sábado, 16 de noviembre de 2013

EL DERECHO A DECIDIR DE LOS QUE SIEMPRE HAN DECIDIDO

La burguesía catalana, la derecha de siempre, la que ahora se alza con la consigna reivindicativa del derecho a decidir, que cual flautista de Hamelin ha logrado que la siga todo el elenco de lo que anteriormente se llamaba la izquierda.

Pero resulta que el derecho a decidir siempre ha estado en las manos de esa burguesía. Y siempre han decidido todo aquello que era bueno para sus ganancias, como clase social explotadora.

Para no remontarnos excesivamente en el tiempo haremos mención sólo a nuestra reciente historia:

La burguesía catalana, la misma de hoy, decidió en su día apoyar el golpe de Estado contra las República. Cuando entraron las tropas fascistas en Barcelona, los muy decididos victoriosos burgueses franquistas las seguían; pues habían decidido ocupar las instituciones vestidos de falangistas para defender el nuevo Estado de terror y fascista (no eran como la propaganda de esa misma burguesía ha querido hacer ver, engañando a las jóvenes generaciones, “fuerzas de ocupación”; ver el libro de Ignasi Riera, Els catalans de Franco, Los catalanes de Franco). 

Así que se sintieron encantados con la dictadura que les permitía una brutal explotación de la clase obrera que había sido despojada de los más mínimos derechos, aterrorizada por la represión, que ellos habían decidido arrebatarles para que sus negocios resultaran aún mas rentables.  

También decidieron en una profunda reflexión de pragmatismo que la cuestión de la cultura catalana carecía de importancia entonces, si con ello sus negocios iban viento en popa, aunque fuera a costa de la miseria del pueblo catalán, y arrinconando la cultura catalana que, como ahora les importaba poco si entraba en contradicción con su negocios. Durante muchos años la cultura catalana quedo relegada, y defendida, curiosamente por los inmigrantes obreros que luchaban en la clandestinidad, a veces sin siquiera comprender la lengua. Durante toda la dictadura, aquella burguesía franquista, que hoy lanza el mensaje de “España nos roba”, decidió que aquella situación represiva contra los ciudadanos y también  de su cultura, era buena para ellos y sus negocios. Así que decidían rendirle pleitesía al caudillo cuando éste les hacía el honor de visitar Cataluña; y hasta lo nombraban alcalde honorífico allá por donde iba en un acto de decisión patriotera y lacayuna, en este caso franquista, más que española. 

En todos esos años en los que ellos tenían poder y decidían  –salvo honrosas excepciones como es lógico–, su adhesión al régimen dictatorial que ellos contribuyeron a crear, fue una decisión sin fisuras importantes.

Cuando se acercaba el fin de la vida del dictador, decidieron que tenían que empezar a soltar lastre de incondicionales franquistas –eso sí, sin poner en peligro ni en lo más mínimo sus privilegios, y siguiendo con las explotación de los trabajadores en sus fábricas como siempre, cada cosa en su lugar–, y empezar a ponerse la piel de corderos  de “demócratas de toda la vida”, y de víctimas del franquismo. 

Para que tal estrategia tuviera el éxito rotundo que auguraban, decidieron congraciarse con algunos de los luchadores antifranquistas de la izquierda –en realidad con los comunistas del PSUC que era el único partido digno de tal nombre, y compuesto de forma aplastante de obreros inmigrantes que llenaban las cárceles–, y que en aquel totum revolutum de lucha por la democracia se creó; permitiéndoles que pasaran de franquistas incondicionales a defensores de la democracia, sin mácula y sin riesgos para ellos y que se les les otorgara el carnet de opositores antifranquista. Y hasta muchos de aquellos luchadores de la izquierda se sintieron agradecidos porque la burguesía decidiera ayudar para traer la democracia. 

Todo, desde el primer día –habría que decir desde el mismo 14 de abril del 31–, pero almenos desde las elecciones de febrero del 36 que las ganó el Frente Popular, la derecha catalana, hoy tan patriótica y embaucadora viene decidiendo. Los que no han decidido nunca, y nunca decidirán, son las clases populares, si el proceso de cualquier cambio lo abandera la derecha, y lo hace con la vergonzosa colaboración de los partidos y sindicatos que debieran estar en otro proyecto, el  social, y  no el patriotero con el que los Artur Mas y los ultras de Junqueras, que manipulan a la desinformada población con los medios apesebrados, en especial la corrosiva TV3 del régimen.

Así que lo del “derecho a decidir” ha sido la norma de la derecha; desde decidir apoyar el más terrorífico golpe a las libertades apoyando el fascismo, hasta hoy, que decide expoliar a los ciudadanos de sus derechos sociales, la Sanidad y la Enseñanza públicas y el resto de patrimonio público, vendido al mejor postor. Porque han decidido, una vez más que lo público es un buen negocio para los que siempre deciden, si se privatiza. Así que siguen decidiendo que la Sanidad no es un derecho, sino algo privado, como dijo en inefable representante de la sanidad privada el encargado de que los recursos sanitarios públicos pasen a manos privadas. 

Mientras tanto, los partidos que se siguen llamando de izquierdas en Cataluña, en un alarde de enajenación deciden colaborar también y no molestar, en pro de la paz patriotera –yendo de la mano con la derecha en sus disparates–,  que lo importante es la cosa identiraria del derecho a decidir, como si las decisiones no las tomaran desde siempre los mismos. Y se olvidan de la precariedad social a la que han decidido llevar a las clases populares, y ya, en este fragor de indecencia, hasta a las clases medias. 

Y, lamentablemente, también la izquierda a nivel de toda España, se han dejado seducir por semejante disparate, llegando a considerar que la derecha catalana es menos reaccionaria que la del resto de España, habiendo caído en la trampa de tragarse el mensaje de que también ella, fue víctima de la dictadura, no su principal soporte.


Ubaldo Plaza