sábado, 9 de mayo de 2015

LOS CONSEJEROS, ADALIDES DE LOS DERECHOS HUMANOS...EN EL PATIO TRASERO

El consejero de Gas Natural Felipe Gonzáles, el que según algunos fue uno de los fraudes más evidentes de la llamada transición; el  que creíamos que estaba dedicado a buscar distracciones para matar el tedio, que según él, le provocaba tal consejería de la multinacional, otrora de todos los españoles y ahora en manos privadas, por su decisión entre otros, reapareció. 

 Reapareció de pronto. Y con sus sabios consejos parece que instó a Susana Diaz a que rompiera el gobierno andaluz, que mantenía estable con, según algunos, esos rojazos  impertinentes de Izquierda Unida.  Porque a su parecer los de IU les hacían quedar muy mal con las visitas. Sobre todo si éstas eran de banqueros y asimilados de cierta relevancia. Era intolerable con la desvergüenza que se comportaban dejando mal a la manijera del cortijo, que le prometía al cacique tranquilidad y orden.

Porque no se les ocurría otra cosa más tonta a los de IU que pedir que se creará un Banco Público en Andalucía, que aliviara la falta de créditos de los bancos privados para las pequeñas y medianas empresas; y para que los desahuciados por los banqueros  tan defensores ellos de los derechos humanos, tuvieran alguna posibilidad de no perder sus viviendas. Porque la creación de una Banca Pública, naturalmente, y a todas luces, hubiera sido una competencia desleal. Porque como todo el mundo sabe, los créditos los han de conceder los amos del dinero, y a quien ellos consideren, aunque ese dinero sea de todos. Pero no nos liemos. 

Total, que la Señora Susana disuelve el parlamento andaluz con la sana intención de pillar desprevenidos a sus contrincantes –seguro que aconsejada por sabios Auríspides de aves de diversos vuelos–, lo que le proporcionaría la mayoría absoluta, que el sistema electoral permite, sin tenerla. 

Pero resulta que no le salieron las cosas tan bien como esperaba a la señora Díaz; y sobre todo al Consejero, que había proyectado la necesidad de una Gran Coalición con el PP, para seguir asegurando "la estabilidad". Esto es, seguir garantizándole los privilegios a los de siempre. "Como en Alemania", dijo el sabio consejero. No sabemos si como recuerdo de otros tiempos en que los tudescos eran grandes amigos y protectores alquimistas, para convertir en oro útil, la hojalata inventada en salones oscuros. 



Después de esto, el señor Consejero se ha alistado, (¿O ha sido movilizado?) en el Séptimo de Caballería, para meter en cintura a ese indio díscolo venezolano –y con éste al resto de las tribus revoltosas que se niegan a obedecer al Rostro Pálido de Washington–, que tantos dolores de cabeza le crean al emperador del norte.

Pero como las cosas hay que hacerlas bien para que el emperador quede satisfecho, nuestro consejero se ha aliado con el general Custer-Aznar, señor de las Azores, con el que simularon ser contrincantes para embaucar al respetable, que asistía atónito al espectáculo de cambio de cromos. Nuestros consejeros –ambos dos los son, por esa cosa tan socialista y democrática como las puertas giratorias; posible, por haber ostentado cargos públicos importante–, velan armas para su cometido, que pueda redondear sus brillantes biografías.

Y como la mediática está suficientemente donde debe estar, y en manos de quien debe estar, ha quedado claro que sus propósitos son el de lograr que se respeten los derechos humanos en esos pueblos indios. Porque cada día, nos recuerdan los tertulianos de cámara y peloteo, que al Sur de Río Grande, todo es un desastre y no se respetan las mínimas libertades. Otra cosa debía ser cuando todos los gobiernos sin excepción, los ponía la United Fruit Company o la ITT, u otra multinacional de turno, decidido por los amigos del Norte. 

Así que, si es menester para el bien de la democracia,  habrá que recluirlos en eso que eufemísticamente los sabios del Norte llamaron "reservas", cuando su nombre no era otra cosa que campos de concentración y de aniquilación, de los pocos "pieles rojas" que quedaban tras años de asedio y masacre. 

Es de apreciar el interés que tanto el señor González como el señor Aznar tienen por que se respeten los derechos Humanos. Muy elogiable, sin duda. Lástima que no lo hicieran cuando mandaba Carlos Andrés Perez (CAP), en el Caracazo del 27 de febrero de 1989, en que el hoy consejero de Gas Natural, era presidente del gobierno del reino de España. En aquella masacre de Caracas, murieron más de 300 personas y hubo unas 2000 desaparecidas. 

Tampoco parece que despierte mucho interés combativo de nuestros consejeros, las continuas masacre de palestinos por parte del Estado de Israel. Ni al hecho de considerar poco menos que inmaculada a la dictadura de Marruecos, de la que nunca se dice nada;  pero sí de Venezuela, donde llevan muchos años, elección tras elección ganando los que no le gustan al emperador ni a sus generales. 

Tampoco tenemos noticias de que ante la reiterada ola de violencia por parte de la policía de algunas zonas de Estados Unidos, con una carga de racismo y de odio de clase desbocados, hayan condenado los hechos; ni mucho menos considerar que la plutocracia de los Estados Unidos no sea una democracia. Aunque  en ese país tan rico,  haya millones de personas en la marginalidad y sin derechos elementales, es decir, Derechos Humanos. 

Ni hablan de las dictaduras medievales  árabes, que marginan a la población –principalmente a la femenina–, a la que mantienen en un lugar en la que son meros instrumentos del deseo de esos millonarios, con los que tan bien nos llevamos en esta democracia hispana, cada vez más degradada.  

Ni tampoco es necesario que vayamos tan lejos: en España, en este país de cacicatos y pillos de guante blanco,  cada día son echadas a la calle, desahuciadas, de sus casas, familias enteras por los demócratas de la banca, que ellos sí, respetan los derechos Humanos que tanto preocupa a los consejeros. 

Pero lo que conviene es denunciar la falta de derechos humanos en Venezuela. Haciendo caso omiso de las pruebas  que el gobierno venezolano tiene de posibles intentos desestabilizadores, de los que aquí los media no se hacen eco.

Pero claro, deben decir nuestros héroes: "no podemos estar en todo, y lo que conviene ahora, es ayudar a que se respeten los derechos Humanos en ese país caribeño, que una y otra vez se empecina en equivocarse votando, como dijera el no menos demócrata, ¡faltaría!, Henry Kissinger, respecto al Chile de Allende, ¿recuerdan?, y que los amos del norte "corrigieron", como sólo ellos saben hacerlo, naturalmente eligiendo entre sus colaboradores persona del servicio de intachable conducta, como Augusto Pinochet.

Ubaldo Plaza