viernes, 5 de noviembre de 2010

SUELDOS, SERVICIOS PRESTADOS Y ÉTICA.

La manera que tienen los políticos para asegurarse su futuro económico es impresionante y paralelo a la falta de ética que exhiben. Ya se lo aseguran mientras y durante el cargo, votando sus prebendas, sueldos y otras "pequeñeces"  que los ciudadanos que se lo pagamos con nuestros impuestos no podemos ni soñar. Hay ejemplos y cifras para marear al más pintado. Eso sin tener en cuenta el dinero que gastan supuestamente  por el cargo, muchas veces inútil para el ciudadano, y que sólo sirve para alimentar los delirios mentales del sujeto en cuestión, como las embajadas a lo grande, por alguna autonomía, para creerse cabeza de ratón y no lo que realmente son.

Pero es que además, lo que para un ciudadano normal es una catástrofe, perder el empleo, para ellos es un bien añadido. Y más desde que los banqueros nos llevaron a la quiebra por sus egoísmo sin límites; y los políticos, como empleados a su servicio enjugaron con multimillonarias cifras sus saqueos con dinero de todos, en lugar de llevarlos a la cárcel. 

Para  la casta política supone una mejora sustancial en el incremento, ya escandaloso, de las rentas que perciben, cuando dejan de dedicarse a la política en directo, y pasan a ocupar otro cargo, otorgado seguramente como premio por los servicios prestados. A veces son las mismas empresas privadas las que les ofrecen el cargo ¿por qué será tanta bondad?

Tenemos el ejemplo de reciente conocimiento por el gran público de los dos grandes partidos de mayoritarios. El que se llama socialista, a pesar de que no ejerce, todo lo contrario, vista la agresión que acaba de hacer a los trabajadores  con el retroceso laboral  al que llaman Reforma, muy propio de la derecha. Y también en  la sumisión en lo ideológico, entre otras muchas,  no llevar adelante la reforma religiosa, que prometieron, separando de una vez por todas  la Iglesia y el Estado, poniéndose al servicio de los valores reaccionarios que ésta  defiende. 

Y se acaba de premiear a la que fuera vicepresidenta del gobierno, Teresa F. de la Vega, algo así como con  90.000 euros de nada de sueldo, sin contar otros privilegios de los que los mortales no sabemos, como son coches oficiales y otras dádivas insignificantes, pero que con las cuales seguro vivirían muy bien varias famlias.

Y la del otro partido de la derecha, el heredero del franquismo,  su secretaria general, resulta que recibe nada más y nada menos que unos 240. 000 euros– de calderilla–, por varios conceptos; que cuando se ha sabido el escándalo que representa, ha dicho que va a renunciar a una pequeña parte. Lo ha dicho después de saberse, no antes. Pero que aun así siguen siendo más de 2.000.000 insignificantes euros al año.

Y todo eso al tiempo que el gobierno recorta las pensiones y los sueldos de los trabajadores de la administración, funcionarios, pero no sólo funcionarios, el Ejecutivo  suben a sus ya escandalosas nóminas, un 2%. Y lo hacen cuando hay cientos de miles de trabajadores que no reciben nada, que están rebuscando muchos de ellos en las basuras o yendo a comedores públicos para llenar el estómago, porque los han hechado de sus casas por no poder pagar la hipoteca, por lomismos bancos que han recibido su dinero, el del ciudadano.

Eso en lugar de crear un Banco Público, que diera créditos a las pequeñas y medianas empresas, que son las que en definitiva crean el 80% de los puestos de trabajo; y ayudar a los trabajadores que no puedan pagar sus hipotecas por estar parados. Así que el escándalo es mayúsculo. Pero eso no afecta en nada a su sentido de la responsabilidad. Ni se inmutarán. Ellos siguen a lo suyo. Y si hay que volver a recortar, porque así se lo ordenan su amos del FMI, o eso que llaman los mercados que son los que deciden, lo volverán a hacer, naturalmente a los más pobres, pero nunca a sus privilegios, ellos incluidos.

Sin ninguna duda, lo más importante es devolverle a la política la ética republicana, la que Azaña y otros republicanos de otros tiempos. Aquellos que jamás se enriquecieron con sus cargos  que consderaban de verdad un servicio publico. Y que se hubieran sentido avergonzados ante tanto despropósito. 

Es necesario que se considere que no es posible que con tanta gente en la pobreza y alguna en la miseria, algunos se arroguen semejantes privilegios, sin que se les caiga la cara de vergüenza. Sin ese sentido del deber y la austeridad con sigo mismos. Mientras no se considere la política como un servicio y no un privilegio, y ética intachable, no podremos salir del pozo. Y con ambos partidos, iguales en sus objetivos de políticas de derechas, seguiremos igual. Hay que cambiarlo todo. Porque, que lleguen los gürterianos del PP al poder, sólo cambiaremos los nombres, no las políticas, que incluso empeorarán, y ni mucho menos la ética. Mientras no se considere semejantes sueldos un disparate, con todo lo que está cayendo, todo lo demás estará llamado al fracaso y no se sembrará para el futuro. Y el presente es desolador.

U. Plaza