miércoles, 31 de agosto de 2022

GORBACHOV, EL HOMBRE DE OCCIDENTE.

  Ha muerto Mijail Gorbachov; Un hombre que sin lugar a dudas tendrá un lugar en la Historia. Para unos, para el mundo capitalista, "un gran estadista que cambió el mundo". Para el pueblo soviético y para los desheredados del mundo un traidor. Un personaje como ciertamente nunca se ha dado a lo largo de la Historia hasta entonces. Jamás en ningún momento del desarrollo político de la Humanidad, fueran cuales fueran sus orientaciones ideológicas o sus modus operandi, jamás un máximo dirigente de un país se había entregado al enemigo con tanto entusiasmo como lo hizo Gorbachov. Tal fue así, que ni tan siquiera obligó a sus amos imperialistas a que se comprometieran por escrito a que la Organización Terrorista del atlántico Norte (OTAN) no iría acercándose peligrosamente a sus fronteras. 

De lo que entonces se trataba –se dijo– era  impedir, una posible conflagración mundial; hoy es un hecho posible, por el peligroso acercamiento de la Alianza imperialista como nunca a las fronteras de Rusia, como se ve hoy con gobiernos belicistas rodeando Rusia, y con un gobierno en Ucrania, fruto de un golpe de Estado fascista, y que sin embargo cuenta con el apoyo militar y económico de gran parte de los países Occidentales, sin que el hecho del origen del gobierno Ucraniano les importe nada. 

Nadie puede creer que Gorbachov no supiera que su acercamiento, su entrega a los líderes de los gobiernos reaccionarios, no tendría los resultados nefastos que tuvieron. De ser así hay que decir que su aprendizaje del marxismo no le rozó lo más mínimo ni la piel. Lo de la lucha de clases, planteamiento fundamental del marxismo, no le llegó al entonces secretario general del PCUS, o como se suele decir, "ese día no fue a clase". 

Esta sería la más benévola  de las críticas, un hombre mediocre, que por carambola ascendió a la máxima dirección del país más grande del mundo. El país que llevaba luchando, desde el primer día, desde la Revolución de Octubre, defendiéndose de los ataques  del resto del mundo capitalista. El país que derrotó al nazismo y cuya derrota para bien del mundo civilizado, le costó 27 millones de vidas, y el destrozo de miles de pueblos y ciudades, cuya reconstrucción le costó a los soviéticos muchos padecimientos, recursos y tener que dedicar muchos esfuerzos necesarios para satisfacer otras necesidades. 

No, no creemos que Gorbachov no supiera nada de eso. Gorbachov sabía, desde Jrushchov, que la burguesía estaba integrada en el seno del PCUS, y él  no estaba por la labor de liquidar la posibilidad del triunfo de la burguesía en los pueblos de la URSS. Por lo tanto le cuadra mucho más el calificativo de traidor. 

Porque teniendo en cuenta que las fuerzas de la derecha ya alentadas desde el propio seno del aparato del Estado, y desde el propio PCUS, lo que hubiera hecho un dirigente comunista, no es dar rienda suelta para que la caja de Pandora estallara. Lo que tenía que haber hecho es contar con la clase obrera, expulsar del partido y de los organismos del Estado a toda la corrupción alimentada por la llamada segunda economía, es decir, la economía sumergida, las mafias conocidas de todos, que robaban descaradamente los recursos del pueblo. 

Pero esta tarea Gorbachov no estaba dispuesto a llevarla a cabo. Él prefirió los alegres cantos de sirena de los  más furibundos enemigos de los pueblos en aquel momento, la ultra reaccionaria Margaret Thatcher y sus amos yanquis, los Ronald Reagan, que lo paseaban por todos los círculos de los poderes reaccionarios del mundo, sintiéndose halagado y dispuesto a dejase llevar por sus encantos envenenados.

No es posible que Gorbachov no supiera que el resultado sería la llegada del caos a las repúblicas soviéticas, el crecimiento del nacionalismo salvaje y criminal, y al final un gobierno de derechas en Rusia y en todos los pueblos del antiguo Bloque Socialista.

Hoy los dirigentes de los países que están al servicio de la OTAN, es decir de los Estados Unidos, recordarán, con panegíricos, a Gorbachov tratando de que no se les escape la risa. Las víctimas de aquellas decisiones de liquidación por cierre de la URSS, lo recordarán como el mayor traidor posible. 

A lo largo de la Historia desde Mesopotamia, pasando por Grecia, Roma y la Europa maquiavélica por decir algo; en toda la variedad de sus pueblos, hemos asistido a traiciones de todo tipo, por parte de personajes diversos, ambiciosos que trataron y algunos lograron cambiar el curso de la Historia. Eso es obvio. Pero lo que no encontraremos en ninguna parte es que la traición llegara de la mano del máximo dirigente de un país. 

Un dirigente, un país, pueden ser derrotados por el enemigo en duras luchas. Pero nunca se podrá encontrar a un personaje capaz de vender a su pueblo sin exigir nada a cambio, salvo el que los dirigentes occidentales le doraran la píldora, y se creyera parte del tinglado imperialista. Con el resultado conocido. 

Y que ahora, tras celebrar la desaparición de la Unión Soviética por parte del mundo capitalista, el fascismo crezca peligrosamente en el mundo, empezando por los Estados Unidos, y seguido por los diversos países de Europa, incluida España, a los que creíamos vacunados, tras padecer los horrores del fascismo.

Ubaldo .