jueves, 21 de febrero de 2013

!"ATACAN CATALUNYA"!

    Ya es un clásico. De hecho es EL clásico. No hay nada que en esta Cataluña de los talibanes que más les gusta sacar al victimismo. Naturalmente para estos personajillos Cataluña son ellos, la minoritaria casta que ha hecho y deshecho a su antojo desde tantos años. Y lo utilizan con las mismas intenciones fanatizadoras que en cualquier secta religiosa, sólo que en este caso de lo que se habla es de negocios, como muy bien está siendo más que evidente para todo el mundo, incluso para aquellos que honestamente se lo venían creyendo por el machaqueo permanente en las neuronas de los catalanes, que los padecemos. 

   Ya el jefe de la familia convergente lo utilizó con éxito, cuando empezaron los primeros escándalos, aunque dicho con justicia, no lo hizo solo, sino que contó  con la ayuda necesaria y corrosiva de otros políticos españoles que en aquellos momentos prefirieran contar con el puñado de votos de CiU–en lugar de recurrir a los votos de la izquierda aunque se decían socialistas, lo que dice mucho de la categoría socialista del sujeto, hoy asalariado de lujo de una multinacional–, antes de que  se aclarar las posible irregularidades o delitos: y lo hizo, como suelen hacer los dictadores o los gobernantes populistas y tramposos, envolviéndose en la bandera y recurriendo al patrioterismo. No es que fuera invento nuevo, el caudillo, cuando en el mundo se protestaba por sus atrocidades, también se envolvía en la bandera y decía: ¡Atacan a España! y convocaba a sus huestes, autocares y bocadillos incluidos a la plaza de Oriente ¿Les suena?

  Ante el escándalo–uno más que los ya endémicos de corrupción que nos agobia a los catalanes sin que haya intención de liquidarlos–del espionaje de todos contra todos, de nuevo aparece el !Atacan Catalunya! Y lo ha dicho esta vez  el talbán Homs, número dos de la nave que llevan la deriva. De nuevo ha salido con las acusaciones de que la culpa es de otro, nunca de ellos que son inmaculados. 

  El problema es que han abusado tanto de toda una ristra de acusaciones que como suele suceder, sobre todo ante las evidencias, pierden valor y eficacia, por desgastado porque se les ve el plumero. 

   Es curioso la manera que tiene la derecha catalana–toda la derecha catalana, hasta los que se camuflan de izquierda que apoyan su proyecto–, de considerar que todos los catalanes nos sentimos atacados, porque ellos necesiten envolverlo todo en esa niebla narcotizante, para poder ocultar la realidad: que su gobierno de talibanes es un absoluto fracaso. Y que están dejando a los ciudadanos sin los más elementales derechos, principalmente en sanidad y enseñanza. A la par que derrochan millones en sus delirios identitarios y patrioteros, que evidentemente pagamos todos, a costa, entre otras, de convertir los mejores hospitales que tenemos en meros centros de asistencia de beneficencia. Y que como sigan así, serán mera antesala del tanatorio para la mayoría, ya que los ricos sí tendrán la sanidad que deseen porque podrán pagarla. Ahí está el quid del asunto: el negocio. Y la sanidad  privada, arruinada la pública, es un buen negocio. Y todo lo que estorbe al negocio, es "un ataque a Catalunya", SU Cataluña que nada tiene que ver con la de los miles de ciudadanos que están en listas de espera en los hospitales por los recortes, muchos de los cuales no llegarán a tiempo.  

  Aquellos que se crean que la derecha es nacionalista, ni siquiera en los términos que proclaman, deben saber que éstos no tiene patria. O mejor dicho, su patria son los negocios, y su patriotismo–también la derecha de los patriotas españoles del PP–se mide en ceros a la derecha de sus cuentas corrientes. Y si les interesa en un momento dado porque es bueno para el negocio, se olvidan de la patria. De hecho ya lo hicieron apoyando la dictadura de Franco, porque les era más rentable. Luego, cuando consideraron que había que cambiar, se quitaron la boina falangista y se calaron la barretina, y en esa estamos. 

Ubaldo Plaza