viernes, 2 de noviembre de 2018

CUANTO MÁS UNO SE AGACHA....



De antiguo hay un dicho que reza así: Contra más te agachas más se te ve el culo. Es lo que pasa cuando uno intenta congraciarse con alguien que no atiende a razones ni respeta los mínimos tratos de convivencia, rompiendo todas las reglas legales, al tiempo que insiste en tener razón. 


Es lo que le pasa a Pedro Sanchez, que ha repetido una y otra vez, cuando estaba en la oposición y poco antes de acceder al gobierno, que el golpe de los nacionalistas de la derecha, era rebelión. 

Es evidente que ese cambio de actitud del presiente del gobierno se debe a la necesidad de contar con los votos de los partidos-chantaje para aprobar los presupuestos; y Sánchez cae en la misma trampa y dejación en la que han incurrido todos los gobiernos de la democracia, en lugar de haber hecho lo que debían, que no es otra cosa que darle a los nacionalistas el peso que realmente tienen, por sus votos, y no  primarlos con más escaños de los que les corresponde, con una ley electoral antidemocrática. Pero esa es ya una historia vieja, que nadie ha querido enmendar, ni el presunto "socialista" González, ni Zapatero, y ni mucho menos Aznar, que le entregó al jefe del nacionalismo  lo que quiso, para gobernar. Y nada que decir de Rajoy, que pasará a la historia como el "presidente ausente", o sesteante

Sánchez en un juego de bolillos incomprensible, trata de capear el temporal con medias verdades, que también son medias mentiras, para agradar a los nacionalistas –algo extendido entre la falsa o connivente izquierda que sigue considerando a la derecha, a la burguesía depredadora, su aliada, de alguna manera–. Y éstos responden con más agresiones verbales, crecidos, aquelarre tras aquelarre, viendo la debilidad del presidente del gobierno, llegando al delirio de pedir, no que los indulten, que ya sería un disparate, sino que lo que quieren en vencer al Estado imponiendo que sean declarados inocentes. 

Y Sanchez sabe que eso es imposible, pero se sigue agachando y mostrando su trasero. Claro que hay parte de teatro, pero  le está dando a los nacionalistas, que siguen en su golpe a pesar de la soledad en la que viven internacionalmente, grasa para que sigan animando las llamas de sus fanáticas huestes de la Cataluña profunda y decimonónica.

Ubaldo