domingo, 24 de diciembre de 2017

LA SITUACIÓN DE LA IZQUIERDA EN CATALUÑA, PREVISIBLE.






Por desgracia lo que escribía el 30 de septiembre en La Chispa, http://lachispa3.blogspot.com.es/2017/09/podemos-en-cataluna-hacia-la.html  ante el desvarío o desorientación de Podemos en Cataluña, se va confirmando: en las elecciones catalanas los trabajadores no han votado en clave de clase, sino como defensa ante la agresividad del nacionalismo fascistoide, cada vez más evidente de la derecha catalana. 
Los trabajadores no han tenido opción de votar de otra manera, ningún partido de los que decían representarlos ha tenido un discurso netamente social, sino que, o ha sido la ambigüedad con los reaccionarios del nacionalismo, o han sido cómplices de sus disparates. Tanto es así que Pablo Iglesias hizo de anfitrión del jefe de la derecha, Puigdemont, el golpista, en un acto en Madrid. Lo que demuestra que para el secretario general de Podemos, la derecha nacionalista catalana –la de los recortes y el saqueo sanitario– "es menos derecha" que la otra, cuando son idénticas y defienden los mismos intereses, como se pone de manifiesto en sus votaciones en el Parlamento, cuando de lo que se trata es recortar derechos ciudadanos, principalmente a las clases populares. 

Pero es que además, Iglesias tindó de "presos políticos" a unos detenidos de la derecha, por orden de un juez –no por la Brigada Político Social franquista– y acompañar a sus partidarios de los detenidos ante los tribunales, como parte integrante de los "movilizados", cosa que jamás se les ocurrirá a esos reaccionarios hacer por la detención de un trabajador. Y pudimos asistir al enternecedor llanto de Xavi Domenech en la manifestación convocada por la derecha, en protesta por las detenciones, haciendo caso omiso de que eran los jueces, repitámoslo, los que ordenaron su ingreso en prisión.

Además de que tanto Pablo Iglesias como otros dirigentes de los Comunes, iban anunciando continuamente que deseaban hacer un gobierno con los fascistoides de “Esquerra”, –hay que tener un despiste descomunal, o desconocer el percal, para considerar de izquierdas a "Esquerra" a los que jamás vimos defender ninguna causa de los obreros durante la dictadura–; lo que anunciaba que un voto a los Comunes era un voto para la derecha nacionalista, si cuajaba la alianza. Recordemos el desastre de los gobiernos Tripartitos, en los que los de Esquerra  hacían de su capa un sayo,  sobre todo en la Enseñanza y en el aparatro de propaganda TV3 y Catalunya Radio, en manos de verdaderos alumnos aventajados de Goebbels.
Con estos mimbres pocos cestos democráticos se podían esperar. Y así ha sido. En Cataluña se ha dejado que Podemos languideciera en manos de los que no son otra cosa que nacionalistas y hasta independentistas vergonzantes unos, descarados otros (recordemos que la número 2 de la lista por Barcelona se declaró independentista). Y, era evidente que los independentistas, ya votaban directamente a los de su tribu, y los que no lo eran, por razones obvias tampoco les votarían. Porque las intenciones anunciadas invitaba a no votarles. 
Eso sin profundizar demasiado en la actitud de Ada Colau, que decía no ser independentista, pero ella, como su teniente de Alcalde, iba a todos los akelarres de la derecha independentista, y hasta sucumbiendo a las exigencias, absolutamente absurdas por tratarse de un Ayuntamiento, de romper con el PSC por el 155 para contentar a la derecha talibana golpista, quedando la Corporación municipal a expensar de la derecha convergente, o como se quieran llamar, que por el camino que van envejecen los nombres que se inventan para disimular sus orígenes corruptos.

Podemos, sus dirigentes, de haber estado palpando la realidad, hubieran sido ellos los que debían haber convocado las grandes manifestaciones, que en su inmensa mayoría eran trabajadores, que salieron a la calle, enarbolando las banderas monárquicas contra la gresión del nacionalismo que los excluye, por carecer de otra alternativa. Podemos debía haberlas convocado, con bandertas republicanas de la Tercera Republica, si procedía, o sin banderas. Pero erigiéndose en la fuerza política de "los de abajo", como decían antes, en lugar de irse pareciendo cada vez más a "la Casta".
Esto le ha dado un balón de oxigeno a la monarquía, además de ocasionar la renovación de la derecha, con actores diferentes, como Ciudadanos. No sólo no lo hicieron, no convocaron la protesta, por ser parte del problema y aliados del nacionalismo –lo mismo que el PSC que sólo acudieron cuando vieron el vendaval–, sino que a parte de excluirse, la tildaron de "manipulación fascista". Como decimos los catalanes, haceroslo mirar. Porque todo el llamado Cinturón Rojo catalán –ya bastante descolorido por tantas renuncias– hoy ha votado derecha. Pero no porque se hayan vuelto de derechas ese más de un millón de personas, sino por renunciar a defenderlos los que debían ser los suyos.


Pero lo más grave vendrá a partir de ahora, porque mucho me temo que no rectificaran, –como tampoco rectificará el PSOE, que ganando todas las elecciones generales en Cataluña, jamás el PSC ganó unas catalanas–, cuando lo que procede es dar un giro copernicano a la política de Podemos, alejarse de la peste de la derecha nacionalista y persistir en lo que hizo que Podemos despertara las esperanzas –ahora bastante frustradas– de millones de españoles, trabajadores, su discurso social. Decía en el artículo mencionado que Podemos pagaría caro su apuesta o ambigüedad con el nacionalismo en Cataluña, pero que posiblemente lo pagarían en toda España. 
Quisiera equivocarme. Lo triste es que este viaje ya lo recorrimos los comunistas del PSUC. Mientras duró la dictadura los nacionalistas –los sectores de la burguesía siempre están presentes en todo partido, (la derecha no da puntadas sin hilo) – no se mostraron con todo el descaro –era peligroso y mejor que fueran los obreros a la cárcel, ellos se reservaban para tiempos mejores, como así fue–, hasta que  se vieron con fuerzas para tomar la Dirección del Partido, para liquidarlo. Como así fue. 
Me cuesta creer que tan capacitados politólogos no hayan leído la reciente historia del movimiento obrero, para aprender de ella. Si la izquierda no ha levantado cabeza en Cataluña es, entre otras cosas, porque confunden a sus enemigos de clase. Y lo es la derecha, pero sobre todo, la derecha nacionalista en el actual contexto histórico.  Y esto no es de ahora, ya nuestros clásicos lo advertían: nacionalismo es destrucción, insolidaridad.

Ubaldo Plaza