sábado, 25 de septiembre de 2010

LA OFENSIVA DE LA DERECHA

Desde hace ya varios años la derecha está llevando a cabo una ofensiva contra los derechos de los ciudadanos absolutamente salvaje. Sus medios de comunicación llevan mucho tiempo intoxicando a los españoles–orquestado internacionalmente– con sus propuestas reaccionarias, tratando de convertir a las víctimas de sus sucios manejos en culpables de sus propias trapacerías. 

Desde que los sindicatos convocaron la Huelga General, han arreciado las campañas mediáticas contra ellos tratando  de culparlos del desaguisado;  desacreditándoles  con prácticas y  maneras claramente mafiosas y  fascistas.  Atribuyéndoles  abusos en aquellas cosas que por desconocimiento del ciudadano medio, le es  imposible certificar, de sus abusos en cuanto al número de delegados sindicales liberados. Así lo ha hecho la ultrareaccionaria  cavernícola Esperanza Aguirre, cuando ella tiene, según se ha publicado centenares de enchufados en su cortijo madrileño, y un montón de imputados por los jueces, de su tribu que con milles de millones de por medio.  Como es sabido gobierna  la Comunidad de Madrid, como lo hiciera desde el cortijo llamado España por el dictador, al que tanto debe la derecha fascista española.

Todo ese ruido mediático, esa ofensiva a todos los niveles,  con cuantiosos medios de todo tipo, están dirigidos sobre todo a ir liquidando las conquistas que los trabajadores en duras luchas, lograron a lo largo de más de siglo y medio;  que hoy intenta que, poco a poco, volvamos al siglo XIX, con la liquidación de todos aquellos derechos, como vemos hoy con la precariedad del trabajo;   cuya puntilla la acaba de dar, de forma lacayuna, un presunto gobierno que se llama de izquierdas y socialista, el mismo que debiera  se el garante de los derechos, en lugar de ponerse al servicio de los intereses dictados por los buitres salvajes de los mercados.

Es evidente que el hecho de que la derecha, no sólo a nivel español, sino internacional, pueda provocar semejante retroceso en los derechos de la sociedad, es por carecer ésta,  y las clases laboriosas  en general, de los instrumentos, como los partidos, lo suficientemente fuertes para impedirlo, y que estuvieran decididos a hacerlo en lugar de someterse a los dictados de las mafias internacionales, como está sucediendo con el PSOE  que hace el trabajo sucio de la derecha, que diga lo que diga, está encantada con las polítcas de Zapatero. También, y fundamente, con la decidida participación de los ciudadanos en la defensa de sus conquistas, en peligro.

En los últimos años nos han convencido, con la colaboración  necesaria de los partidos socialdemócratas, confundidos en todo con los más reaccionarios y sus políticas económicas liberales, de lo poco que importa la cosa pública,  con privatizaciones que despojan al Estado de cuantiosos recursos que pasan a manos privadas; y desanimándonos por las prácticas corruptas de los partidos, los mayoritarios fundamentalmente. Eso ha llevado al estado ideal para que la reacción pueda llevar a cabo su calculado proyecto de despojar a la mayoría de la población de aquellos derechos conquistados, no exentos de sangre, cárcel y muerte de muchos ciudadanos que lucharon por ellos.

Ahora, ante la convocatoria de una huelga general por parte de los sindicatos, esa misma derecha salvaje y decimonónica, ha elevado el tono del descrédito de los sindicatos. Pero, siendo cierto que los trabajadores tienen motivos para no estar satisfechos con las prácticas de los cúpulas sindicales, sobre todo porque han justificado a lo largos de los años políticas, a veces a la trágala, del gobierno de Rodríguez Zapatero, sería un grave error querer hacer pagar a éstos–porque sería hacérnoslo pagar a nosotros mismos– la responsabilidad de la pérdida de derechos, en la que tan interesada está la derecha, ella sí responsable del desastre económico, como todos sabemos.

Porque en esta huelga general y en toda una serie de luchas que tendrán que abordar los sectores populares, sí o sí, si no quieren ser engullidos por la ola reaccionaria que nos espera. 

Porque no es un problema siquiera de lucha sindical solamente. Lo que está en juego en estos momentos en la liquidación simple y llanamente de la democracia, de las libertades y derechos ciudadanos independientemente  del lugar ideológico que se sitúe. Hoy, como todo el mundo sabe, los parlamentos nacionales no son más que meros comparsas de organizaciones que han provocado tanta miseria y muerte en el mundo, como el Fondo Monetario Internacional, que es quien dicta la políticas económicas de los países. De este forma los parlamentos carecen de sentido, llevándonos en la práctica a unas sociedades donde las elecciones son meras puestas en escena, para que el ciudadano siga creyendo que vive en un país en el que con su voto decide el rumbo de sus vidas.  De hecho eso ya sucede en gran parte, ya que lo que vota es sistemáticamente modificado por esos organismos internacionales, dejando inservible y vacío de contenido cualquier elección democrática.

Que uno elija a un partido u otro carecerá de importancia: quien mandará será eso tan oscuro llamado pragmatismo, eufemísticamente, que siempre va contra los derechos democráticos.

Por eso es tan importante que los ciudadanos, no sólo los trabajadores, sepan a lo que nos enfrentamos si no se le da una respuesta contundente en la Huelga General convocada para el 29 de septiembre, y y también después del 29 de septiembre.  Dejemos para otro momento nuestras diferencias con los agentes que, aunque ciertamente lentos y dubitativos a la hora de movilizar a los ciudadanos, han decidido por fin hacerle frente a la ofensiva de la derecha contra los derechos, repito, no sólo de los trabajadores, sino de la inmensa mayoría de los ciudadanos. El recorte salarial y de las pensiones, es un ejemplo. Pero vendrán más si no se lo impedimos.

U.Plaza