viernes, 3 de diciembre de 2010

EL BEATO BONO



José Bono va para santo. Ya se sabe que los santos,  a parte de la legión de los inventados por la Iglesia a lo largo de los siglos, antes de serlo fueron inquisidores. Ayer el beato Bono le alió la vena autoritaria de sus ancestos, mando reprimir a un grupo de ciudadanos que en el Congreso le afeaban a los diputados del mal llamado partido socialista, su tácita y cobarde complicidad con la banda que gobierna Marruecos, y que ha llevado a cabo la masacre genocida contra el campamento de los saharauis. Sin ninguna duda, Bono va para santo. Ya a hecho méritos y sigue en ello. Fe no le falta.

Con la petición de la detención ayer del grupo de ciudadanos,  solidarios con los masacrados saharauis que le afeaban la conducta a los diputados socialistas, que han mancillado una vez más dicho nombre, Bono tiene el camino allanado para ser santo y compartir cielo con los Escrivá de Balaguer, o con el propio psicópata polaco, aquel que siendo jefe de la secta, amonestaba a un pobre cura, poeta para más escarnio; hombre sencillo y que se había dedicado a ayudar de verdad a los pobres, mientas él le rendía honores a uno de los criminales más destacados y sanguinarios del ya catastrófico siglo XX en esas evangélicas tareas.

Sin ninguna duda, el hijo del falangista, Bono, está en el buen camino para acceder a ese ya raro titulo,  tan exclusivo. La actitud de Bono es un buen gesto solidarios...con la dictadura de Marruecos, que hoy tiene previsto que la Corte marroquí, esa farsa de parlamento, hecho para rendirle honores al sátrapa, proclame su indignación por lo que no es más que una suave y liviana  "condena de la violencia", sin mencionar a los culpables como debiera haber hecho un parlamente democrático, por  la violación de los derechos humanos. Pero como era de esperar, a la dictadura marroquí le parece excesivo. Mientras, el gobierno español, una vez más agacha la cerviz ante los caprichos del reyezuelo marroquí. Y Bono, llama detener a los solidarios españoles, a ciudadanos que ejercen su derecho democrático de criticar la sinrazón de los diputados socialistas y sus comparsas, de no condenar de forma contundente la masacre de la dictadura.

Sin ninguna duda, Bono, atendiendo a los parámetros de la Iglesia en repartir santidades, ha dado un paso de gigante hacia la santidad. El cielo lo espera.

U. Plaza