que con su puesta en venta de la moto patriotera.

Hay otro sector de la derecha catalana que orientaba hasta ahora sus apoyos a CiU por considerarlo más útil que votarle al PP, pero que no son nada proclives a sus derivas  histriónicas–teatrales– nacionalistas, que ahora, ante las perspectivas de que gane el  partido de Rajoy, se pueden inclinar por él.

Y existe el que seguramente es el sector mayoritario de sus votantes, que está entre esa clase media nada proclive a aventuras, que se siente moderadamente nacionalista o mejor catalanista, considerado así mismo centrista, que se sentía cómodo votando un partido que se presentaba como moderado y fiel de la balanza de unos y otros. Lo que le funcionó durante muchos años a pesar de las evidencias en contra.

Ese capital políticos engañoso, urdido durante muchos años por la derecha catalana que encabezaba el inventor de la cosa, Pujol, puede haberlo dilapidado Artur Mas. Sobre todo por sus  bandazos independentistas, de boquilla, que no han satisfecho a los que lo son, por considerarlo  oportunismo; pero también puede haber despertado de su sueño a muchos de sus votantes al ver cómo CiU se quitaba la careta de moderación por  su  apuesta por el discurso cansino de Mas y sus correligionarios de la ultraderecha catalana por el soberanismo; pero, sobre todo, por su deriva derechista sin disimulo, con los mismos instrumentos ideológicos y represivos que utiliza la derecha desde siempre. Este sector de sus votantes moderados lo han podido constatar con la represión gratuita e innecesaria en la Plaza de Cataluña y con las manipulaciones del Conseller de Interior, en el Parlament; a lo que días después los ciudadanos respondieron masivamente en la manifestación multitudinaria del 15-M del 19 de junio. Y lo han seguido haciendo en la todavía más multitudinaria de 15 de octubre contra toda la situación, empeorada por el gobierno catalán.

Porque donde más ha podido enterarse la ciudadanía, y a la que ese sector obviamente no es ajeno, es ante el brutal saqueo de la Sanidad y la Enseñanza públicas  por parte de CiU, mediante la colocación como Consellers a Boi Ruiz e Irene Rigau respectivamente, personajes que como estamos viendo su único cometido es la privatización de los servicios públicos para engrosar las ganancias de las clínicas  y las escuelas privadas, dándole muchos millones a éstas, los mismos que le quitan a la pública, sin importarles en la situación en la que quedan los ciudadanos más desamparados, como son los mayores, aunque golpea a la inmensa mayoría de la población.

Ante la presencia de un PP catalán que últimamente hace esfuerzos de apariencia de moderación; ante el hecho de que como todo indica, según las encuestas,  ganará las próximas elecciones, muchos de esos votantes pueden verse inclinados a darle su voto, por esa ola a la que muchos se apuntan, de caballo ganador.

Pero la tragedia de Artur Mas y los gerifaltes ultras de CiU puede ser aún más amarga la noche electoral del 20-N, si se confirman los pronósticos. Porque si hasta ahora todo su discurso de cara a la galería–contradiciendo los hechos de la derecha económica catalana, de la que son su brazo político y represivo, y a la que lo único que importa son sus beneficios, vengan de donde vengan–iban por su apuesta por el manido soberanismo y hasta por la independencia, lo que no habrá gustado nada a los grandes capitales catalanes,  es muy posible que quede muy desmejorado. Y puede  verse obligado a defender la autonomía como lo realmente posible, sin otros devaneos de sus noches de insomnio. 

Porque no hay que olvidar que hay un sector muy importante de esos mismos votantes que hasta ahora lo han sido de CiU, que ya están hartos de que se esté utilizando e inventando problemas que no son reales, que sólo están en las mentes de los políticos para sacar tajada de ellos, que no existen en la calle,  mientras la crisis provocada por los financieros, amigos suyos, ahogan al ciudadano. Y que además están aprovechando sus crisis para aumentar sus negocios saqueando los servicios públicos. Y que lo que mucha gente percibe es que la autonomía en sí, que podía haber servido para solucionar más de cerca los problemas ciudadanos, ha consistido en todo lo contrario. Que lo que el ciudadano percibe es un aumento de la burocracia y la corrupción a todos los niveles, sin que haya medios por falta de voluntad política de ponerle coto. Entre otras razones porque los mismos que debieran hacerlo son los beneficiarios del sistema corrupto. Porque caprichosamente deciden sueldos y prebendas de escándalo, al tiempo que le dilapidan sus derechos a la mayoría, que el sufrido ciudadano ha de pagar sin rechistar, y sin que nadie le consulte.  


Es posible que tanto haya querido Mas y CiU tensar la cuerda que al final ésta se rompa y lo haga por el peor de los sitios: por el instrumento que tantas veces le ha servido a la derecha catalana para manipular los sentimientos ciudadanos para lograr sus fines mercantilistas, el supuesto patriotismo de la derecha catalana. Además, si el PP logra la mayoría absoluta como se afirma, ni tan siquiera tendrá valor CiU como partido-chantaje al uso desde que lo fundó Pujol de intercambio de cromos para decidir con sus escaso peso electoral, la política general. Y, naturalmente, el eterno candidato a ministro, señor Durán, por ofrecimiento personal, sea con quien sea, que eso parece que al señor Duran le importa poco, puede quedar ya definitivamente descartado. Y si, por aquellas razones puramente tácticas de la política de la derecha, Rajoy decide que esté en el Consejo de ministros, será una oferta envenenada para Artur Mas, que habrá recibido orientación de su jefe, el que nunca consintió que Miquel Roca le quitara protagonismo, de haber sido ministro. El jefe del invento era muy consiente que una persona como Roca, muy superior a él, lo ensombrecería. Igual le puede pasar a Mas, ya que, piénsese lo que se piense de Durán, éste está a años luz de la mediocridad del Niño del tupé, al que le cayó el cargo, por falta de alguien más sumiso al jefe, ya que en una situación de normalidad, Mas no hubiera alcanzado ni la presidencia de su escalera.

U. Plaza