domingo, 19 de julio de 2020

MUERE EL GRAN JUAN MARSÉ


En el cementerio de París
TV3, la tv pública catalana, pagada por todos, pero al servicio de una parte de los "notables" catalanes. TV por la que permanentemente se pasea el espíritu de Goebbels, le niega a uno de los más grandes escritores catalanes, Juan Marsé, fallecido hoy, la condición de "escritor catalán". La miseria moral, fascistoide, de la derecha corrupta catalana, franquista en su día, canalla como siempre. Le negaron La Cruz de San Jordi, al parecer reservada para adictos del régimen, del pesebre.
Marsé, en sus novelas denunciaba aquella Burguesía corrupta, colaboracionista con la Dictadura. Y denunciaba la hipocresía de una gente que montaba saraos, privados o públicos, en una Barcelona hambrienta. De hecho, muchos de aquellos escritores, que años después se lamentaban de que "el catalán estaba recluido", tras traicionar a la República, tras pasarse a la banda de los golpistas, entraron en Barcelona arropados por el Ejército de Franco. Un Franco al que ayudaron ellos a traer. Eso es un pecadillo que siempre tratan de soslayar. Luego se lamentaban en petit comité. Que tampoco es que se arriesgaran a que la dictadura los considera desafectos. Su anticomunismo los protegía cuando eran los comunistas los únicos que se arriesgaban a luchar contra Franco, llenaban las cárceles en aquellos años del terror catolicofranquista, y el paredón era una posibilidad cierta. Protestaban, pero por lo bajini, en sus aquelarres en sus chalets, protegidos por el millonario bien visto por la dictadura, Felix Milllet, padre del saqueador del Palau. que como se ve, de raza le viene al galgo.
Y Marsé estuvo en contra de la barbarie divisoria del negoci del procés, que tanto daño ha hecho a los catalanes, principalmente a las clases populares. Aventura emprendida por la derecha catalana para tapar las corrupciones de los dirigentes de la Generalitat, de todos los que participaban en el tinglado montado por el banquero Pujol y sus corifeos. No se lo perdonarían. Mientras, subvencionaban a algunos personajillos que nadie leía, y cuyos libros pasaban muchas veces de la imprenta a la trituradora, directamente.
Hubiera bastado que Marsé aceptara el pesebre, para que, al margen de su valía como escritor, lo elevaran al Olimpo del nacionalismo. Entonces, escribir en castellano hubiera sido un valor añadido. Un enemigo se habría pasado a sus trincheras. En explotar situaciones similares, son maestros. Hay un ramillete de serviles charnegos acomplejados que lo han hecho. Y, principios morales a parte, no les ha ido mal. Marsé no lo hizo, y eso tenía su precio. Y hasta muerto lo consideran su enemigo estos miserables fascistoides y expertos del saqueo y recortes sociales, sanitarios principalmente, que naturalmente sólo afectan a las clases populares.
Ubaldo