jueves, 18 de noviembre de 2010

JARRONES CHINOS












Los "jarrones chinos", no es que no se  sepan dónde ponerlos, es que lo primero que debieran hacer ellos es estar callados y no molestar. Sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de dinero que nos cuestan a los contribuyentes mantener su tren de vida aunque sean inútiles trastos y además se les permita hacer chapuzas en conferencias exageradamente pagadas para lo poco que aportan. Más bien todo lo contrario. Son de lo más inoportuno.  Y da lo mismos que sea el hombre que criaron en las probetas de los laboratorios de la derecha europea para liquidar a la izquierda en España en los últimos años de la dictadura, con la Alemania de Willy Brand o del inefable Mitterrand, y que acabó por desmantelar lo poco que de izquierda tenía el PSOE, o que se trate    del que fuera segundo edecán del terrorista iluminado Bush. 

Ambos jarrones chinos, y por lo tanto inútiles, pero muy caros, no saben qué hacer para salir en los papeles y recuperar protagonismo; aunque con eso les hagan un flaco favor a sus respectivos   tribus o partidos. Ahora, seguro que a Rubalcaba, como presidente efectivo del partido y del gobierno, no debe haberle hecho mucha gracia, la entrevista de El País en la que reaviva tiempos oscuros del partido socialista y del gobierno; el Gal y otras minucias que habían quedado más o menos en el olvido para mucha gente tan propensa en nuestro país a olvidar lo importante. 

Y las ha sacado a colación cuando todo indica que el partido del presidente no levanta cabeza. Y sobre todo por la deriva derechista del gobierno, no sólo con la agresión a los trabajadores poniéndose a las órdenes de los culpables de la crisis, y favoreciendo a los banqueros y otros depredadores; por su sumisión a la Iglesia retirando la Ley de Libertad Religiosa, después de tantos años de fundamentalismo, haciéndole un gran favor a los que quieren que España regrese a tiempos pasados, amén de seguir reglándoles inmensas cantidades de dinero para que a la postre venga el jefe de la cosa a insultarnos en una invitación . Y entonces llegó González. 

Y ahora, además llueve sobre mojado, por en la vergonzosa actitud ante los crímenes del sátrapa marroquí, justificando, o no haciendo nada efectivo, para haber  evitado primero, y condenar después  la masacre llevada a cabo por el dictador de Rabat. Lo único que le faltaba al gobierno de Rubalcaba–es evidente que Zapatero ya hace vida de Jarrón chino, insepulto–, es que su antiguo jefe se moviera del rincón que se le asignó como jarrón inútil y molesto, con el deseo de que se le viera lo menos posible para que el personal no recordara su desastrosa gestión y contribución a la liquidación de los valores de la izquierda, y por ende democráticos, de los que nunca participó el sujeto. Fue con González, no se olvide, cuando el personal empezó a comprobar que "todos los políticos eran iguales". Cuando la ética de la izquierda la dinamitó el angelito. El mismo que hizo bueno a Suárez, liquidando un Estatuto de los Trabajadores mucho más favorable para los trabajadores. Hoy sigue igual y aumentando.

Otro tanto le sucede al vice servidor del pistolero tejano, que ya hay que caer bajo para ser segundo vice de un sujeto de tan escasas luces, y las pocas que tiene las empleó en matar y torturar y tras dejar de ser emperador, seguir justificando la tortura que su soldadesca utilizó.

Este jarrón chino, también resulta molesto desde las FAES (¿Falange Española?) cada vez que se suelta la melena y echa por la boca algunas de sus vomitadas ultra derechistas de neocon, cada vez que Rajoy intenta disimular las derivas ultras que le acompañan en su partido. 

Es evidente que lo mejor que se puede hacer con los jarrones chinos, es meterlos en un baúl, cerrarlo bajo siete llaves como la tumba del CID, y que no se oiga hablar de ellos. No es precisamente gloria lo que dejaron por el camino ambos personajes. Pero lo peor es que se empecinan en seguir siendo protagonistas aunque se hunda el mundo y obliguen al presidente del gobierno en ejercicio efectivo, a proclamar que él lo quiere, que como todo el mundo sabe es la manera de decir todo lo contrario de los que piensan en vez de desautorizar la patada en el hígado que les ha dado.


U. Plaza