miércoles, 18 de diciembre de 2013

LOS HACHAZOS A CORTO Y A LARGO PLAZO

  En el régimen partitocrático que manda en España, se supone que los gobiernos acceden a sus funciones por un periodo de cuatro años. Y aunque debido a que, una vez aposentados en los ministerios convierten todos los medios públicos y casi los privados en sus cortijos particulares, pueden seguir de forma indefinida. Pero en principio es una legislatura de cuatro años, tiempo al que debieran limitar todas aquellas decisiones partidistas. Y sólo cuando se tratara de cuestiones de hondo calado de Estado, y con acuerdos amplios con la oposición, debieran traspasar dichos límites de una legislatura de cuatro años.

   Sin embargo estamos constantemente viendo que sus ambiciones de poder  y permanencia se alargan hasta muchos, muchísimos años más allá. Se trate de lo que se trate la percepción que el ciudadano tiene es que una vez puestas sus posaderas en los sillones que deciden los atropellos contra el ciudadano, por mediación del BOE, ya creen en la eternidad de sus cargos y de su gobierno. 

  Así vemos que el gobierno del PP que ha batido todos los límites de la mentira, antes y después de acceder al mismo, prometió que la luz no subiría, y ahora vuelve a anunciar nuevas subidas. Nada nuevo, una mentira más entre tantas, creen que pasará desapercibida. Lo raro sería que por un despiste, como a veces sucede en las votaciones, el PP cumpliera una promesa. Sería apoteósico.

   Pues bien la luz volverá a subir, a pesar de que la pagamos más cara que la mayoría de nuestros vecinos.  Eso ya entra en la genética servil de los gobiernos, con las grandes corporaciones. Lo chocante es que dicen que la subida se irá alargando durante muchos años más. 

   Y uno se pregunta ¿por qué ningún partido de la oposición no dice nada, no responden ante semejante dislate antidemocrático? Porque se supone que dentro de diez  años por ejemplo, los ciudadanos tienen derecho a creer, aunque sea utópicamente y para no morir de desesperación, que entonces se puede dar el caso de que en España –y en los 17 cacicatos– haya un gobierno decente que trabaje algo más para la defensa de los ciudadanos que les pagan sus sueldos y privilegios, que para los estafadores financieros, los empresarios especuladores y esclavistas, los trituradores de vidas de la Troika y los deseos de la Merkel y sus banqueros empobrecedores del sur del Continente europeo. Y si eso se diera, qué duda cabe que los pronósticos del actual gobierno, no se cumplirían. ¿Qué es utópico? Quizá, pero a veces los pueblos sobreviven a la agresión de los poderosos y sus lacayos de los gobiernos indecentes gracias a la utopía y porque luchan para que se haga realidad.

  ¿Entonces, a qué se debe que todas sus tropelías contra los más pobres las proyecten a tan largo plazo? Sencillamente porque saben que en el régimen actual del bipartidismo –a menos hasta ahora– todos los roles están predeterminados. Y saben que si llega al poder de nuevo el otro partido del régimen, defenderá exactamente lo mismo. Porque el hecho de cambiar un partido por otro en el gobierno, no cambiará nada. Y lo acordado por uno será aplicado por el otro. Porque ambos defienden las mismas políticas de agresión a los más pobres y defienden por igual a los mismos amos. 

   Por lo tanto se explica que piensen que lo que ha decidido un partido en un gobierno, lo asumirá su copia exacta en cuestiones de importancia, y lo aplicará. Ya hemos visto lo fácil que le resultó a Zapatero y a Rajoy ponerse de acuerdo para obedecer a los trituradores y fabricantes de miserias con el límite del déficit, que lo hicieron con verdadera alevosía antidemocrática. Y lo que les cuesta decidir aquello que beneficie a la mayoría. 

   Así que están tranquilos porque creen tenerlo todo "atado y bien atado" como pronosticó el sanguinario dictador golpista. Y, discursos florentinos a parte, la realidad es que todo está controlado, porque representan idénticos intereses porque la mayoría de ellos –los que deciden– vienen de pastar en los mismos prados. Por lo tanto la solución está lejos de esos partidos y sus copias en los cacicatos, aunque se llamen de otro manera. Los hachazos a corto y a largo plazo, los tienen claros todos ellos y en la dirección que han de ir. Porque una cosa es el teatro "opositor", y otra la cruda realidad de sus decisiones políticas contrarias a la mayoría.

Ubaldo Plaza