martes, 29 de noviembre de 2011

PRIVATIZAR CERCANÍAS DE RENFE, DE ESO SE TRATABA

La ultraderecha catalana, con CiU a la cabeza, pero no sólo ella, también los compañeros de viaje, así mismos llamados  esquerra y hasta socialistas; o los que son su eco, le han ayudado;  constantemente ha estado exigiendo que el servicio de Cercanías de RENFE, Rodalies, pasara a sus manos;  que fuera de sus competencia, "para que mejorara el servicio", decían. Todos hemos podido ver que mejoras, lo que se dice mejoras en el servicio,  que favorezcan a los ciudadanos, nada de nada.  En realidad lo que los mercaderes de la política catalana deseaban con el traspaso de las competencias era poder tener en sus manos mayor posibilidad de negocio. Todo patriotismo de la derecha es, como sabemos, directamente proporcional a sus cuentas corrientes, patriotismo cambiante si cambiante en la perspectiva  del negocio, objetivo fundamental de sus acciones.

Y ahora, a parte del saqueo sanitario y la enseñanza para su privatización, con lo que el negocio se le presenta boyante  a CiU y sus amigos,  a costa de la salud  ciudadana,  y el futuro cultural de los catalanes, tienen un sabroso bocado a su alcance–otorgado por un gobierno como el de Zapatero, absolutamente desnortado en cuanto a los intereses de todos los ciudadanos que decía defender– que no dudan morderlo. Ahora la nueva meta es la privatización de Rodalies. Para eso tenían tanto empeño en reclamar las competencias en RENFE;  en eso se resumen todas las reivindicaciones patrioteras de CiU y todos los ultras de la derecha: para hacer negocios. Todo se traduce en mercancía rentable para unos pocos, sean los servicios públicos mencionados, sean el patrimonio que ya planean privatizar; patrimonio que puede haber costado  a los ciudadanos  un esfuerzo  cientos de años acumularlos, sobre todo edificios. 

La democracia española es así de injusta por, entre otras muchas cosas, una ley electoral antidemocrática con la que discrimina a los ciudadanos: con un porcentaje mínimo de apoyos electorales, que no llega ni al la cuarta parte logrado por CiU, se puede privatizar todo el patrimonio público si los gobernantes insaciables así lo deciden. Lo lógico sería–en una situación democrática que fuera más allá del mero ritual de votar cada cuatro años,  que ante semejante decisión se pidiera opinión a los ciudadanos en referéndum  sobre lo que es suyo y pretenden vender. 

En nuestro país los ciudadanos carecemos de opinión. Todo se puede hacer si el negocio y la ambición así lo aconseja. Se privatizan las empresas boyantes o con posibilidad de negocio, a la par que se nacionalizan las pérdidas–generalmente de forma temporal hasta que se han saneado con dinero público–para volverlas a privatizar una vez saneadas. Todos tenemos en mente muchas de esas empresas, que eran lo mejor de nuestro patrimonio, que ahora están en manos privadas. Pero no pasa nada. En legal, claro, las leyes las han hecho los mismos que disfrutan de ellas. Otra cosa es que sea justo y democrático, que eso es harina de otro costal.  Un paso para normalizar y democratizar la vida pública, sin duda pasa porque se recupere ese patrimonio, esas empresas que eran de todos, para tener un tejido industrial que nos permita situarnos al mismo nivel que los países de Europa, que nos impusieron su desmantelamiento, para vergüenza de la casta política que se hizo posible. Y siguen en ello. Lo de CiU sobre Cercanías es una pequeña muestra más de que caminamos en sentido contrario de los intereses ciudadanos. En lo que sin duda abundará con creces el PP.

U. Plaza








viernes, 25 de noviembre de 2011

DEBATE, CONGRESO, CAMBIO DE POLÍTICA, O DISOLUCIÓN

A una semana del desastre Zapatero –que es a la postre el desastre del partido socialista y sobre todo el de los españoles, porque somos  los españoles de clase baja  y media las víctimas–, lo que por lógica debía haberse producido en la noche electoral, la dimisión de todos los responsables de la debacle, principalmente del presidente, converso al salvaje liberalismo  económico, todavía no se ha producido; es más, siguen sin asumir responsabilidades nadie, ni el gobierno ni el el partido–eso sí en el consejo de ministros han hecho un ultimo favor a un personaje condenado, regalándole el indulto ¿por qué será? Ya se sabe que en España tiene más posibilidades de ir a la cárcel un ladrón de un pan que un delincuente financiero.

Parece que, aunque no cabe duda de que en la ejecutiva del PSOE están los viejos cuchillos tiritando bajo el polvo, más por ambiciones personales o de baronías, que por regeneración; lo que se vislumbra es que los mismos responsables del desastre son los que pretenden alzarse con el santo y la limosna, para arreglar el desaguisado. Algo así como que sean los mismos que han provocado el desastre económico, los banqueros, los encargados del arreglo, con las mismas recetas. 

Se dice que unos están apuntalando al Rubalcaba, que aunque perdió las elecciones con una patada a Zapatero en su culo, lo cierto es que él estuvo en el gobierno validando todo el desastre del converso presidente; y que como mínimo es corresponsable de una política de abandono de sus electorado y de favorecer las a los más ricos, hasta el paroxismo. No parece que sea lo que más convenga al partido. 

Como tampoco parece que la auto postulada candidata, Carmen–perdón, Carme Chacón– sea la persona más idónea para dirigir nada en este momento. Salvo que se pretenda convertir al PSOE en un partido nacionalistas, como el  amontillado PSC, que se adelantó al desastre, precisamente por olvidarse también de su electorado y copiar a la derecha convergente, a los inciativos y a Esquerra, en sus delirios patrioteros.

Lo que procede en estos momentos, es que toda la Ejecutiva presente su dimisión sin más dilación. Sin utilizar el sistema felipista de me voy para que reclamen mi vuelta por aclamación. Ninguno de los que hayan tenido la menor responsabilidad, por activa o por pasiva, en las políticas de derechas del PSOE y de su gobierno, está legitimado para seguir dirigiendo, ni siquiera en cargos subalternos. 

Lo que procede es la creación de una gestora que abra un debate entre todos sus militantes, e incluso entre los ciudadanos, ya que muchos millones de ellos, que les dieron su apoyo, lo hicieron para otras políticas. El partido, una vez fuera los que actualmente siguen queriendo gestionar el futuro, debe decidir qué camino toma. Si regresa a su historia como defensor de los intereses populares, o sigue por el camino que ya emprendiera González, de copiar, e incluso empeorar por eso de la fe del converso, a la derecha salvaje, que en España por su historia lo es mucho.

Un congreso para el mes de febrero, como se ha anunciado, y sin que el debate alcance toda la dimensión que el desastre requiere, es prematuro y acelerado, es cerrar la crisis en falso; porque es un problema de contenido ideológico. El PSOE debe decidir si es un partido, si más no, socialdemócrata, progresistas, o si ya ha decidido ser un partido que ha renunciado a los valores de la izquierda. En todo caso se debe acabar con la ficción y el engaño de llamarse socialista y obrero y mostrarse tal cual es, según las políticas que aplica de sumisión al desastre financiero. 

En caso contrario, de que los socialistas  del partido decidan recuperar sus orígenes, ser parte de la izquierda, más o menos desteñida, pero con políticas de progreso, también deben decidir qué hacen el sus filas personajes de la derecha, en Cataluña y en toda España, banqueros y otros que pululan y medran muy cómodos en el PSOE. Y otros que se jubilan ocupando puestos en empresas muy importantes. ¿Por qué será? Puede ser legal porque en este país lo legal muchas veces está lejos de la legitimidad, y sobre todo de la ética.

El partido socialista es necesario para el país. Pero lo es si cumple con su función de partido, es decir, defender a una parte–la más débil–de la sociedad. De lo contrario, para ser una formación que imite miméticamente lo que hace la derecha más salvaje como ha hecho Zapatero, y obedezca las órdenes que le dan desde las altas esferas de decisión, desde organismos que nadie ha votado, olvidando que su proyecto progresista–al menos así lo dicen cuando piden el voto sus dirigentes– debe ser intentar cambiar la realidad impuesta por el terrorismo financiero. De nos ser así mejor que se disuelvan y permitan que sea la propia sociedad la que articule los medios para defenderse de los saqueos a los que está siendo sometida por las castas políticas, hasta ahora con el apoyo del gobierno Zapatero.

U. Plaza




lunes, 21 de noviembre de 2011

LA SOLEDAD DEL PERDEDOR. REFUNDACIÓN O DISOLUCIÓN

Se merecía un poco más de generosidad por parte de los suyos.  Asumió ser el derrotado cuando aceptó ser candidaro a sabiendas, aunque nunca que llegara a tal magnitud la humillación; confiaba  en las artimañas de encantadores de serpientes que tan bien le fue al mayor serponsable de que el PSOE sea el otro partido de la derecha, cualquier cosa menos socialista, ni siquiera socialdemócrata. 

Fue patético ver cómo Alfredo Pérez Rubalcaba aparecía solo ante los medios y sus partidarios de base, mucho más generosos que los jefes, lo aplaudían. Apareció sin coraza alguna a dar la cara por una derrota, que si bien también es suya, pero no sólo suya.

Fue patético ver la cobardía del principal responsable de la debacle, que no tuvo valor de dar la cara como principal responsable del desastre, lo que retrata ya en sí, si es que hiciera falta,  al personaje, en cuyas manos estaban los destinos de los españoles. Pero también retrata a toda la Ejecutiva del PSOE, así como a su Grupo Parlamentario. Todos validaron, hasta con entusiasmo todas y cada una de las ocurrencias del personaje, por aberrantes y catastróficas que fueran, y auguraran lo que al fin llegó, poque estaba cantado; porque tampoco la democracia ha llegado al funcionamiento  los partidos y nadie se atrevía a decirle que el rey estaba desnudo donde debía, no a los medios y ocultándose, en el anonimato;  que el jefe los estaba llevando al desastre porque él era quien aseguraba sus prebendas.

Rubalcaba tuvo sus minutos amargos, pero no le quedaba más remedio que dar la cara, ante la negativa del escondido secretario general. Pero ahora empieza una larga travesía del desierto que debiera pasar por la refundación del partido–tras el fiasco de la anterior  cuando fue Zapatero el que se alzó con el triunfo en aquel congreso del '97– y donde se marcara la proyección y la ideología de los que tienen la sartén por el mango en el partido. Que decidan si se consideran socialdemócratas, o son el otro partido de recambio de la derecha, con los votos de la izquierda. 


Han jugado a las dos cosas. Han pedido el voto de los débiles y han hecho políticas para los poderosos. Lo han hecho en muchos lugares en que sólo mostraban la cara de izquierdas cuando estaban en la oposición, y claramente de derechas cuando estaban en el poder–en Cataluña, incluso emulando al nacionalismo de forma patética copiando todos sus desvaríos hasta el ridículo–  Han olvidado sus orígenes naturales republicanos; han asumido todos los valores más reaccionarios de la peor derecha salvaje sin que se les moviera un ápice la sensibilidad; han olvidado profundizar en el laicismo del Estado y han seguido contribuyendo al mantenimiento de una Iglesia, que sin embargo se muestra agresiva contra las decisiones progresistas del parlamento; se han negado a democratizar el sistema electoral, claramente injusto, que permitiera abrir campos de reflexión democrática y de participación, porque les beneficiaba como casta la antidemocrática ley vigente. Y han hecho tantas cosas que en nada importante se han diferenciado de la derecha natural.

El partido debe refundarse o disolverse. Para partido de la derecha ya existen varios. Y sólo con la asunción de los valores plenamente democráticos tiene sentido el PSOE; pero es un contrasentido que  ese partido se llame socialista, o que quiera como mínimo alcanzar el título, si más no, de progresista, y que en él cohabiten personajes de la derecha más rancia, hasta de la España profunda y  de la gran burguesía, cuyos nombres todos conocemos y chirrían en los oídos de muchos que se sienten de izquierdas. 


Han de elegir. Pero mucho nos tememos que nada de eso harán. Ahora, tras la derrota, en el próximo congreso que se avecina, harán promesa de enmienda porque toca la etapa de izquierda porque están en la oposición. Pero mucho cambian las cosas, o se hacen con el partido los socialistas–que los hay sin duda dentro del mismos aunque no manden– desembarazándose de los oportunistas que tiene por oficio llamárselo para rentabilizarlo, o dentro de un largo tiempo, cuando alcancen de nuevo el poder, la historia se repetirá. No se puede hacer una política socialista, progresista sin socialistas en el timón dirigiendo la nave. Menos sin son de derechas u oportunistas. De ser así acabará a la deriva, como ya sucedió tras el desastre González de ayer, para la izquierda, y el desastre Zapatero de hoy.

U. Plaza

domingo, 20 de noviembre de 2011

ACABÓ LA COMEDIA, SIGUE LA TRAGEDIA

Una vez finalizado el circo de toda la puesta en escena de la campaña electoral, y el día de su culminación, en la que los políticos de los grandes partidos, beneficiarios del sistema, han dedicado algo más de su tiempo  a los ciudadanos, para labrarse su futuro, sobre todo de los próximos cuatro años, ya no tienen necesidad de seguir la comedia. A partir de ahora, como es habitual, se olvidarán de los ciudadanos. Se acaba la comedia, empieza la tragedia.


Porque esto que llaman democracia no permite la participación ciudadana. Sobre todo en los grandes temas que nos afectan; todo quedará al libre albedrío de unos cuantos, a los que hemos votado, más o menos, aunque los votos hayan sido en el cómputo general una minoría muy escasa en el reparto, en unas elecciones desiguales, sin que todos los votos vangan iguales. En definitiva, sin democracia. 


Ahora, y hasta la próxima puesta en escena de la siguiente comedia antes de la siguiente tragedia, ni sabrán que existimos. O lo sabrán sólo en la medida en que seamos capaces de hacérselo recordar con nuestras protestas ante todo lo que tramarán en contra nuestra. Y sacarán la porra–es un decir ya que el presupuesto para la represión de las protestas es la única partida que cuidan como oro en paño los encargados de orden, que como sabemos en el mayor de los desórdenes.

Porque de inmediato, salvado el molesto, pero necesario escollo electoral que lo cumplen porque lo justifica todo; y tras la noche de fiesta de unos y los llantos de otros, se volverá a lo que la casta política llama normalidad; es decir, la mayor de las anormalidades, como es hacer todo lo que está en sus manos para servir a especuladores y  banqueros, porque ese es su cometido. Para eso se apresurarán a hacer políticas que nunca llevaron en sus programas, todo lo contrario: las ocultaron.
 
Ahora, como vienen haciendo desde que hay elecciones, tras la dictadura, todas las promesas electorales de los grandes partidos que son los que decidirán, será caro papel mojado, inservible, o sólo  para aquellos curiosos que tengan el humor de volver a cabrearse si los releen, en un ejercicio de masoquismo,  y constaten la farsa del sistema. 

Todo cuanto, dijeron, digo, quedará en Diego; es más ni tan siquiera se molestarán en justificar las mentiras. La soberbia que anida en las mentes de la casta política es de tal magnitud, que en lugar de ser humildes ciudadanos que se sienten responsables de sus promesas, considerarán de inmediato que somos nosotros, los ciudadanos que pagamos sus escandalosos sueldos y prebendas los que estamos a su disposición. La inmoralidad sigue en ascenso cada día, cada instante. Y si protestamos, aun pacíficamente por los recortes, por el saqueo sanitario para enriquecerse, siempre habrá  dinero de sobra para la partido de pertrechos para la represión, esa no se rebaja. El orden, aun a golpes, es su cometido, es decir el orden de la injusticia. Son especialistas en ello, son siglos de experiencia reprimiendo a los de abajo, para que los de arriba sigan viviendo a los grande.
 
Reverdecerán sus maquiavélicas tramas, pondrán en marcha todo el aparato de propaganda para convencernos de que las mejoras conquistadas durante más de dos siglos de lucha, que hemos pagado con mucha sangre y dolor, ya no nos lo podemos permitir porque antes que nosotros y nuestros derechos a la Sanidad y a la Enseñanza; antes que procurar una vida digna a los ancinos tras una vida de trabajo, hay que sanear sus  despilfarros y los de sus amos: el atraco bancario. 

Seguirán saqueándonos sin que el menos rubor, del que carecen por falta de costumbre, de nuestros derechos, para que los grandes millonarios sigan siéndolo aún más, y a su vez les permitan  a ellos, a los capataces de la política, disfrutar de las migajas que caen de las mesas de los poderosos; que es mucho dinero, pero que para las multimillonarias cifras de las que se apropian, los que de verdad mandan,  son minucias sin importancia. A pesar de todo, se venden bastante barato para lo que le hacen ganar a sus amos, aunque para la inmensa mayoría sea escandaloso.
 
Ahora, ya pasado el paréntesis electoral, bastará con que la maquinaria desinformativa se mantenga engrasada. Y cuando falten pocas semanas para la próxima puesta en escena,  la próxima comedia, digo, que precederá a la siguiente tragedia, unos tragos de telebasura, confiarán en que la gente se haya olvidado de que todo cuanto dijeron cuatro años atrás era falso–como ahora se ha olvidado de lo anterior–. Y que con un poco de salsa amnésica, volvamos a renovarle el contrato. Al fin y al cabo también son mandaos, los que decidirán de verdad no se presentan a las elecciones, para esos trabajos los tienen a ellos, sus capataces. Entre tragedia y tragedia, 15 días de comedia.
 
U. Plaza

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? y (VII)

Seguramente una de las mayores aberraciones cometidas en la transacción desde la dictadura a la partitocracia de hoy, fue el haber hecho un pacto tácito entre los actores de aquella obra maestra de distracción, para olvidar nuestro reciente pasado. No pongo en duda que hubo motivos en aquellos momentos, si más no, para aplazar ciertas cuestiones que pudieran ser ásperas y de difícil acomodo, cuando lo que se suponía que de lo que se trataba era de consolidar un Estado que rompiera con la dictadura y avanzar hacia la democracia; toda vez que el régimen no fue derrocado, y fue él, sus dirigentes conversos a la democracia en los últimos minutos,  quien marcó la pauta del cambio que hizo, obviamente a sus gusto, para que no cambiara  nada en lo fundamental del poder oligárquico, y de todos aquellos que se habían beneficiado de la larga dictadura; sobre todo porque los guardianes de la misma, el ejército franquista, la Iglesia y las fuerzas represivas muy implicadas en acallar cualquier protesta, como principales soportes a lo que el franquismo representaba, harían todo lo posible para no hacerlo viable.

Pero una vez pasado el tiempo, todos aquellos, los políticos que iban llegando de renuevo, aunque endogámicos, porque no se movía nada que no estuviera bajo control, vieron las ventajas que les reportaba el disfrute de las prebendas y sueldos la situación establecida, con los que muchos, ni siquiera en sus mejores desvaríos oníricos habían pensado. Y parece que consideraron que la mejor manera de  eternizar los privilegios era manteniendo a los ciudadanos en la más absoluta de las ignorancias en cuanto a su pasado reciente. Era mejor no meneallo para que la gente no se hiciera preguntas. Sobre el pasado dictatorial y también sobre el pasado más reciente que nos ha llevado al presente caótico de castas políticas, y por ende, de injusticia, del que no son ajenos los que, gobernando, no lo hicieron o impidieron en toda si dimensión. 


No les corría ninguna prisa que las jóvenes generaciones pudieran conocer de forma clara lo que había pasado en España en el último medio siglo, entonces, ahora ya transcurridos más de ochenta años. Y nada  realmente efectivo se hizo para que  en las escuelas, ya desde primaria, en los institutos, ni siquiera en las universidades, con el suficiente análisis que permitiera a la juventud conocer todo lo que necesariamente, tarde o temprano se vería en la necesidad de preguntarse. 


Sólo aquellos jóvenes que por tradición familiar, porque habían participado en la lucha antifranquista, conocieron parte de la historia, naturalmente muy limitada, y por qué no, sesgada. La mayoría la desconoce todavía. Y salvo aquellos que se sumergieron en lecturas posteriores a las docentes, y que fueron descubriendo todo o parte de lo que les habían ocultado, vivió su infancia y su adolescencia con una reciente página de su pasado en blanco, que nadie institucionalmente quería rellenar. Pero que sin ello, sin un completo estudio histórico en los sistemas de enseñanza, no se podrá cerrar un negro capítulo de España. Una vez rellenada, y leída esa página, podremos mirar adelante sin más. 

Incluso aquellos que entonces, siendo jóvenes y que participaron en las luchas en el tardo franquismo, ante el panorama desolador que propiciaban los que se había aupado al poder, pero  que nada tenía que ver con las ilusiones que les había llevado a involucrarse en la lucha, consideraron que la batalla la habían perdido estrepitosamente; que las clases populares habían sido derrotadas una vez más, y que a esta derrota habían contribuido los que se suponía eran de los suyos, aunque,  bastara un pequeño análisis biográfico para convencerse de todo lo contrario. 

Para entenderlo basta saber que de los 33 años  que van desde la aprobación de la Constitución en 1978 hasta hoy, cerca de 22 han gobernado los que, en principio, debieran haber sido los más interesados en recuperar la memoria, en explicarle a los ciudadanos nuestro reciente pasado, de forma desapasionada y sin falsear, tarea de la que se encargo extensamente la dictadura. 


Estaban en las mejores condiciones, una vez conjurado el temor de la involución, para haber llevado a fondo, sin sectarismo de ninguna clase, todo el conocimiento de lo que representó la República en el terreno cultural y modernización de las estructuras sociales, en mucha zonas, medievales; también sus carencias y errores, por supuesto. Así cómo los motivos que llevaron a las castas ancladas en un pasado colonial ya inexistente, con la Iglesia y las fuerzas más reaccionarias y privilegiadas como principal soporte, a dar un golpe de Estado, que sumió a España en un régimen de terror e ignorancia.

Era el momento para explicar, sin apasionamiento, con toda la información que los historiadores, y la memoria viva que todavía muchos tenían, todo lo acontecido tras el golpe de Estado y los acontecimientos que hubo en todos y cada uno de los lugares de España. Y, sin lugar a dudas lo que representó la dictadura de la oligarquía durante cerca de cuatro décadas.


La Historia debe ser contada y conocida por las nuevas generaciones tal como ocurrieron los acontecimientos, sin manipulación; con sus heroicidades y sus miserias, única manera de cerrar las páginas de nuestra historia, que no lo hará mientras todo no se haya situado en el lugar que le corresponda. 

La dictadura, su crímenes y todas sus injusticias es la gran desconocida de las jóvenes generaciones. Y  lo peor que se ha hecho ha sido convertirla en un tabú, pensando que de esa manera todo sería más fácil de manejar. Los pueblos europeos que pasaron por situaciones de dominación fascista, bien pronto supieron abordar los temas, por espinosos que fueran, y en un análisis colectivo, con la historia clara de todos los acontecimientos, decidieron mirar hacia adelante, sin resquemores ni  reproches del pasado. Nosotros hemos hecho todo lo contrario; y sin ninguna duda es una rémora, un lastre, del que debiéramos habernos desprendido. Hasta tenemos una Academia de la Historia, que la falsea al estilo franquista, que elogia al dictador, para vergüenza de los responsables políticos, y humillación de todos aquellos asesinados en las cunetas y tapias de los cementerios, que por cierto siguen la mayoría de ellos, sin contar con el apoyo oficial para sus familiares les den sepultura con el respeto merecido, ya que fueron asesinados por defender la legalidad democrática. Nada de eso parece preocupar a nuestros gobernantes. 






U. Plaza 


domingo, 13 de noviembre de 2011

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? (VI)


El sistema actual, al que llaman democrático, ni siquiera es capaz de asumir el enunciado que proclama. De ser las elecciones formalmente democráticas, habría alguna posibilidad, si más no, de lograr meter una cuña contra los intereses oligárquicos defendidos por los partidos que defiende su sistema, principalmente el PSOE, PP y CiU. Pero eso no es posible con los mecanismos establecidos. Y para hacer que así sea lo tienen muy pensado y previsto: el banquete es de ellos, de unos pocos y no se permite la entrada a los pobres. Si acaso, sólo a algunos, que lo que en realidad harán será justificar y dar carta democrática a un sistema que no lo es, a un sistema corrupto. Y, naturalmente, a los que se sienten encantados de que los tengan en cuenta, para lo cual se ponen a su entera disposición.

Así que han creado toda una serie de filtros que hacen imposible la verdadera participación ciudadana en la vida política. Son muchas, algunas  escandalosamente claras; otras ocultas para la mayoría de la población, desinformada. Incluso aunque estén a la vista muchas personas no las ven, se creen el discurso de que cuando van a votar deciden algo importante con su voto, porque todos deciden en democracia.

 Pero es falso. Porque han decidido por su cuenta, sin contar con los electores, que para presentarse a una elecciones sean necesarios toda una serie de requisitos, a todas luces  antidemocráticos; porque quien debe decidir si alguien merece ser representante de los ciudadanos han de ser éstos con sus votos. Impedir que alguien pueda ser candidato de forma arbitraria y sin consultar con los ciudadanos,  en una cacicada que sólo beneficia a los que disfrutan del poder y a sus servidores.

Aquellos partidos aceptados arbitrariamente para que participen en las elecciones, como otro filtro, se han inventado que los repartos de los tiempos de propaganda electoral en los medios públicos–pagados con dineros público, pero al servicio de los grandes– sean dispares. Se hacen en función de la representación lograda por cada uno en las anteriores elecciones ¡hace cuatro años! No como debiera ser, en sentido democrático, que todos partieran de cero, con las mismas posibilidades. Con lo que es prácticamente imposible que los partidos que intentan renovar y limpiar el sistema, puedan llevar al conocimiento de la opinión pública sus programas. La endogamia del sistema está asegurada. Y si a ésta se añade la no menor existente dentro de los partidos, el cuadro antidemocrático es completo.

Y además el Estado les da un montón de dinero– nuestro dinero– a los partidos del sistema para que hagan sus costosas campañas, sin olvidar los préstamos que tan generosamente la banca invierte en sus preferidos; es decir entre los más grandes, sin que el agobio para que los préstamos sean devueltos, si es que se devuelven, se parezca en nada al acoso que ejercen sobre el sufrido ciudadano en paro, al que despojan de su vivienda, o al pequeño o mediano empresario; además lo hacen con el apoyo de los becados políticos desde los gobiernos,  sea del de España o desde los de las taifas; e incluso desde la leal oposición, por no pagar la cuota de la hipoteca, por haber perdido el trabajo, o verse con problemas para cobrar facturas impagadas, muchas veces por la propia Administración. En definitiva, los banqueros, como los verdaderos amos, al ser tan desprendidos con los partidos que sostienen el régimen,  invierten sobre seguro, invierten para sí mismos. 

A los partidos emergentes, e incluso los pequeños que han logrado entrar el las instituciones con un gran esfuerzo, los prestamos no les llegan. Y si lo hacen, si acaso, con la exigencia de avales,  que ponen en peligro el patrimonio personal en el primer caso, y con exigencias de devolución muy gravoso en el segundo, quedando hipotecados eternamente; y naturalmente sin poder conseguir competir con los grandes. Sin olvidar que además de la propaganda que les otorga la antidemocrática ley, pueden recurrir a los medios privados, sólo con la condición de tener mucho dinero, del que dispones los elegidos, y del que carecen todos los demás; con lo que el disparate antidemocrático se ahonda aún más. Pero siguen diciendo que el sistema es democrático.

Los partidos del sistema después recibirán una cuantiosa cantidad de dinero, por escaño y por voto emitido a su favor. Los que no lo logren por esa ley tramposa y antidemocrática, aun teniendo cientos de miles de votos, no recibirán nada.

Han establecido que aquellos partidos o grupos políticos que hayan podido saltar las trabas anteriores para presentarse a las elecciones, pero  que no lleguen a un porcentaje de votos–entre el 3 y el 5% según elección–, ya de entrada no tienen derecho al reparto de escaños. Con lo que se puede dar el caso de que a un partido que tenga, por ejemplo,  dos millones de votos, no se le adjudique ni un solo diputado. Y justifican semejante cacicada decimonónica, propia de la Primera Restauración borbónica–en la segunda como vemos sucede igual–, con toda la desvergüenza que los caracteriza, para que el parlamento no se atomice. Con lo que, en nombre de la democracia, se cargan la propia democracia. Deciden que todos aquellos ciudadanos que han votados a esos partidos pequeños, hay quedar despojarlos de su condición de ciudadanos, toda vez que son anulados sus votos. 

Pero hay mucho más. El reparto de escaños se hace por provincias, con lo que a un partido de los pequeños le puede costar un diputado, si lo logra, ocho o diez veces más votos que a uno de los grandes. Cuando lo democrático debiera ser que todos los votos se sumaran. Porque después, en el parlamento todos valen igual. Porque todo el que no llegue al porcentaje decidido por los que controlan el sistema en cada provincia, no les servirán de nada. Es más se da el caso de que a un partido le falta un puñado de votos en una provincia para lograr un escaño, al tiempo que en otra le sobres muchos miles, sin que logre escaño en ninguna de las dos.

Además hay que tener en cuenta otra de las trampas antidemocráticas como es el de reparto de escaño por el sistema D´Hondt, que prima a los partidos grandes contra los pequeños, con lo que se hace también muy difícil romper esa  barrera. 

Después, tras la puesta en escena del día electoral, también los medios serán prácticamente un monopolio de los principales partidos. Con lo que la dictadura desinformativa está servida; ya que harán propaganda constantemente de las bondades del sistema, sin que nadie pueda competir en esa vorágine de la mentira planificada.

Y cuando ya todo el circo haya pasado, tras pedir el voto de forma teatral, y tras el despeje de los incómodos partidos que podrían ponerle trabas a sus manejos, los grandes partidos se pondrán por entero al servicio de los poderes económico, sin importarles lo más mínimo de que quienes les han votado han sido los ciudadanos y no los Mercados, como ya sabemos, dándole dinero público a la banca que, para enjugarlo, nos irán saqueando los servicios públicos, porque –dicen– que no hay dinero y hemos gastado demasiado–.

 Ese es el grado de moralidad de estos políticos de esto  que  llaman democracia, como estamos viendo. Porque  resultará que tras el recuento de votos,  un partido gobernará con un porcentaje ridículo, de menos de un cuarto del electorado–en torno al 22 % tiene CiU.

Como todos comprobaremos, tratarán de hablar del porcentaje emitido, no sobre el censo, y naturalmente olvidándose de que hay muchos ciudadanos que han votado a partidos pequeños– que quedarán ignorados de las informaciones–, que ellos, con su ley, han decidido que no son ciudadanos, ya que les han robado el voto, porque lo han emitido en favor de otros partidos que no son de los que dominan el tinglado de reparto de prebendas.  Incluso alguno de los que son víctimas del sistema, pero que han logrado meter la cabeza con algún escaño, se integran sin mayor problema, en lugar de dedicarse por entero a denunciarlo.

A pesar del escándalo antidemocrático que eso representa, se sienten con derecho a arrogarse la representación de la totalidad de los ciudadanos,  a hacer políticas salvajes, contrarias a la mayoría,  saqueándonos la Sanidad y la Enseñanzas públicas,  para hacer como ha dicho el inefable Conseller  Ruiz, el hombre al servicio de las entidades sanitarias privadas, que ha aconsejado a los empresarios invertir en la sanidad, porque es un buen momento para hacer negocio con la sanidad privada. Naturalmente, al mismo tiempo que están desmantelando los hospitales. O precisamente porque los están desmantelando y es un bocado sabroso para la especulación con la salud de los ciudadanos. 

Y todo sin que hayan mecanismos de corrección democrática–porque esto no se parece en nada ni siquiera a una democracia formal, no lo olvidemos– que los expulse del poder antes de que puedan destrozarlo todo. Y con esos porcentajes pueden liquidar nuestro patrimonio, no sólo sanitario y  cultural, sino   hasta malversarlo todo cuanto les venga en gana, vendiendo edificios centenarios.

Es evidente que cuando no hay democracia, hay que hacer algo para conquistarla, aunque sea una lucha larga y difícil. Por eso hay que tener en cuanta que en estas elecciones hay que participar, pero naturalmente sabiendo muy bien, y sobre todo, a quién no hay que votar. Todos sabemos quiénes nos han bajado los sueldos, quiénes nos han congelado las pensiones, quiénes nos están dejando sin Sanidad y Enseñanza públicas;  y quiénes están de acuerdo con los presupuestos militares para  guerras ajenas, de intereses ajenos, incluso para los propios ciudadanos normales de los Estados que se benefician de ella, los Estados Unidos o sus edecanes ingleses. Una guerra de los grandes especuladores del petróleo y de los que controlan el mundo a su favor.

Es importante poder mostrar y denunciar esta farsa   ya que la representación de los partidos que se erigen como ganadores, en realidad no lo son. Y que entre los votos a los partidos pequeños, los votos nulos y los blancos, además de la abstención, mucha de ella de ciudadanos cabreados, son porcentajes muy superiores a los conseguidos por el partido  que de inmediato nos hará la vida imposible.

Es más importante que nunca participar en las elecciones para dejar constancia de este hecho que pasa desapercibido por decisión de los medios. Hay que votar a aquellos partidos pequeños que mejor vaya con nuestras forma de pensar; y si no encontramos ninguno, votar nulo o en blanco. Y para el Senado, esa Cámara innecesaria y que nos cuesta una fortuna, en blanco; pues vótese lo que se vote, tampoco tendrá utilidad más que para    avalar unos cargos de una Cámara sin otra función que la de mantener unos cuantos personajes  incómodos en los partidos, colocados ahí para que no incordien, o que no se sabe dónde colocar, ¡pero a qué precio!  




Sigue en (VII)

U. Plaza

miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIAS? (V)

Hicieron todo lo posible para que las jóvenes generaciones que no habían conocido la represión de la dictadura, se mantuvieran al margen de los intereses ciudadanos, principalmente de los que determinan la cosa pública. Y se cuidaron muy mucho de poner un tupido velo a lo que había sido aquélla, sus represiones sus crímenes y sus calamidades, para que existiera en los ciudadanos, en particular entre los más jóvenes, una amnesia total y desconocimiento de su reciente pasado. Ignorar nuestras Historia era el mejor modo de alienar a los ciudadanos, lo que les permitía a los manipuladores culminar sus planes, aunque fuera destruyendo la memoria y el futuro de la gente, que tarde o temprano se vería obligada a hacerse muchas preguntas, a todas las respuestas que les habían negado.

Pero para que todo les saliera a su gusto, al gusto de los que mandan y sus asalariados, era necesario hacer todo un entramado de leyes que les permitiera que perdurara en el tiempo la mentira fraguada en la transición modélica, como se encargaba de difundir toda la reacción mundial, hasta que mucha gente se lo creyera, "una mentira o medio verdad repetida mil veces se convierte en verdad, y hasta en dogma"; y hasta que fuera puesto como modelo, hasta que todos o al menos la mayoría, comulgara con esa rueda de molino. Era necesario colocar las trampas de una ley electoral antidemocrática que hiciera que la mentira pareciera realidad. E incluso a través de los años la han ido empeorando, limando aquellas posibles pequeñas fisuras por las que podrían colarse los no deseados, los que podrían turbar sus sueños; los que pudieran tirar la piedra a su charco de aguas plácidas, y que al removerlas pudiera salir a la superficie la pestilente realidad de un régimen corrupto, exclusivo de unos cuantos, contra la inmensa mayoría. 


 Sigue en (VI)


 ¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? (I)

martes, 8 de noviembre de 2011

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? (IV)


Y así llegamos a preparar la escena para la comedia electoral, culminación de la obra maestra de los poderes económicos, para lo que, sin duda, contaron con la benevolencia y colaboración de todo un entramado social, político y sindical, a los que previamente habían convencido de que eran imprescindibles para la consolidación democrática, dorándoles la píldora de su ego; de que eran parte del sistema, no sus adversarios como la lógica social aconseja, para defenderse de la explotación salvaje, y se lo creyeron o simularon creérselo porque les iba bien la aparente paz social. Para lo cual el  Estado–nosotros, nuestro dinero– se encargaría de hacer posible que esos agentes se sintieran cómodos. 



Y hasta hubo quienes se sintieron encantados con los codeos con personajes poco recomendables de la derecha de siempre, la represora –la que hacía tres cuartos de hora que se manifestaba franquista–, pisando sus alfombras y sus muy caras residencias y palacios, que durante un rato permitían la entrada a algunos, dirigentes que, aunque muchos de ellos iban previamente perfumados para la ocasión, sin duda en cuanto salían, tras la risotada descomunal encargaban que desinfectaran la estancia de olor a obrero. 


Los oligarcas trabajaban a largo plazo. Y supieron comprarle el alma a los dirigentes–políticos y sindicales–, cada vez más ajenos a sus orígenes, a las organizaciones que otrora fueron combativas contra la dictadura, hasta convertirlas en meros instrumentos de sus manejos. 


Nos vendieron que elecciones era sinónimo de democracia. Que votar cada cuatro años era la panacea; que tras la dictadura, con echar una papeleta en una urna ya habíamos cumplido con nuestros deberes democráticos de ciudadanos libres, y hasta la próxima; y que a partir de entonces ellos, los que manejaban el cotarro se encargarían de nuestra felicidad. Ese fue el mayor triunfo de la casta política financiera: el triunfo del individualismo, la insolidaridad y de que cada uno vaya a los suyo, y ellos a lo de todos, a intentar liquidar derechos conquistados durante años de lucha.

lunes, 7 de noviembre de 2011

¿DEMOCRACIA? QUÉ DEMOCRACIA (III)


Se trataba de hacer una transición de la dictadura a la democracia, lampesusiana, donde todo cambiara para que todo quedara igual. Para que las estructuras económicas de la oligarquías pasaran ese trance sin modificar nada sustancial, todo lo contrario. Y para cual era necesario inventarse unos actores, unos agentes políticos que no sólo procedieran del régimen, sino que aparecieran envueltos y rodeados de una orla opositora a la dictadura, cuando durante todo el largo periodo dictatorial habían brillado por su ausencia. En realidad era una creación ex novo con semejante nombre de antaño, pero  que lograría sus objetivos: pasar por  el original, pasar como opositores al régimen desde siempre. De eso se encargarían los muy poderosos medios.   Muchos de aquellos opositores fabricados ad hoc se entremezclaban con los procedentes del régimen. Ahí están la hemerotecas para comprobar los orígenes de muchos de ellos.



Pero también de entre lo que habían hecho oposición a la dictadura, hubo que se dejaron seducir por los cantos de sirena de esa anunciada democracia o franquismo sin Franco que se vislumbraba, aceptando más allá de lo humanamente soportable que los vencedores de antaño lo fueran de nuevo con una calculada y voluntaria amnesia, con la que hemos vivido durante todos estos años de democracia para los privilegiados de siempre;  para que las nuevas generaciones crecieran en la ignorancia  sobre su historia, ajenas a lo que representó la dictadura, que en muchos aspectos hizo regresar a nuestro país a la Edad Media con una imposición  religiosa idiotizante,  al más absoluto oscurantismo  para las clases populares.  Donde los privilegios de los vencedores seguirían aumentando; y sin que nuestra más reciente historia fuera conocida en las escuelas por la inmensa mayoría de ellas. Fue un pacto tácito que imprimió su sello a la nueva derrota, pasando nuestro pasado reciente de puntillas, para que no se sintieran molestos  los beneficiarios del régimen franquista,  convirtiendo en tabú todo  lo sucedido  desde 1931, lo que representó la República para la modernización de España, las causas reales de la guerra y todo lo que tuvo que sufrir nuestro pueblo durante la dictadura. 


Así llegó a aquel pacto, que en realidad fue una trágala, donde el objetivo principal de los agentes económicos y políticos–los franquistas y los recién inventados con pomposos nombres hasta de izquierdas– era que la transición que estaban cocinando fuera tan aparentemente democrática como vacía de la misma. Era importante para ellos que se configurara un aparente régimen de libertades políticas, sin que se pusieran en peligro, ni en lo más mínimo el poder oligárquico,  que como sabemos saldría reforzado.

Así que se creó una ficción de Estado democrático. La decisión del  dictador, con todas las variantes que se quiera se había consolidado: que no sufriera en lo más mínimo el poder de los de siempre.  Los medios de comunicación de esa oligarquía se dedicaron a ello por entero para vendernos las virtudes del nuevo régimen; y hasta para convencernos de que lo que hacía poco era parte indiscutible del aparato represivo, había cambiado; que las decisiones del dictador de imponernos un tipo de Estado monárquico, fruto de un golpe de Estado, una guerra y cuatro décadas de barbarie, se habían metamorfoseado en demócratas de toda la vida. Nos permitirían el derecho al pataleo, mientras se empeñaban en la tarea de despojarnos de los derechos conquistados durante muchos años de lucha. 

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? (I)

 ¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? (II)



(Sigue en IV)


U. Plaza