viernes, 12 de julio de 2013

¡DIMITE, MARIANO!

   La cobardía va unida a la irresponsabilidad. Pero la realidad es muy tozuda. Así que Mariano puede esconderse dentro de sí mismo, pero está completamente desnudo ante ella. Debe dimitir, y si tuviera la honestidad que se le supone según sus monaguillos corifeos, ir al juez y explicárselo todo. Es muy duro bajar del pedestal de los dioses hasta la altura de los mortales. Pero seguro, que, pasado un tiempo y confundido con el mundo normal, ya fuera del Olimpo, descansará y se sentirá mejor. 

   Así que, Mariano dimite y explícalo todo. Porque seguro que todo tiene una explicación. Todo lo tiene. Otra cosa es que sea favorable y que lo pueda entender el común de los mortales. Siempre habrá eximentes: que todos hacían lo mismo, que te volviste ciego, en fín ya sabes que los leguleyos con minutas millonarias tienen recursos para explicarlo todo. Y con un poco menos de sordidez de como lo hace tu secretaria general, en directo, no en diferido. Una  "confesión general" como se hacía antaño con la beatas  ricas cuando llegaba un nuevo confesor. 

   Dimite Mariano, convoca elecciones y ya verás como, cuando los focos se alejen de ti, duermes mejor; y hasta se te pone la cara menos agria, esa cara que, lo confieso, a mí me da mucha  pena. No hay para la templanza de la psiquis, o del alma, según prefieras,  nada mejor que "confesar". Supongo que tú, con tan buenas relaciones como tienes con tu Iglesia, a la que favoreces tanto, te lo habrán explicado.  Ya sabes que una de las esencia de ella, consiste en confesarse; y de inmediato ya se está en condiciones de volver a pecar sin problemas. Así lo han hecho los poderoso desde siempre, y no les ha ido nada mal. Y que, por aquello del camello y la aguja, los ricos vivirán muy, pero que muy bien es este Valle de Lágrimas, para los pobres, claro. Con la condición de  que después se abrasen en el  infierno, invento de terror que tan buenos dividendos reportaron. 

  Pero tú sabes, que todo eso se puede solventar con unos sobres, como bula, para que la Iglesia, tan perspicaz, rece por las almas maltrechas y descarriadas. Y si son de los suyos, ¡qué te voy a decir! Para que todo quede en  unos cuantos aves marías, y a vivir como un banquero  o un político, devoto, naturalmente. 

   Dimite Mariano, que ya este país no aguanta estar sin gobierno, o lo que es peor, con un gobierno que sólo favorece a los ricos y humilla a los pobres. Dimite ahora antes de que sea tarde. Porque, al menos, haya una línea de luz en los libros de historia que te favorezca –la que hable de tu dimisión, todas las demás serán muy oscuras– y haya quien diga que al final tuviste la entereza (¿?) de dimitir para no seguir hundiendo más esta maltrecha y cuestionada finca por otros como tú, llamada España. Finca de banqueros y corruptos, tan semejante a la  del general, a la que cada día retrocedemos más por tus decisiones. Por tu bien,  y por la de millones de Españoles, dimite Mariano. Aunque le des un disgusto a la Merkel, dimite Mariano. Te mereces un descanso. Y los españoles más empobrecidos, también. 

Ubaldo Plaza