jueves, 19 de abril de 2012

ESTAFA PERMANENTE

Si realmente en España hubiera una democracia, ni que fuera formal, como dicen los beneficiados del sistema de dictadura financiera y sumisión de los gobiernos a la misma, los que mienten en campaña electoral, inmediatamente serían destituidos por las falsas promesa que hicieron, para que los ciudadanos los votaran, por algo que después no pensaban cumplir. Una estafa en toda regla. Y de inmediato serían expulsados de los cargos obtenidos con esas prácticas fraudulentas y procesados, con lo mismos argumentos legales que se utilizan para llevar a los tribunales a los grandes estafadores.

Porque no puede haber ningún estafador más grande y peligroso para la sociedad, que el  que estafa a todo un país, como hicieron en su día CiU, y ahora al PP, prometiendo su particular crecepelo o  bálsamo fierabrás  que sabían era una estafa en toda regla. Al menos nuestro Don Quijote estaba convencido de sus maravillosos resultados; la derecha salvaje, los del CiU y los del PP, sabían que era una estafa lo que prometían.

 De haber dicho la verdad en campaña, su "producto" electoral puesto a le venta, hubiera sido "comprado" por mucha menos gente, con lo cual no serían presidentes de la Generalitat y del gobierno de España respectivamente, ni Artur Mas ni el digital–dedo de Aznar– Rajoy; porque el producto que vendían era falso y nocivo, y los clientes habrían estado al cabo de la calle, incluso aquellos que con tanta fe ciega–perdón por la redundancia, la fe siempre es ciega e irracional–creen en los milagrosos resultados de lo que venden los charlatanes de feria, en este caso Gran feria Nacional. 

Así que se puede meter en la cárcel a un estafador–si es pequeño, no si es uno grande como banqueros y demás estafadores como desgraciadamente hemos podido comprobar todos en los últimos años, y menos si son los políticos los que estafan que se van librando con todo tipo de artimañas leguleyas–y sin embargo al que estafa a todo un país, puede seguir estafando hasta el infinito,  con las leyes en la mano–las hacen ellos–como estamos viendo con el saqueo sanitario y la enseñanza pública, así como el resto del patrimonio, que se apresuran liquidar, naturalmente con vistas al negocio, propio de la lógica ideológica de los mercaderes, que no políticos, que han alcanzado el gobierno con prácticas engañosas.

Así que hay que empezar por ver el verdadero origen del problema–entre otros muchos inherentes al sistema injusto del capitalismo–,  que no es otro que la falta de democracia. Ya que las leyes no persiguen el fraude a los más altos niveles políticos respecto al permanente engaño, sino todo lo contrario, lo premian. Si realmente hubieran los mecanismos democráticos pertinentes, personajes como Artur Mas y Rajoy no se hubieran atrevido por razones obvias, a emprender un negocio con falsedades, porque sabrían que la ley los vigilaba, y que acabarían en la cárcel como corresponde.  Así que entendamos que todo lo que nos venden como democracia no es más que el  señuelo, la adormidera, para que nos lo creamos. Una puesta en escena de un obra teatral que se muestra cómica en su representación,  y que se torna en tragedia  para los ciudadanos, una vez bajado el telón. Así se convierte la estafa de unas promesas electorales, en estafa permanente. 

U. Plaza