viernes, 30 de diciembre de 2011

EMPEZAR DE CERO, CREAR OTRO PARTIDO DIFERENTE



Seguramente  Rodríguez Zapatero pasará a la historia como uno de los más grandes fraudes a la esperanza democratizadora de los españoles tras la transación de la dictadura a la partitocracia, a la que llaman transición. Cuando dio aquel paso de retirar las tropas de Iraq, pensamos ingenuamente que aquello era una apuesta por marcar distancias con el anterior gobierno, y que iba a dignificar la política del PSOE tras el desastre González. Después vimos que todo obedecía a su incapacidad por entender nada que no fuera obedecer a los que le mandaban hacer las políticas que interesan a la derecha, a eso que llaman eufemísticamente "mercados", pero que tienen nombre y apellidos muy resonantes tras la Gran Estafa Financiera.

Zapatero, como antes lo hiciera González, se marcha dejando tras de sí un desastre por el que ni las leyes ni nadie le pedirá responsabilidades. Sólo la Historia. Él, sin lugar a dudas tendrá el futuro resuelto; no así los ciudadanos víctimas de sus políticas serviles. 

También deja un panorama desastroso en su partido, en el que andan a la greña las diversas facciones o familias, no porque ahora hayan caído en la cuenta de que el techo se les ha venido encima porque han olvidado los principios, no del partido creado ex novo poco antes de la muerte del dictador, o los principios que tuvo el PSOE antaño antes del invento de Suresnes, del que pocos mamaron nada, o los que lo habían hecho fueron marginados. El problema no se lo plantean en clave ideológica, en   "qué hemos hecho mal para que millones de ciudadanos que antes nos votaban, no nos hayan votado". 

No, el planteamiento es mucho más sencillo. Lo que ahora agita las aguas del PSOE, nada tiene que ver con la orientación que ha seguido el partido–su dirección–, sino una lucha por el poder. Porque éste reparte prebendas y se han quedado sin ellas. Y ha sido de tal calibre el cabreo ciudadano, de sus votantes, que en su soberbia no lo quisieron ver cuando todo el mundo lo tenían claro. Nadie en el partido dijo nada ante las ocurrencias y malabarismos del  jefe, aunque el abismo estaba a la vista. Estuvieron a tiempo de pedirle cuentas a Zapatero, a su gobierno, pero nadie levantó la voz contra las agresiones que estaban asestando, de forma hasta chulesca–"me cueste lo que me cueste", dijo cuando trajo los deberes impuestos por los dueños de Europa–a los más débiles, sin que pasara por sus cabezas que la solución estaba más en recaudar en las grandes fortunas, en lugar de expoliar a los más pobres aplicando las políticas recetadas por la derecha.  El obediente alumno fue obedecido a su vez sin rechistar por la dirección del PSOE. Porque la sumisión y obediencia al jefe que estaba asegurando el status de cada uno pudo más que la vista en el futuro; y sobre todo en la razón de ser de un partido que se sigue llamando socialista, y que para millones de ciudadanos los sigue siendo: transformar la sociedad para hacerla más justa.

Toda la parafernalia que ahora están montando con los enfrentamientos entre diversos sectores, con comunicados entrecruzados que nadie sabe dónde está cada cual, sólo es debido a que han perdido el poder, las prebendas; no porque piensen en un cambio de rumbo ideológico. Si hipotéticamente recuperaran el poder en poco tiempo, que les permitiera seguir como hasta ahora, de inmediato se acabarían los reproches y todos loarían al jefe; y una vez más, la tan ahora necesidad de "hacer mucho PSOE" quedaría ad calendas grecas hasta la próxima derrota y pérdida de empleos, y volver a empezar.

El PSOE necesita más que nunca, no renovarse, que para eso ya es muy tarde tras su liquidación ideológica  desarrollada, primero por González, y rematada por Zapatero. Y lo necesita el país, por ser muchos los ciudadanos progresistas que así lo entienden. Pero renovarse en este caso significa liquidar todo lo nocivo que hay en él, que si los antiguos socialistas levantarán la cabeza, serían incapaces de reconocer a su partido en esta amalgama de intereses más cercanos a la derecha clásica que a un partido con semejantes siglas.

Es necesario la disolución de lo que es hoy el PSOE y crear uno totalmente diferente, con ideología clara, sin caciques y sin que sea posible la presencia en él de personajes de  derechas que todos conocemos; que no sea la herramienta para eternizar cargos, sino para transformar la sociedad en sentido positivo, republicano, y que rompa con sus amores con el neoliberalismo, al que viene sirviendo la socialdemocracia, sobre todo en los últimos años de hundimiento del capitalismo, en lugar de aprovechar  dicho hundimiento para avanzar en sentido social, no para apuntalarlo. 

Nada de eso se plantearán los que ahora están a la greña. Harán un Congreso del que saldrán los mismos que han llevado al desastre al partido y al país. Y muy posiblemente al final acaben pactado para que todo cambie, pero que todo siga igual. En el Congreso de febrero, ninguno de los que han tenido algo de poder en el partido durante  más de tres décadas debiera estar más arriba que de militante de base y sin cargo alguno, sea de partido o institucional. Y de algunos de ellos la dirección saliente debiera huir como de la peste, si de lo que se trata es de ganar credibilidad socialista. Y sobre todo, es fundamental una autocrítica muy profunda de las actuaciones del partido y sus dirigentes en todos los ámbitos. Hay que empezar de cero y crear otro partido socialista, que lo sea.

U. Plaza 


viernes, 23 de diciembre de 2011

El VOTO DE CiU A RAJOY

Ha sorprendido  que el voto de la coalición ultraderechista catalana, CiU, haya sido negativo en la investidura de Rajoy para presidente del gobierno de España. Máxime si tenemos en cuenta que en estos momentos no está la derecha catalana precisamente para tirar cohetes, ya que dependen sus recortes, privatizaciones y otros negocios, del apoyo del Partido Popular, tanto en la Generalitat como en Ayuntamiento de Barcelona. Lo más lógico, según todos los analistas, hubiera sido, para ser  coherentes con la  costumbre y  maestría en el chalaneo para lograr réditos, la abstención; si es que no querían votarle al PP directamente, para no hacer visibles todos los pactos inconfesables entre ambos partidos de la derecha, que sin duda molesta al electorado convergente más despistado. 

Porque las cosas han dado un giro en sus previsiones, y ahora es PP catalán el que está en disposición de devolverle sus gestos teatrales, con  notaría de por medio,  de cara a la galería de parte también de ese electorado, que ingenuamente sigue creyendo que vota a un partido que defiende Cataluña, y no a uno que defiende los intereses  de la derecha pura y dura, como muy bien estamos padeciendo los catalanes, por sus políticas de estruje al ciudadano más pobre y de saqueo del patrimonio público, con el que sin duda el PP coincide con CiU por razón de clase.

Pero es muy posible que CiU ya haya hecho sus cálculos. Y que, por el contrario  estén muy bien adornados con más de los mismo, en otro intento de reeditar de alguna manera una nueva versión del Pacto del Tinell de mentirijilla,   algo más restringido, con el PSC del nacionalista Navarro, que ya se ha apresurado a ofrecer su apoyo al gobierno ultra de los recortes, de Artur Mas– aunque también dice que está en desacuerdo con los mismos, lo que no cuadra muy bien con el ofrecimiento–, con el apoyo también de ERC, que tras haber perdido el poder que tenía, parece que están loquitos porque se les considere, por lo que no harían ascos a un pacto con los que sin duda tienen más en común de lo que los separa, como ya están demostrando desde que la nueva ejecutiva se hizo cargo de los cascotes que quedaron tras las elecciones catalanas. A pesar de lo cual, siguen yendo en dirección contraria.

Aunque en esta nueva versión sean menos los participantes, quedando fuera los iniciativos, tampoco se descarta que a última hora en un arrebato de celos patrióticos, éstos acaben sumándose también a un frente, no de clase, como sería lo lógico de seguir afirmando que representa a la izquierda, sino de patrioterismo, tan habitual en los partidos catalanes, que nos han dejado sin referencias verdaderamente de la izquierda, dignos de tal nombre. 

Pero es muy posible también que lo que intente CiU sea una puesta en escena de los partidos nacionalistas, que en su mayoría cierran filas con ellos, para advertirle al PP de que tiene otra alternativa; y que lo mejor es que sean ellos, los del PP,  los que le den sus apoyos, para no necesitar a los otros del pacto, a cambio de que la federación catalana ultra, acepte apoyar lo que decida el PP en Madrid, ya que no puede condicionarla con el chantaje, como es su costumbre. 

Estas puedes ser alguna de las razones por la que la derecha catalana de CiU, más extrema que nunca, haya decidido votar en contra de Rajoy, como un mensaje a sus camaradas de identidad, diciéndoles  que el PP no es su opción, salvo que se vean obligados a ello por el rechazo del resto de los partidos catalanes. Y que en realidad esté jugando para justificar lo que al final pasará: su decidida apuesta por los más cercanos, es decir la derecha;  aunque sea por las mismas razones que tiene el lobo al rechazar las uvas: no las alcanza y por lo tanto, están verdes. No puede imponer nada, así mejor ser pragmáticos acercándose al PP, pero en contra de su voluntad, que quede claro, será el mensaje que los medios del pesebre difundirán. Y eso puede convencer a una parte del electorado; al ser por necesidad, no porque ellos tengan nada que ver con el PP, al que rechazarían en otras circunstancias. Porque el chantaje clásico de CiU, es ahora imposible. Más bien todo lo contrario.

U. Plaza

martes, 20 de diciembre de 2011

EL TONGO



Todo cuanto ha sucedido en la puesta en escena de la elección de Mariano Rajoy como presidente el gobierno, ha sido muy previsible. Tan previsible y sin  la más mínima garra. El debate ha transcurrido con toda la carga de aburrimiento que tiene el saber el resultado de la película que ya hemos visto otras veces; porque tanto indios como soldados de caballería, en realidad están en el mismo bando, una vez acabado el rodaje.

Me ha llamado la atención, a parte de otras consideraciones y detalles sobre algunos diputados nuevos en la Cámara, que ha aumentado el pluralismo, el hecho de que por primera vez en mucho tiempo los partidos-chantaje de la derecha periférica–CiU, PNV y CC, y en cierto modo también ERC–, no puedan condicionar las decisiones  del gobierno en provecho de sus castas particulares.

Pero lo que realmente me me ha llamado la atención es el descaro con el que se ha puesto en escena el tongo entre Alfredo Pérez Rubalcaba y el candidato a la presidencia del gobierno, Rajoy.  Ni siquiera han guardado las forma teatrales en el sentido de que, siendo ambos partidos de la misma astilla, del mismo árbol político, porque  defienden los mismos objetivos e intereses de la derecha más salvaje–ahí está la política de Zapatero de los  últimos años–, a Rubalcaba no se le haya ocurrido otro discurso que el de rendir sus armas al Cid ganador, sin siquiera intentar combatir, mas que fuera para intentar recuperar su maltrecho electorado.  

Aquello era como asistir a uno de esos tongos, combates de boxeo amañados en el que el aspirante está seguro de su triunfo, y el otro, para el que lo importante es cubrir el expediente, sin otros ánimos u objetivos.  Y sobre todo eso que cínicamente llaman los políticos, las formas, que no es más que la culminación del engaño, el tongo al ciudadano que se pregunta anonadado, de qué ha servido su voto. 

Todo estaba previsto; porque ya Rubalcaba  había anunciado eso tan usado de, haremos una oposición responsable; lo que es para ponerse a temblar, porque significa que se podrán de acuerdo para hacer cualquier manejo contra el ciudadano, tal como lo vienen haciendo apoyándose mutuamente, como hemos visto con el cambio de la Constitución, si los mercados, es decir, los que nos han llevado a esta catástrofe, se lo piden, aunque eso signifique dejar sin coberturas sociales a los ciudadanos, porque "hay que rescatar a las entidades financieras". Y eso es antes que la salud ciudadana, antes que la enseñanza pública, antes que atender a las personas mayores. Y además, en ese río revuelto de reparto de dinero público para los culpables del desastre, habrá negocio para algunos, con las privatizaciones. 

Mal empieza la travesía del desierto del PSOE, si los militantes no toman conciencia de que, para ese viaje pocas alforjas son menester. 

U. Plaza


sábado, 17 de diciembre de 2011

EL CONGRESO DEL PSC Y LA DEMOCRACIA EN LOS PARTIDOS


La asignatura pendiente por excelencia de los partidos políticos es su democratización, a la que ninguno de los dirigentes quiere meterle el diente. Es una asignatura lo suficientemente importante como para que los dirigentes políticos huyan de ella como de la peste, eludiéndola, a pesar de que día a día ven cómo se deteriora la función política, en opinión de la mayoría de los ciudadanos, que ven en ellos, en su gestión, el problema, cuando se supone que debieran ser la solución. Es una práctica que alcanza a todos los partidos casi sin excepción. Y por supuesto a todos los que tocan o han tocado poder en mayor o menor grado; es una práctica difícil de corregir si no se desmonta todo el tinglado que permite que las cosas sean así y no de otra manera más racional y democrática.

Y el PSC en esto no es una excepción; cumple todas las expectativas de falta de democracia interna como el resto de las formaciones políticas. 

No se comprendería la situación dada en el congreso  de dicho partido que está teniendo lugar durante este fin de semana. Resulta que el PSC viene cosechando derrota tras derrota desde el anterior congreso; han perdido el gobierno de la Generalitat, permitiendo que la extremaderecha,  CiU, recuperara el poder en las elecciones regionales, y sin que nadie asumiera de inmediato la responsabilidad presentando su dimisión y permitir la renovación del partido; han perdido las principales ciudades en las elecciones municipales, Barcelona incluida,  en las que gobernaban desde el inicio de la democracia con una derrota que, aunque sea recurriendo al tópico, es de las que hacen historia. Y por último hasta han perdido las elecciones generales, lo que nunca había sucedido antes, siendo el PSC, aunque no por méritos propios, sino por simpatías hacia el PSOE  de muchos trabajadores, el que siempre las ganaba de forma indiscutible, muy por encima de la derecha convergente. 

Pues bien, todos esos desastres encadenados uno tras otro, no han sido motivo suficiente para que, en el congreso del partido,  sus delegados rechazaran con sus votos la gestión llevada a cabo por los dirigentes que ha conducido al PSC, y por la responsabilidad que ejercían, a toda Cataluña, al desastre, a  aupar a la derecha más agresiva e insolidaria catalana, con el apoyo del PP, para que pueda hacer las políticas más impopulares y reaccionarias posibles, en contra de los ciudadanos más débiles como estamos viendo, con el nulo sentido democrático de CiU, a la hora de repartir las cargas .

En lugar de lo propio, la censura a los dirigentes, por su desastrosa gestión, por parte de los delegados, sí ha logrado la ejecutiva que sea aprobada su gestión por más de dos tercios de los votos. Incompresible en una situación de normalidad y trasparencia democrática.

Cabe preguntarse qué habría tenido que pasar para que, si no en su totalidad, sí la mayoría de los delegados tomara conciencia de la situación, para rechazar el resultado de una calamitosa gestión de la ejecutiva, visto que la que han llevado a cabo, les parece buena a los dos tercios de los delegados.

Pues lo más seguro es que nada diferente a los sucedido ahora. Sean cuales sean los resultados  obtenidos por el partido, todo habría discurrido por los mismos cauces que ahora. Y eso es precisamente el problema. 

Las ejecutivas de los partidos controlan  todos los entresijos de los mismos, sin que nada se les escape; desde los procesos congresuales hasta la mayoría de los delegados que votarán lo que conviene votar para que todo parezca que cambie, pero que todo siga más o menos igual. 

Y, es ciertamente compresible, toda vez que esas ejecutivas  controlan también muchos de los empleos de los delegados; los que si en otra época los cargos les servían para medrar, en estos tiempos de sumisión política al mundo financiero, y liquidación en la práctica de la democracia, ni siquiera formal, y  de miseria para los de abajo, tener un empleo o una forma de ganarse la vida, es mucho más importante que una crítica al desastre político logrado por los dirigentes. Porque saben que, sean quienes sean los que queden mandando, pertenecerán al mismo núcleo del grupo de intereses; y  saben que ese grupo seguirá teniendo la llave del cajón del pan, que les permite comer. 

Así que votar en conciencia para castigar a los responsables del desastre; a los que se sabe que no desean que la democracia de verdad se cuele entre las rendijas de un congreso controlado, no es la opción que mejor contemplan los delegados, cuando se manejan tantos parámetros y situaciones hasta personales. Para que eso cambie es condición indispensable partir de cero, echarlos a todos los que hasta ahora han dirigido el cotarro; y que sean caras nuevas y sin compromisos los que se encarguen de democratizar el partido. 

Pero eso es tanto como una revolución dentro de las encorsetadas estructuras caciquiles de los partidos, que nada tienen que ver con los verdaderos intereses que dicen representar, como estamos viendo de forma dramática, con toda su crueldad en los tiempos que corren de desahucios y recortes de derechos para los más pobres, y enriquecimiento insultante para los más ricos. 

Y sería  un soplo de aire fresco para la política. Pero los dirigentes políticos prefieren la polución del contaminado aire actual que les permite a ellos ejercer una suerte de caciquismo, el cual les va muy bien, aunque se hunda Troya para la mayoría de los ciudadanos.

U. Plaza

jueves, 15 de diciembre de 2011

EL DILEMA DEL PSC: SOCIALISTA O NACIONALISTA


Como era previsible, visto el talante derechista de la cúpula del PSC, el nacionalista Pere Navarro, alcalde de Terrassa, el que se postula para dirigir el maltrecho partido tras el fiasco de la montillada, da sus pasos, como también lo hacen otros de la misma cuerda como Montserrat Tura; y lo hace, no hacia posiciones sociales que justifiquen el nombre de socialista, sino precisamente en sentido contrario: hacia posiciones nacionalistas, es decir de derechas, compitiendo con el otro partido de la derecha catalana, hoy ya en la mayor de la extrema derecha, vista las políticas que está llevando a cabo, liquidando lo público a favor del negocio privado. 

El alma nacionalista de la cúpula PSC, que no de sus militantes, y mucho menos de sus votantes, la gran debilidad que sume a ese partido en la desesperación para lograr la verdadera cuadratura del círculo, esto es, presentarse como socialista, recabar los votos de miles de ciudadanos que les votan porque así lo creen–sobre todo porque han unido siempre a la hora de la verdad sus cantos de sirena con los del PSOE–, y sin embargo están permanentemente hablando de partido independiente. 

Navarro, como buen representante de esa burguesía, la catalana, que juega a ganar como sea, también ha sacado a colación sus delirios nacionalistas, diciendo que el PSC debe votar en el Congreso aparte del PSOE, diferenciándose de éste, actitud típica del nacionalismo: ser diferente, o vender la moto de la diferencia.

A este discurso tan manido del chantaje permanente que tanto gusta utilizar al nacionalismo–sean el  partidos-chantaje de CiU, o sea el PSC, lo lógico sería que el PSOE, de una vez por todas diera un paso adelante en la regeneración del partido y decidiera que ya está bien de tanto victimismo; y que se presentaran a las elecciones en Cataluña como PSOE; y que los nacionalistas del PSC, entre los que está Navarro, lo hicieran como lo que son, es decir como una fracción de la burguesía catalana. O, teniendo en cuenta las escasas, por no decir nulas diferencias con CiU, que se integraran en el partido de la derecha catalana. Al fin y al cabo no tienen ningún problema en unirse a ellos para defender la esencias patrioteras, olvidándose de que lo que los debiera diferenciar es la condición de clase y los intereses populares, que nada tienen que ver con los delirios patrioteros de CiU y otros compañeros de ese viaje, que también se dicen de izquierdas.

Esa situación aclararía mucho el panorama político catalán. Y si los nacionalistas del PSC como Navarro, Tura y otros que pululan en el mismo con similar intención y andamiaje político, decidieran continuar con la ficción de seguir llamándose socialistas, lo que no cabe duda es de que ya no tendrían ningún problema a la hora de votar como les diera la gana, suponiendo que lograran tener suficientes votos, enfrentándose al PSOE, al que siempre, repetimos, acuden para que les eche una mano en tiempo de elecciones. 

La cosa está clara: es cuestión de ser ellos mismos, de no jugar con dos baraja, una  para apoyarse en los socialistas del PSOE para recabar el voto del obrero castellano parlante, al tiempo que hacen políticas nacionalistas y por lo tanto de derechas, que ya las hace el partido de la derecha catalana, como todo el mundo sabe. Ese es el dilema. Lo que pasa es que Navarro, como el resto de los dirigente del PSC, saben las escasas posibilidades que tendrían como partido verdaderamente independiente, sin los apoyos del PSOE, y enfrentado electoralmente a éste.  O bien tratando de ocupar el espacio que ya ocupa la ultraderecha convergente.

U. Plaza


miércoles, 7 de diciembre de 2011

CiU-PP: HIEROS GAMOS

La ultraderecha catalana, CiU, ha descubierto ante todos las verdaderas cartas con las que quiere jugar, que no son ya sólo la bandera tan explotada durante tanto tiempo, de Catalunya, la Nació y toda la palabrería inventada para el consumo idiotizante de muchos honestos  ciudadanos que se lo siguen creyendo, aunque cada vez les cuesta más tragar semejante rueda de molino –visto el saqueo de lo publico que están llevando a cabo–  y que con tanto arte utilizó el inventor de la cosa, que muchos incluso llegaron a mitificar y a considerarlo un  equilibrado gobernante con capacidad, cuando a la vista estaba que no daba para mucho, salvo que por una ley electoral antidemocrática, le permitía ciertas licencias de apoyos a los partidos gobernantes, incapaces de democratizar dicha ley para acabar con  semejante disparate de que unos pocos votos decidieran la política de todos.

Ahora, sus herederos, ya despojados de toda vestimenta de partido centrado, equilibrado y con mucho seny,  que nunca tuvo más allá de hacer de la necesidad virtud, se apresura  a dejar por el camino muchas de las teatralidades de antaño por no necesitarlas; cuando todos los partidos catalanes se unieron, porque así convenía al guión, para aquel Pacte del Tinell, onanista, con el que quedaron orgiásticamenente satisfechos todo los partidos nacionalistas. Todos, sin excepción, en una práctica antidemocrática, por no llamarlo con palabras más gruesas.  

Pretendiendo excluir al PP, con la peregrina idea de hacer creer a la ciudadanía que éste era otra cosa diferente, extraño  y que no formaba parte también de la Cataluña real;  donde existen unas clases sociales explotadoras y otras–la mayoría– explotadas;  y que precisamente la misma clase explotadora  a las que pertenece el PP, es la de CiU, sin ninguna diferencia, ¡ninguna!  

Pero es que, en sus delirios de exclusión no se daban cuenta de que algunos de los acompañantes de los auténticos catalanes, porque esa era la excusa de la exclusión, en ese fraude democrático, recogían muchos menos votos populares que el enemigo de Cataluña. Cuando, cuanto menos,  deberían haber analizado de qué Cataluña estaban hablando unos y otros. Porque si se referían a la Cataluña obrera y popular, a las clases medias  y laboriosas,  tan enemigos de esa Cataluña eran–son– los peperos como CiU por razón de clase, con los que pactaban semejante aberración que pasará a la historia de las infamias, como Pacte del Tinell. Porque al PP hay que combatirlo, si se consideran de izquierdas, con las mismas armas ideológicas, con las mismas razones políticas, que a CiU; pero, claro para eso hay que quitarse la venda de esa sin razón, liquidar ese oximorón, de querer ser de izquierdas y nacionalista a un tiempo. 


Porque lo que  es  realmente sorprendente para el ciudadano  es que en esa parodia participaran los partidos que así mismo y contra lógica por sus cotidianas prácticas políitcas, se siguen llamando de izquierdas, tratando de aislar al PP, mientras pactaban con la ultraderecha catalana de CiU, la que ahora los aísla a ellos, uniéndose, naturalmente, por la misma razón de clase con el PP. Y de nada les servirá proclamar que ellos también son patriotes catalans, porque CiU, ya ha quemado esa etapa, a cuya quema asistieron como pardillos, en el Pacte del Tinell, que creyeron suyo, cuando en realidad sólo asistían a su propias exequias y como asistentes de CiU.

Todo eso ya es historia y todos los que vergonzantemente apoyaron el pacte-salvo CiU que sabía que le favorecía– han quedado con el culo al aire; y ven como toda la parodia antipepera de CiU, con declaración notarial incluida, queda sin valor alguno ante el matrimonio natural, divino, del PP y CiU, y regresaban al poder tras el paréntesis sin razón, de que gobernara una izquierda a la que no le pertenecía, ya que los dioses le tienen encomendada esa tarea a ellos; toda vez que no hizo otra cosa que emular a la derecha. Y  en con ese  hieros gamos  divino consuman la unión de  la ultraderecha  sin complejos, de CiU con el PP. 

Porque la realidad es que no hay diferencia alguna entre ellos, porque es la razón de clase la que los une; los intereses económicos y la oportunidad de hacer grandes negocios. Todos los ascos que la ultraderecha catalana le hacía a la del resto de España, al PP, era pura táctica, sólo eso. Porque al fin y al cabo, se trata de negocios, de una clase explotadora, la misma, nada más. La razón de clase que debiera hacer reflexionar a los partidos que se llaman de izquierda, y ponen por delante sus delirios patrioteros nacionalistas, en lugar de hacer lo que hace la derecha, pero en sentido inverso: defender sin complejos los intereses de la mayoría, sin tantos juegos de cama identitarios, sin tanto mover la cola haciendo como que se protesta, pero  considerándose parte de la tribu, único estandarte al que todos los partidos catalanes se cogen, acabando todos siendo de la misma Cataluña, la de la derecha.

U. Plaza

martes, 29 de noviembre de 2011

PRIVATIZAR CERCANÍAS DE RENFE, DE ESO SE TRATABA

La ultraderecha catalana, con CiU a la cabeza, pero no sólo ella, también los compañeros de viaje, así mismos llamados  esquerra y hasta socialistas; o los que son su eco, le han ayudado;  constantemente ha estado exigiendo que el servicio de Cercanías de RENFE, Rodalies, pasara a sus manos;  que fuera de sus competencia, "para que mejorara el servicio", decían. Todos hemos podido ver que mejoras, lo que se dice mejoras en el servicio,  que favorezcan a los ciudadanos, nada de nada.  En realidad lo que los mercaderes de la política catalana deseaban con el traspaso de las competencias era poder tener en sus manos mayor posibilidad de negocio. Todo patriotismo de la derecha es, como sabemos, directamente proporcional a sus cuentas corrientes, patriotismo cambiante si cambiante en la perspectiva  del negocio, objetivo fundamental de sus acciones.

Y ahora, a parte del saqueo sanitario y la enseñanza para su privatización, con lo que el negocio se le presenta boyante  a CiU y sus amigos,  a costa de la salud  ciudadana,  y el futuro cultural de los catalanes, tienen un sabroso bocado a su alcance–otorgado por un gobierno como el de Zapatero, absolutamente desnortado en cuanto a los intereses de todos los ciudadanos que decía defender– que no dudan morderlo. Ahora la nueva meta es la privatización de Rodalies. Para eso tenían tanto empeño en reclamar las competencias en RENFE;  en eso se resumen todas las reivindicaciones patrioteras de CiU y todos los ultras de la derecha: para hacer negocios. Todo se traduce en mercancía rentable para unos pocos, sean los servicios públicos mencionados, sean el patrimonio que ya planean privatizar; patrimonio que puede haber costado  a los ciudadanos  un esfuerzo  cientos de años acumularlos, sobre todo edificios. 

La democracia española es así de injusta por, entre otras muchas cosas, una ley electoral antidemocrática con la que discrimina a los ciudadanos: con un porcentaje mínimo de apoyos electorales, que no llega ni al la cuarta parte logrado por CiU, se puede privatizar todo el patrimonio público si los gobernantes insaciables así lo deciden. Lo lógico sería–en una situación democrática que fuera más allá del mero ritual de votar cada cuatro años,  que ante semejante decisión se pidiera opinión a los ciudadanos en referéndum  sobre lo que es suyo y pretenden vender. 

En nuestro país los ciudadanos carecemos de opinión. Todo se puede hacer si el negocio y la ambición así lo aconseja. Se privatizan las empresas boyantes o con posibilidad de negocio, a la par que se nacionalizan las pérdidas–generalmente de forma temporal hasta que se han saneado con dinero público–para volverlas a privatizar una vez saneadas. Todos tenemos en mente muchas de esas empresas, que eran lo mejor de nuestro patrimonio, que ahora están en manos privadas. Pero no pasa nada. En legal, claro, las leyes las han hecho los mismos que disfrutan de ellas. Otra cosa es que sea justo y democrático, que eso es harina de otro costal.  Un paso para normalizar y democratizar la vida pública, sin duda pasa porque se recupere ese patrimonio, esas empresas que eran de todos, para tener un tejido industrial que nos permita situarnos al mismo nivel que los países de Europa, que nos impusieron su desmantelamiento, para vergüenza de la casta política que se hizo posible. Y siguen en ello. Lo de CiU sobre Cercanías es una pequeña muestra más de que caminamos en sentido contrario de los intereses ciudadanos. En lo que sin duda abundará con creces el PP.

U. Plaza








viernes, 25 de noviembre de 2011

DEBATE, CONGRESO, CAMBIO DE POLÍTICA, O DISOLUCIÓN

A una semana del desastre Zapatero –que es a la postre el desastre del partido socialista y sobre todo el de los españoles, porque somos  los españoles de clase baja  y media las víctimas–, lo que por lógica debía haberse producido en la noche electoral, la dimisión de todos los responsables de la debacle, principalmente del presidente, converso al salvaje liberalismo  económico, todavía no se ha producido; es más, siguen sin asumir responsabilidades nadie, ni el gobierno ni el el partido–eso sí en el consejo de ministros han hecho un ultimo favor a un personaje condenado, regalándole el indulto ¿por qué será? Ya se sabe que en España tiene más posibilidades de ir a la cárcel un ladrón de un pan que un delincuente financiero.

Parece que, aunque no cabe duda de que en la ejecutiva del PSOE están los viejos cuchillos tiritando bajo el polvo, más por ambiciones personales o de baronías, que por regeneración; lo que se vislumbra es que los mismos responsables del desastre son los que pretenden alzarse con el santo y la limosna, para arreglar el desaguisado. Algo así como que sean los mismos que han provocado el desastre económico, los banqueros, los encargados del arreglo, con las mismas recetas. 

Se dice que unos están apuntalando al Rubalcaba, que aunque perdió las elecciones con una patada a Zapatero en su culo, lo cierto es que él estuvo en el gobierno validando todo el desastre del converso presidente; y que como mínimo es corresponsable de una política de abandono de sus electorado y de favorecer las a los más ricos, hasta el paroxismo. No parece que sea lo que más convenga al partido. 

Como tampoco parece que la auto postulada candidata, Carmen–perdón, Carme Chacón– sea la persona más idónea para dirigir nada en este momento. Salvo que se pretenda convertir al PSOE en un partido nacionalistas, como el  amontillado PSC, que se adelantó al desastre, precisamente por olvidarse también de su electorado y copiar a la derecha convergente, a los inciativos y a Esquerra, en sus delirios patrioteros.

Lo que procede en estos momentos, es que toda la Ejecutiva presente su dimisión sin más dilación. Sin utilizar el sistema felipista de me voy para que reclamen mi vuelta por aclamación. Ninguno de los que hayan tenido la menor responsabilidad, por activa o por pasiva, en las políticas de derechas del PSOE y de su gobierno, está legitimado para seguir dirigiendo, ni siquiera en cargos subalternos. 

Lo que procede es la creación de una gestora que abra un debate entre todos sus militantes, e incluso entre los ciudadanos, ya que muchos millones de ellos, que les dieron su apoyo, lo hicieron para otras políticas. El partido, una vez fuera los que actualmente siguen queriendo gestionar el futuro, debe decidir qué camino toma. Si regresa a su historia como defensor de los intereses populares, o sigue por el camino que ya emprendiera González, de copiar, e incluso empeorar por eso de la fe del converso, a la derecha salvaje, que en España por su historia lo es mucho.

Un congreso para el mes de febrero, como se ha anunciado, y sin que el debate alcance toda la dimensión que el desastre requiere, es prematuro y acelerado, es cerrar la crisis en falso; porque es un problema de contenido ideológico. El PSOE debe decidir si es un partido, si más no, socialdemócrata, progresistas, o si ya ha decidido ser un partido que ha renunciado a los valores de la izquierda. En todo caso se debe acabar con la ficción y el engaño de llamarse socialista y obrero y mostrarse tal cual es, según las políticas que aplica de sumisión al desastre financiero. 

En caso contrario, de que los socialistas  del partido decidan recuperar sus orígenes, ser parte de la izquierda, más o menos desteñida, pero con políticas de progreso, también deben decidir qué hacen el sus filas personajes de la derecha, en Cataluña y en toda España, banqueros y otros que pululan y medran muy cómodos en el PSOE. Y otros que se jubilan ocupando puestos en empresas muy importantes. ¿Por qué será? Puede ser legal porque en este país lo legal muchas veces está lejos de la legitimidad, y sobre todo de la ética.

El partido socialista es necesario para el país. Pero lo es si cumple con su función de partido, es decir, defender a una parte–la más débil–de la sociedad. De lo contrario, para ser una formación que imite miméticamente lo que hace la derecha más salvaje como ha hecho Zapatero, y obedezca las órdenes que le dan desde las altas esferas de decisión, desde organismos que nadie ha votado, olvidando que su proyecto progresista–al menos así lo dicen cuando piden el voto sus dirigentes– debe ser intentar cambiar la realidad impuesta por el terrorismo financiero. De nos ser así mejor que se disuelvan y permitan que sea la propia sociedad la que articule los medios para defenderse de los saqueos a los que está siendo sometida por las castas políticas, hasta ahora con el apoyo del gobierno Zapatero.

U. Plaza




lunes, 21 de noviembre de 2011

LA SOLEDAD DEL PERDEDOR. REFUNDACIÓN O DISOLUCIÓN

Se merecía un poco más de generosidad por parte de los suyos.  Asumió ser el derrotado cuando aceptó ser candidaro a sabiendas, aunque nunca que llegara a tal magnitud la humillación; confiaba  en las artimañas de encantadores de serpientes que tan bien le fue al mayor serponsable de que el PSOE sea el otro partido de la derecha, cualquier cosa menos socialista, ni siquiera socialdemócrata. 

Fue patético ver cómo Alfredo Pérez Rubalcaba aparecía solo ante los medios y sus partidarios de base, mucho más generosos que los jefes, lo aplaudían. Apareció sin coraza alguna a dar la cara por una derrota, que si bien también es suya, pero no sólo suya.

Fue patético ver la cobardía del principal responsable de la debacle, que no tuvo valor de dar la cara como principal responsable del desastre, lo que retrata ya en sí, si es que hiciera falta,  al personaje, en cuyas manos estaban los destinos de los españoles. Pero también retrata a toda la Ejecutiva del PSOE, así como a su Grupo Parlamentario. Todos validaron, hasta con entusiasmo todas y cada una de las ocurrencias del personaje, por aberrantes y catastróficas que fueran, y auguraran lo que al fin llegó, poque estaba cantado; porque tampoco la democracia ha llegado al funcionamiento  los partidos y nadie se atrevía a decirle que el rey estaba desnudo donde debía, no a los medios y ocultándose, en el anonimato;  que el jefe los estaba llevando al desastre porque él era quien aseguraba sus prebendas.

Rubalcaba tuvo sus minutos amargos, pero no le quedaba más remedio que dar la cara, ante la negativa del escondido secretario general. Pero ahora empieza una larga travesía del desierto que debiera pasar por la refundación del partido–tras el fiasco de la anterior  cuando fue Zapatero el que se alzó con el triunfo en aquel congreso del '97– y donde se marcara la proyección y la ideología de los que tienen la sartén por el mango en el partido. Que decidan si se consideran socialdemócratas, o son el otro partido de recambio de la derecha, con los votos de la izquierda. 


Han jugado a las dos cosas. Han pedido el voto de los débiles y han hecho políticas para los poderosos. Lo han hecho en muchos lugares en que sólo mostraban la cara de izquierdas cuando estaban en la oposición, y claramente de derechas cuando estaban en el poder–en Cataluña, incluso emulando al nacionalismo de forma patética copiando todos sus desvaríos hasta el ridículo–  Han olvidado sus orígenes naturales republicanos; han asumido todos los valores más reaccionarios de la peor derecha salvaje sin que se les moviera un ápice la sensibilidad; han olvidado profundizar en el laicismo del Estado y han seguido contribuyendo al mantenimiento de una Iglesia, que sin embargo se muestra agresiva contra las decisiones progresistas del parlamento; se han negado a democratizar el sistema electoral, claramente injusto, que permitiera abrir campos de reflexión democrática y de participación, porque les beneficiaba como casta la antidemocrática ley vigente. Y han hecho tantas cosas que en nada importante se han diferenciado de la derecha natural.

El partido debe refundarse o disolverse. Para partido de la derecha ya existen varios. Y sólo con la asunción de los valores plenamente democráticos tiene sentido el PSOE; pero es un contrasentido que  ese partido se llame socialista, o que quiera como mínimo alcanzar el título, si más no, de progresista, y que en él cohabiten personajes de la derecha más rancia, hasta de la España profunda y  de la gran burguesía, cuyos nombres todos conocemos y chirrían en los oídos de muchos que se sienten de izquierdas. 


Han de elegir. Pero mucho nos tememos que nada de eso harán. Ahora, tras la derrota, en el próximo congreso que se avecina, harán promesa de enmienda porque toca la etapa de izquierda porque están en la oposición. Pero mucho cambian las cosas, o se hacen con el partido los socialistas–que los hay sin duda dentro del mismos aunque no manden– desembarazándose de los oportunistas que tiene por oficio llamárselo para rentabilizarlo, o dentro de un largo tiempo, cuando alcancen de nuevo el poder, la historia se repetirá. No se puede hacer una política socialista, progresista sin socialistas en el timón dirigiendo la nave. Menos sin son de derechas u oportunistas. De ser así acabará a la deriva, como ya sucedió tras el desastre González de ayer, para la izquierda, y el desastre Zapatero de hoy.

U. Plaza

domingo, 20 de noviembre de 2011

ACABÓ LA COMEDIA, SIGUE LA TRAGEDIA

Una vez finalizado el circo de toda la puesta en escena de la campaña electoral, y el día de su culminación, en la que los políticos de los grandes partidos, beneficiarios del sistema, han dedicado algo más de su tiempo  a los ciudadanos, para labrarse su futuro, sobre todo de los próximos cuatro años, ya no tienen necesidad de seguir la comedia. A partir de ahora, como es habitual, se olvidarán de los ciudadanos. Se acaba la comedia, empieza la tragedia.


Porque esto que llaman democracia no permite la participación ciudadana. Sobre todo en los grandes temas que nos afectan; todo quedará al libre albedrío de unos cuantos, a los que hemos votado, más o menos, aunque los votos hayan sido en el cómputo general una minoría muy escasa en el reparto, en unas elecciones desiguales, sin que todos los votos vangan iguales. En definitiva, sin democracia. 


Ahora, y hasta la próxima puesta en escena de la siguiente comedia antes de la siguiente tragedia, ni sabrán que existimos. O lo sabrán sólo en la medida en que seamos capaces de hacérselo recordar con nuestras protestas ante todo lo que tramarán en contra nuestra. Y sacarán la porra–es un decir ya que el presupuesto para la represión de las protestas es la única partida que cuidan como oro en paño los encargados de orden, que como sabemos en el mayor de los desórdenes.

Porque de inmediato, salvado el molesto, pero necesario escollo electoral que lo cumplen porque lo justifica todo; y tras la noche de fiesta de unos y los llantos de otros, se volverá a lo que la casta política llama normalidad; es decir, la mayor de las anormalidades, como es hacer todo lo que está en sus manos para servir a especuladores y  banqueros, porque ese es su cometido. Para eso se apresurarán a hacer políticas que nunca llevaron en sus programas, todo lo contrario: las ocultaron.
 
Ahora, como vienen haciendo desde que hay elecciones, tras la dictadura, todas las promesas electorales de los grandes partidos que son los que decidirán, será caro papel mojado, inservible, o sólo  para aquellos curiosos que tengan el humor de volver a cabrearse si los releen, en un ejercicio de masoquismo,  y constaten la farsa del sistema. 

Todo cuanto, dijeron, digo, quedará en Diego; es más ni tan siquiera se molestarán en justificar las mentiras. La soberbia que anida en las mentes de la casta política es de tal magnitud, que en lugar de ser humildes ciudadanos que se sienten responsables de sus promesas, considerarán de inmediato que somos nosotros, los ciudadanos que pagamos sus escandalosos sueldos y prebendas los que estamos a su disposición. La inmoralidad sigue en ascenso cada día, cada instante. Y si protestamos, aun pacíficamente por los recortes, por el saqueo sanitario para enriquecerse, siempre habrá  dinero de sobra para la partido de pertrechos para la represión, esa no se rebaja. El orden, aun a golpes, es su cometido, es decir el orden de la injusticia. Son especialistas en ello, son siglos de experiencia reprimiendo a los de abajo, para que los de arriba sigan viviendo a los grande.
 
Reverdecerán sus maquiavélicas tramas, pondrán en marcha todo el aparato de propaganda para convencernos de que las mejoras conquistadas durante más de dos siglos de lucha, que hemos pagado con mucha sangre y dolor, ya no nos lo podemos permitir porque antes que nosotros y nuestros derechos a la Sanidad y a la Enseñanza; antes que procurar una vida digna a los ancinos tras una vida de trabajo, hay que sanear sus  despilfarros y los de sus amos: el atraco bancario. 

Seguirán saqueándonos sin que el menos rubor, del que carecen por falta de costumbre, de nuestros derechos, para que los grandes millonarios sigan siéndolo aún más, y a su vez les permitan  a ellos, a los capataces de la política, disfrutar de las migajas que caen de las mesas de los poderosos; que es mucho dinero, pero que para las multimillonarias cifras de las que se apropian, los que de verdad mandan,  son minucias sin importancia. A pesar de todo, se venden bastante barato para lo que le hacen ganar a sus amos, aunque para la inmensa mayoría sea escandaloso.
 
Ahora, ya pasado el paréntesis electoral, bastará con que la maquinaria desinformativa se mantenga engrasada. Y cuando falten pocas semanas para la próxima puesta en escena,  la próxima comedia, digo, que precederá a la siguiente tragedia, unos tragos de telebasura, confiarán en que la gente se haya olvidado de que todo cuanto dijeron cuatro años atrás era falso–como ahora se ha olvidado de lo anterior–. Y que con un poco de salsa amnésica, volvamos a renovarle el contrato. Al fin y al cabo también son mandaos, los que decidirán de verdad no se presentan a las elecciones, para esos trabajos los tienen a ellos, sus capataces. Entre tragedia y tragedia, 15 días de comedia.
 
U. Plaza

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? y (VII)

Seguramente una de las mayores aberraciones cometidas en la transacción desde la dictadura a la partitocracia de hoy, fue el haber hecho un pacto tácito entre los actores de aquella obra maestra de distracción, para olvidar nuestro reciente pasado. No pongo en duda que hubo motivos en aquellos momentos, si más no, para aplazar ciertas cuestiones que pudieran ser ásperas y de difícil acomodo, cuando lo que se suponía que de lo que se trataba era de consolidar un Estado que rompiera con la dictadura y avanzar hacia la democracia; toda vez que el régimen no fue derrocado, y fue él, sus dirigentes conversos a la democracia en los últimos minutos,  quien marcó la pauta del cambio que hizo, obviamente a sus gusto, para que no cambiara  nada en lo fundamental del poder oligárquico, y de todos aquellos que se habían beneficiado de la larga dictadura; sobre todo porque los guardianes de la misma, el ejército franquista, la Iglesia y las fuerzas represivas muy implicadas en acallar cualquier protesta, como principales soportes a lo que el franquismo representaba, harían todo lo posible para no hacerlo viable.

Pero una vez pasado el tiempo, todos aquellos, los políticos que iban llegando de renuevo, aunque endogámicos, porque no se movía nada que no estuviera bajo control, vieron las ventajas que les reportaba el disfrute de las prebendas y sueldos la situación establecida, con los que muchos, ni siquiera en sus mejores desvaríos oníricos habían pensado. Y parece que consideraron que la mejor manera de  eternizar los privilegios era manteniendo a los ciudadanos en la más absoluta de las ignorancias en cuanto a su pasado reciente. Era mejor no meneallo para que la gente no se hiciera preguntas. Sobre el pasado dictatorial y también sobre el pasado más reciente que nos ha llevado al presente caótico de castas políticas, y por ende, de injusticia, del que no son ajenos los que, gobernando, no lo hicieron o impidieron en toda si dimensión. 


No les corría ninguna prisa que las jóvenes generaciones pudieran conocer de forma clara lo que había pasado en España en el último medio siglo, entonces, ahora ya transcurridos más de ochenta años. Y nada  realmente efectivo se hizo para que  en las escuelas, ya desde primaria, en los institutos, ni siquiera en las universidades, con el suficiente análisis que permitiera a la juventud conocer todo lo que necesariamente, tarde o temprano se vería en la necesidad de preguntarse. 


Sólo aquellos jóvenes que por tradición familiar, porque habían participado en la lucha antifranquista, conocieron parte de la historia, naturalmente muy limitada, y por qué no, sesgada. La mayoría la desconoce todavía. Y salvo aquellos que se sumergieron en lecturas posteriores a las docentes, y que fueron descubriendo todo o parte de lo que les habían ocultado, vivió su infancia y su adolescencia con una reciente página de su pasado en blanco, que nadie institucionalmente quería rellenar. Pero que sin ello, sin un completo estudio histórico en los sistemas de enseñanza, no se podrá cerrar un negro capítulo de España. Una vez rellenada, y leída esa página, podremos mirar adelante sin más. 

Incluso aquellos que entonces, siendo jóvenes y que participaron en las luchas en el tardo franquismo, ante el panorama desolador que propiciaban los que se había aupado al poder, pero  que nada tenía que ver con las ilusiones que les había llevado a involucrarse en la lucha, consideraron que la batalla la habían perdido estrepitosamente; que las clases populares habían sido derrotadas una vez más, y que a esta derrota habían contribuido los que se suponía eran de los suyos, aunque,  bastara un pequeño análisis biográfico para convencerse de todo lo contrario. 

Para entenderlo basta saber que de los 33 años  que van desde la aprobación de la Constitución en 1978 hasta hoy, cerca de 22 han gobernado los que, en principio, debieran haber sido los más interesados en recuperar la memoria, en explicarle a los ciudadanos nuestro reciente pasado, de forma desapasionada y sin falsear, tarea de la que se encargo extensamente la dictadura. 


Estaban en las mejores condiciones, una vez conjurado el temor de la involución, para haber llevado a fondo, sin sectarismo de ninguna clase, todo el conocimiento de lo que representó la República en el terreno cultural y modernización de las estructuras sociales, en mucha zonas, medievales; también sus carencias y errores, por supuesto. Así cómo los motivos que llevaron a las castas ancladas en un pasado colonial ya inexistente, con la Iglesia y las fuerzas más reaccionarias y privilegiadas como principal soporte, a dar un golpe de Estado, que sumió a España en un régimen de terror e ignorancia.

Era el momento para explicar, sin apasionamiento, con toda la información que los historiadores, y la memoria viva que todavía muchos tenían, todo lo acontecido tras el golpe de Estado y los acontecimientos que hubo en todos y cada uno de los lugares de España. Y, sin lugar a dudas lo que representó la dictadura de la oligarquía durante cerca de cuatro décadas.


La Historia debe ser contada y conocida por las nuevas generaciones tal como ocurrieron los acontecimientos, sin manipulación; con sus heroicidades y sus miserias, única manera de cerrar las páginas de nuestra historia, que no lo hará mientras todo no se haya situado en el lugar que le corresponda. 

La dictadura, su crímenes y todas sus injusticias es la gran desconocida de las jóvenes generaciones. Y  lo peor que se ha hecho ha sido convertirla en un tabú, pensando que de esa manera todo sería más fácil de manejar. Los pueblos europeos que pasaron por situaciones de dominación fascista, bien pronto supieron abordar los temas, por espinosos que fueran, y en un análisis colectivo, con la historia clara de todos los acontecimientos, decidieron mirar hacia adelante, sin resquemores ni  reproches del pasado. Nosotros hemos hecho todo lo contrario; y sin ninguna duda es una rémora, un lastre, del que debiéramos habernos desprendido. Hasta tenemos una Academia de la Historia, que la falsea al estilo franquista, que elogia al dictador, para vergüenza de los responsables políticos, y humillación de todos aquellos asesinados en las cunetas y tapias de los cementerios, que por cierto siguen la mayoría de ellos, sin contar con el apoyo oficial para sus familiares les den sepultura con el respeto merecido, ya que fueron asesinados por defender la legalidad democrática. Nada de eso parece preocupar a nuestros gobernantes. 






U. Plaza 


domingo, 13 de noviembre de 2011

¿DEMOCRACIA? ¿QUÉ DEMOCRACIA? (VI)


El sistema actual, al que llaman democrático, ni siquiera es capaz de asumir el enunciado que proclama. De ser las elecciones formalmente democráticas, habría alguna posibilidad, si más no, de lograr meter una cuña contra los intereses oligárquicos defendidos por los partidos que defiende su sistema, principalmente el PSOE, PP y CiU. Pero eso no es posible con los mecanismos establecidos. Y para hacer que así sea lo tienen muy pensado y previsto: el banquete es de ellos, de unos pocos y no se permite la entrada a los pobres. Si acaso, sólo a algunos, que lo que en realidad harán será justificar y dar carta democrática a un sistema que no lo es, a un sistema corrupto. Y, naturalmente, a los que se sienten encantados de que los tengan en cuenta, para lo cual se ponen a su entera disposición.

Así que han creado toda una serie de filtros que hacen imposible la verdadera participación ciudadana en la vida política. Son muchas, algunas  escandalosamente claras; otras ocultas para la mayoría de la población, desinformada. Incluso aunque estén a la vista muchas personas no las ven, se creen el discurso de que cuando van a votar deciden algo importante con su voto, porque todos deciden en democracia.

 Pero es falso. Porque han decidido por su cuenta, sin contar con los electores, que para presentarse a una elecciones sean necesarios toda una serie de requisitos, a todas luces  antidemocráticos; porque quien debe decidir si alguien merece ser representante de los ciudadanos han de ser éstos con sus votos. Impedir que alguien pueda ser candidato de forma arbitraria y sin consultar con los ciudadanos,  en una cacicada que sólo beneficia a los que disfrutan del poder y a sus servidores.

Aquellos partidos aceptados arbitrariamente para que participen en las elecciones, como otro filtro, se han inventado que los repartos de los tiempos de propaganda electoral en los medios públicos–pagados con dineros público, pero al servicio de los grandes– sean dispares. Se hacen en función de la representación lograda por cada uno en las anteriores elecciones ¡hace cuatro años! No como debiera ser, en sentido democrático, que todos partieran de cero, con las mismas posibilidades. Con lo que es prácticamente imposible que los partidos que intentan renovar y limpiar el sistema, puedan llevar al conocimiento de la opinión pública sus programas. La endogamia del sistema está asegurada. Y si a ésta se añade la no menor existente dentro de los partidos, el cuadro antidemocrático es completo.

Y además el Estado les da un montón de dinero– nuestro dinero– a los partidos del sistema para que hagan sus costosas campañas, sin olvidar los préstamos que tan generosamente la banca invierte en sus preferidos; es decir entre los más grandes, sin que el agobio para que los préstamos sean devueltos, si es que se devuelven, se parezca en nada al acoso que ejercen sobre el sufrido ciudadano en paro, al que despojan de su vivienda, o al pequeño o mediano empresario; además lo hacen con el apoyo de los becados políticos desde los gobiernos,  sea del de España o desde los de las taifas; e incluso desde la leal oposición, por no pagar la cuota de la hipoteca, por haber perdido el trabajo, o verse con problemas para cobrar facturas impagadas, muchas veces por la propia Administración. En definitiva, los banqueros, como los verdaderos amos, al ser tan desprendidos con los partidos que sostienen el régimen,  invierten sobre seguro, invierten para sí mismos. 

A los partidos emergentes, e incluso los pequeños que han logrado entrar el las instituciones con un gran esfuerzo, los prestamos no les llegan. Y si lo hacen, si acaso, con la exigencia de avales,  que ponen en peligro el patrimonio personal en el primer caso, y con exigencias de devolución muy gravoso en el segundo, quedando hipotecados eternamente; y naturalmente sin poder conseguir competir con los grandes. Sin olvidar que además de la propaganda que les otorga la antidemocrática ley, pueden recurrir a los medios privados, sólo con la condición de tener mucho dinero, del que dispones los elegidos, y del que carecen todos los demás; con lo que el disparate antidemocrático se ahonda aún más. Pero siguen diciendo que el sistema es democrático.

Los partidos del sistema después recibirán una cuantiosa cantidad de dinero, por escaño y por voto emitido a su favor. Los que no lo logren por esa ley tramposa y antidemocrática, aun teniendo cientos de miles de votos, no recibirán nada.

Han establecido que aquellos partidos o grupos políticos que hayan podido saltar las trabas anteriores para presentarse a las elecciones, pero  que no lleguen a un porcentaje de votos–entre el 3 y el 5% según elección–, ya de entrada no tienen derecho al reparto de escaños. Con lo que se puede dar el caso de que a un partido que tenga, por ejemplo,  dos millones de votos, no se le adjudique ni un solo diputado. Y justifican semejante cacicada decimonónica, propia de la Primera Restauración borbónica–en la segunda como vemos sucede igual–, con toda la desvergüenza que los caracteriza, para que el parlamento no se atomice. Con lo que, en nombre de la democracia, se cargan la propia democracia. Deciden que todos aquellos ciudadanos que han votados a esos partidos pequeños, hay quedar despojarlos de su condición de ciudadanos, toda vez que son anulados sus votos. 

Pero hay mucho más. El reparto de escaños se hace por provincias, con lo que a un partido de los pequeños le puede costar un diputado, si lo logra, ocho o diez veces más votos que a uno de los grandes. Cuando lo democrático debiera ser que todos los votos se sumaran. Porque después, en el parlamento todos valen igual. Porque todo el que no llegue al porcentaje decidido por los que controlan el sistema en cada provincia, no les servirán de nada. Es más se da el caso de que a un partido le falta un puñado de votos en una provincia para lograr un escaño, al tiempo que en otra le sobres muchos miles, sin que logre escaño en ninguna de las dos.

Además hay que tener en cuenta otra de las trampas antidemocráticas como es el de reparto de escaño por el sistema D´Hondt, que prima a los partidos grandes contra los pequeños, con lo que se hace también muy difícil romper esa  barrera. 

Después, tras la puesta en escena del día electoral, también los medios serán prácticamente un monopolio de los principales partidos. Con lo que la dictadura desinformativa está servida; ya que harán propaganda constantemente de las bondades del sistema, sin que nadie pueda competir en esa vorágine de la mentira planificada.

Y cuando ya todo el circo haya pasado, tras pedir el voto de forma teatral, y tras el despeje de los incómodos partidos que podrían ponerle trabas a sus manejos, los grandes partidos se pondrán por entero al servicio de los poderes económico, sin importarles lo más mínimo de que quienes les han votado han sido los ciudadanos y no los Mercados, como ya sabemos, dándole dinero público a la banca que, para enjugarlo, nos irán saqueando los servicios públicos, porque –dicen– que no hay dinero y hemos gastado demasiado–.

 Ese es el grado de moralidad de estos políticos de esto  que  llaman democracia, como estamos viendo. Porque  resultará que tras el recuento de votos,  un partido gobernará con un porcentaje ridículo, de menos de un cuarto del electorado–en torno al 22 % tiene CiU.

Como todos comprobaremos, tratarán de hablar del porcentaje emitido, no sobre el censo, y naturalmente olvidándose de que hay muchos ciudadanos que han votado a partidos pequeños– que quedarán ignorados de las informaciones–, que ellos, con su ley, han decidido que no son ciudadanos, ya que les han robado el voto, porque lo han emitido en favor de otros partidos que no son de los que dominan el tinglado de reparto de prebendas.  Incluso alguno de los que son víctimas del sistema, pero que han logrado meter la cabeza con algún escaño, se integran sin mayor problema, en lugar de dedicarse por entero a denunciarlo.

A pesar del escándalo antidemocrático que eso representa, se sienten con derecho a arrogarse la representación de la totalidad de los ciudadanos,  a hacer políticas salvajes, contrarias a la mayoría,  saqueándonos la Sanidad y la Enseñanzas públicas,  para hacer como ha dicho el inefable Conseller  Ruiz, el hombre al servicio de las entidades sanitarias privadas, que ha aconsejado a los empresarios invertir en la sanidad, porque es un buen momento para hacer negocio con la sanidad privada. Naturalmente, al mismo tiempo que están desmantelando los hospitales. O precisamente porque los están desmantelando y es un bocado sabroso para la especulación con la salud de los ciudadanos. 

Y todo sin que hayan mecanismos de corrección democrática–porque esto no se parece en nada ni siquiera a una democracia formal, no lo olvidemos– que los expulse del poder antes de que puedan destrozarlo todo. Y con esos porcentajes pueden liquidar nuestro patrimonio, no sólo sanitario y  cultural, sino   hasta malversarlo todo cuanto les venga en gana, vendiendo edificios centenarios.

Es evidente que cuando no hay democracia, hay que hacer algo para conquistarla, aunque sea una lucha larga y difícil. Por eso hay que tener en cuanta que en estas elecciones hay que participar, pero naturalmente sabiendo muy bien, y sobre todo, a quién no hay que votar. Todos sabemos quiénes nos han bajado los sueldos, quiénes nos han congelado las pensiones, quiénes nos están dejando sin Sanidad y Enseñanza públicas;  y quiénes están de acuerdo con los presupuestos militares para  guerras ajenas, de intereses ajenos, incluso para los propios ciudadanos normales de los Estados que se benefician de ella, los Estados Unidos o sus edecanes ingleses. Una guerra de los grandes especuladores del petróleo y de los que controlan el mundo a su favor.

Es importante poder mostrar y denunciar esta farsa   ya que la representación de los partidos que se erigen como ganadores, en realidad no lo son. Y que entre los votos a los partidos pequeños, los votos nulos y los blancos, además de la abstención, mucha de ella de ciudadanos cabreados, son porcentajes muy superiores a los conseguidos por el partido  que de inmediato nos hará la vida imposible.

Es más importante que nunca participar en las elecciones para dejar constancia de este hecho que pasa desapercibido por decisión de los medios. Hay que votar a aquellos partidos pequeños que mejor vaya con nuestras forma de pensar; y si no encontramos ninguno, votar nulo o en blanco. Y para el Senado, esa Cámara innecesaria y que nos cuesta una fortuna, en blanco; pues vótese lo que se vote, tampoco tendrá utilidad más que para    avalar unos cargos de una Cámara sin otra función que la de mantener unos cuantos personajes  incómodos en los partidos, colocados ahí para que no incordien, o que no se sabe dónde colocar, ¡pero a qué precio!  




Sigue en (VII)

U. Plaza