lunes, 3 de abril de 2017

"EL AYUNTAMIENTO DE BARCELONA RETIRA LA MEDALLA A MARTÍN VILLA"



El Ayuntamiento de Barcelona ha retirado la medalla que le otorgaron sus amigos franquistas en 1976 a Rodolfo Martín Villa. Pero la noticia debiera ser otra muy distinta: no de cómo fue posible que se la concediera tal reconocimiento a un ministro de la dictadura, que repartió leña a diestra y siniestra. Porque fue un auto premio. Ya que el ayuntamiento de Barcelona era franquista como todos los de España, como se sabe y puede comprobarse en las hemerotecas, con nombres notables del régimen, reconocidos de la dictadura  en Barcelona. Muchos de los cuáles poco después pasarían a ser "demócratas de toda la vida", si bien con alguna ayudita de reconocidos miembros de la derecha nacionalista del PSUC –los que después ayudarían a destruir éste–, que avalaron aquella oportuna transformación.  Y algunos fueron más allá y se transformaron de patriotas del franquismo en patriotas del nacionalismo catalán, todavía con más raigambre, llegando su alcurnia hasta Wifredo  el Velloso; como la familia Pujol, que aunque no lo digan seguro que se reconocen en tan ilustre familia.
Martín Villa en un acto  fascista

Eso sí, aquellos demócratas de convicciones tan sólidas, durante la dictadura, muy prudentes ellos, no mostraron las cartas, más que nada porque costaba palos y cárcel.  Y mejor que eso los "disfrutaran" los obreros, mayormente charnegos, mientras ellos seguían haciendo patria y negocios.

No, no es que sorprenda que entre gentes de la misma fauna franquista se autofestejaran dandole medallas a alguno de los suyos. No hace mucho el ministro del interior Fernández Díaz le dio el título de Comisario de no sé qué a uno de sus fieles servidores, sin el mayor rubor, aunque estemos en democracia. Parece que las buenas costumbres sólidas de familia se mantienen en el tiempo.
la represión comandada por el homenajeado

Lo que sí sorprende si uno no analiza de forma exhaustiva a los personajes del párrafo anterior, y los que vinieron después, es cómo esa medalla no se le ha retirado a Martín Villa –seguro que a lo largo de la geografía española hay muchos más–, en ¡CUARENTA  AÑOS! 

Sobre todo si se tiene en cuenta que esos años, Serra, Maragall, Clos, Hereu... todos ellos que dijeron que eran socialistas contra toda evidencia. Casi siempre gobernaron con el apoyo de los iniciativos, y de los superpatriotas independentistas identitarios de ERC.  

Y en la última etapa el no menos patriota Xavier Trias, declarado independentista, de CDC, el invento de Pujol, y declarado independentista de última hornada –como Artur Más, el que hasta los años noventa se llamó Arturo–, y tampoco el convergente tuvo la ocurrencia de retirar la medalla al ministro franquista y gobernador civil de Barcelona, que ahí es nada lo que mandaba el personaje en aquellos años convulsos de protestas contra el régimen que él reprimió. 

A ninguna de esas corporaciones municipales en tantos años, se le ocurrió corregir aquella anomalía, de que un ayuntamiento democrático y gobernado por la presunta izquierda, primero, y la derecha diferenciada catalana de la española, se le ocurrió hacer tal afrenta a la memoria del franquismo. 

Todo eso unido a que dicha derecha diferenciada y la llamada socialista, catalana que engloban en el fet diferèncial, votasen en el Congreso todo lo que hacía daño a las clases populares por aquello de solidaridad de clase, la dirigente, claro. Así, tal vez se comprenda que no les preocupara que el ministro franquista, reclamado por la justicia argentina por los crímenes del franquiamo, mantuviera su medalla-homenaje en el ayuntamiento de Barcelona, hasta la llegada de los nuevos ayuntamientos tras el 15-M. Lo que nos indica el grado de connivencia de algunos de aquellos alcaldes con el pasado, que no lo es tanto, como estamos viendo.

Ubaldo Plaza