Una vez más se ataca al mensajero. El gobierno de Estados Unidos, por boca de la Hilaria Clinton, así como sus escuderos y fieles servidores de la ya no tan Gran Bretaña, sea los del partido de la derecha llamado tory, como del otro partido también de la derecha, llamado laborista, aunque éste contó con un primer ministros, Toni Blar, digno de estar en la nómina de Hitler, se lamentan de que Julian Assange, fundador de Wikileaks, esa maravilla de denuncia de crímenes, cometidos para que quedaran impunes, haya sacad a la luz todas las barbaridades de una soldadesca y unos mandos militares dignos de las SS, y que al parecer contó con la capa y el silencio del propio gobierno de Estados Unidos, con un presidente al que la academia sueca otorgó el año pasado el Premio Nobel de la Paz, eso sí, al tiempo que sigue bombardeando Afganistán. Si no fuera porque los premios de La Paz están tan claros cómo y a quién se les otorga, habría que decirles a los estirados académicos suecos que se lo hicieran mirar.
No se lamentan los gobiernos de EE.UU. de que esos crímenes–, más de cien mil–, hayan tenidos lugar. Toda la preocupación de la Hilaria y sus conmilitones o servidores es "el daño que pueda hacer" el hecho de saberse por la opinión pública todas esas criminales actuaciones de los chicos yanquis, a la misma soldadesca.
No ha puesto el grito en el cielo exigiendo una investigación para depurar responsabilidades. Todo lo contrario. Han pasado mucho tiempo desde la otra oleada de denuncias, por parte de Wikileaks, tratando de averiguar de dónde han salido las informaciones, e incluso como en al más añejo estilo del viejo Oeste, dar una recompensa millonaria para aquel que lo denuncie. La moralidad del imperio sabíamos que era nulo, sobre todo durante la brutal invasión y la guerra montada para los buenos negocios de los ricos yanquis y sus servidores británicos, guerra del tejano Bush, pero quizá ingenuamente podíamos pensar que, si otra cosa no, por lo menos tratarían de lavarse la cara.
En lugar de eso han intentado desacreditar al mensajero. Cuando en realidad, el señor Julian Assange, lo que debiera se promovido al todos los premios que existan como defensor de la verdad. No perseguirlo.
U. Plaza