domingo, 30 de noviembre de 2014

EL EXTRAÑO ASCENSO DE MARIANO

 


 Siempre me pareció que a Mariano Rajoy le venia muy grande el traje de presidente del gobierno. Dio muestras de ello siendo ministro de Aznar. Cuando fue designado como candidato por éste, quedó en evidencia que lo hacía porque así podría manejar el expresidente del gobierno desde su cómodo retiro teniendo un personaje como Rajoy en lugar de otro con capacidad de tomar las decisiones que un presidente del gobierno ha de tomar. Después por la aventura bélica y lacayuna de Aznar con Bush, perdió las elecciones, que fue cuando tuvimos que padecer el nefasto periodo –otro mas– de un gobierno de España con Zapatero. Hasta que llegó Rajoy.

   El estilo Rajoy de no abordar los problemas de forma inmediata, dejándolos pudrir a la espera de que se solucionen solos, fue ensalzado por sus propagandistas, como un método que hacía poner nerviosos a sus contrincantes, para acabar venciéndolos por cansancio. Y si bien pareció funcionarle en cuestiones menores, en realidad lo que se demostraba, más que habilidad política era su incapacidad para abordar los problemas, que como presidente del gobierno de España la ciudadanía le demandaba. 

   Se vio envuelto en la cada vez mas insoportable corrupción, con acusaciones a su propias persona, de connivencias extrañas y "ensobradas" con el tesorero de su partido que él había designado; lo que en cualquier país de Europa le hubiera hecho dimitir, por el bien de las instituciones democráticas. Mariano se enrrocó, ante la inexistencia de una costumbre ética política o instrumentos legales y EFICACES para hacerle dimitir.  Y miró para otro lado como de costumbre, a la espera de que los problemas se solucionaran solos, por cansancio de la oposición, sin importarle el daño que hacía a las instituciones democráticas con su empecinamiento, que perdían crédito y confianza entre los españoles.

    En 2012, ante el insólito desafío desde dentro de las instituciones del Estado, la Generalidad, de un responsable político en una democracia, de un aventurero como  Arturo Mas, echado al monte, para apropiarse del discurso del talibanismo independentista que encabezaba principalmente los ERC, a lo que dócilmente siguieron el resto de los partidos nacionalistas, el PSC e ICV-EUiA, Mariano no cambió de estrategia. 

     En aquella ocasión a Mariano Rajoy sólo se le ocurrió responder al desafío del gobierno de la Generalidad y del aventurero Arturo Mas, que tildándolo de "algarabía". En lugar de ver la realidad de que estábamos ante un ataque frontal y brutal a la democracia y a la convivencia por parte de los privilegiados de la burguesía catalana, insolidaria y egoísta, como siempre. Los que habían decidido siempre, invocaban el derecho a decidir, naturalmente lo que ellos querían. 

   Mariano se pasó los dos años siguientes sin saber qué hacer, y alimentando toda clase se desafíos, inmovil, silbando como el baturro del tren, sin darse cuenta de que mientras contemplaba el paisaje, el tren arrollaba la democracia y las libertades ciudadanas en Cataluña. 

   Todos los medios de manipulación catalanes –los públicos pagados por todos y los privados subvencionados, obviamente también con dinero público–, puestos al servicio del independentismo, sin el menor disimulo. Los medios catalanes absolutamente entregado a la causa del poder. Lo que más bien parece que Goebbels ha resucitado y se pasea tan campante todos los días por ellos.

   ¿Y qué hacían mientras tanto los medios catalanes controlados por el gobierno, TVE y RNE y el resto de los medios en sus desconexiones, la SER, ONDA CERO? Pues comportarse como los medios nacionalistas, abundando en la misma idea. Mientras que en los controlados por la Generalidad apenas es posible discrepar del pensamiento único del régimen, en los que controla el gobierno tienen abiertos sus micrófonos y espacios televisivos para su propaganda, con el mismo comportamiento servil que los que controla Mas, todo independentista que lo desee. Los medios que controla el gobierno, tan manipulados como los de la Generalidad en otros terrenos, son incapaces de desenmascarar las sarta de mentiras que las 24 horas del día lanzan contra el ciudadano indefenso los medios nacionalistas. 

   Pero Mariano siguió y sigue en el guindo. Se ha pasado dos años diciendo que haría cumplir la legalidad en Cataluña, al tiempo que Mas y sus pretorianos de los partidos que siguen llamándose de izquierdas, arreciaban los pasos para subvertirla. Tanto insistía el presidente en sus afirmaciones de que se cumpliría le legalidad, que los catalanes, primeras víctimas de Mas y sus mamporreros, los que han dividido a la sociedad, familias y amistades inculuidos, pensaban que tendría algún plan que impidiera que los catalanes hiciéramos el ridículo ante el mundo civilizado, con una farsa bananera como la del 9-N. 

  Pero llegó ese día. Y Mariano desapareció. Según cuentan las malas lenguas, se metió bajo la cama, asustado, con el único soporte intelectual que dicen utiliza, del periódico Marca, esperando que pasara todo. Pasaron tres días. Hasta que hubo que sacarlo arrastras –era la segunda vez tras la de los mensajes a Barcenas–, traquetearlo,  ducharlo y empujarlo para que saliera al ruedo, sin plasma, para que diera la cara. No debió ser fácil.

  El sábado ha venido a Barcelona. ¿Y qué? Lo que los ciudadanos desean no son reuniones con su partido a los que dejó en pelotas el día 9-N. Lo que los ciudadanos esperan es saber qué medidas, políticas, legales y de estrategia va a emprender, para que un gobierno –es un decir– como el de Mas, deje de serlo sólo de una parte, de sus adictos. 

    Hoy por hoy, a parte de algunas obviedades de pura propaganda de consumo interno del PP, no vemos nada diferente. O sea, que Mariano sigue silbando  a la luna, a la espera de que cambie su ciclo, sin otra proyección de futuro. Y mientras, se gastan el dinero en las aventuras de un pésimo gobernante, al tiempo que los servicios públicos  son desmantelados, con la inopia o complicidad de la otrora izquierda, abducida por el desvarío de la derecha nacionalista. Esa, digámoslo una vez mas, que siempre decide. 

    Así que, vistos los resultados, nos resulta extraño el ascenso de Mariano a la presidencia del gobierno  que dice presidir, de todos los españoles.

  Ubaldo Plaza