domingo, 1 de julio de 2012

ANA: ¡¡¡MATO!!!


Cuando el  PP llegó al poder y Rajoy designó a su gobierno,  el primer golpe de vista fue de escepticismo por la presencia en él de algunos de los más reaccionarios personajes de la derecha española, de añeja trayectoria, y de otros de clara incapacidad para llevar asuntos de interés público. Pero una de las personas que más me sorprendió fue la ministra de Sanidad. Cuando la vi su cara me pareció que daba motivos para ponerse a temblar. En aquel momento no supe la razón, pero no me inspiro la menor confianza y auguré para mis adentros que algo terrible se estaba fraguando para la mayoría de los mortales de este saqueado país, con su  presencia en el gobierno, y peor aún, en la golosa para los especuladores, Sanidad,  tan expoliada por los gobiernos de la derecha, de CiU y PP.

Después, cuando supe su nombre, Ana Mato, entendí que dicho apellido era toda una declaración de intenciones para una ministra de Sanidad: ¡MATO! Todo un presagio. Y no tardaríamos en entender que aquel apellido no era nada inocente para una ministra de la derecha más ultra, viendo las medidas que asestaba  contra los ciudadanos más desfavorecidos, para ahorrar, dice, para favorecer a la sanidad privada como está haciendo su colega de ideología de Madrid, la fundamentalista Aguirre y su también hermano de leche–de mala leche–de Barcelona, Boi Ruiz, como sabemos los ciudadanos catalanes, sin importarles las consecuencias que tendrá que en salud y vidas que pagarán muchos de sus víctimas. 


Excluye más de 400  medicamentos de la red de Salud Pública, algunos quizá justificados, pero que hasta ahora los han mantenido para enriquecer a las farmacéuticas, vete a saber por qué, aunque se intuye, pero otros muchos de uso y necesidad diaria para muchas dolencias, usados por muchas personas, que sin duda las sufrirá a partir de ahora. Y lo anuncia la tal Mato, con la misma poca gracia e ignorancia– situación tan extendida entre los políticos españoles, la ignorancia, no ha poca gracia, que también–que  aquel ministro de la UCD que dijo que lo del aceite de colza, era "un bichito que se había caído"; o aquella ministra malagueña del "codillo" o la rabadilla; o cuando digital–por el dedo de Aznar-Rajoy, con aquello de los hilillos del chapapote,   sin el menor rigor. Por lo que ha sido contestada por los profesionales, como los médicos y farmacéuticos, que sí saben de eso, y advertido de las consecuencias que traerá, para la salud de millones de personas. 

Se supone que los ministros deben tener asesores para hacer las cosas, si no bien hechas, al menos que lo parezca, y no hacer el ridículo. La señora Mato nos envía, retrocediendo a los años de la dictadura, en eso, que en otras cosas ya lo estamos, a los remedios de la abuela para que los ciudadanos nos curemos las dolencias y nos hacen pagar por triplicado los medicamentos: una ya pagada, otra por sus aliados de CiU y la tercera el medicamentazo de la tal Mato. (Todo eso mientras a los estafadores de los bancos les dan miles de millones de nuestro dinero, en lugar de encarcelarlos, como correspondería en un Estado de derecho, que como se ve no es el caso)


Y todo esto, si lo acompañamos con la brillante idea de otra compañera suya–ahora cazada en sus juegos de internet con correos sacando cuestiones que le son confiadas–, también ministra, aunque parezca mentira, pero lo es, de que sea no sé que  virgen la que se encargue de sacarnos de la crisis, es a la Edad Media a donde vamos; los rezos como remedio para toda enfermedad, está a la vuelta de la esquina, lo que hará feliz a la muy reaccionaria Conferencia Episcopal de Rouco y Camino, y por la que tanto suspira la derecha española, incluida la catalana, que en eso de ser reaccionarios no se queda atrás  ni la una ni la otra. Mientras tanto nos gobiernan desde Alemania, desde el Banco Europeo,  y desde ese fabricante de miseria de los pueblos, el FMI, al mismo tiempo que tanto a unos y a otros, los talibanes del CiU y sus allegados en estas lides que son casi todos los partidos catalanes, llenándose la boca de patrioterismo, al igual que el PP, recuperando los más añejos delirios de imperio, mientras obligan a que nuestros ancianos  se curen las diarreas con rogativas, con remedios de  Estado teocrático.


U. Plaza