Aquellos que tan eufóricamente festejaron la llegada de la derecha al gobierno catalán, desinformadas capas populares, pronto se se han topado con la realidad de las políticas ultraconservadoras de recorte del gasto publico, que es donde se demuestra la verdadera ideología de los gobierno, de derecha, y de izquierda si los hubiera, siempre favorecedores de los poderosos, amigos, jefes o allegados.
Y el conseglieri Mas, con la trupe de ministrillos, trepas ultras de los que se rodea, provenientes del sector privado, y alguno otro que durante un tiempo tuvo la desfachatez de llamarse socialista, o estar en un partido, o lo que sea, que así se llamaba, están planeando una de las mayores agresiones que la derecha pudo nunca imaginar poder asestarle a las clases populares.
Han empezado con los recortes en la Sanidad Pública, y con la enseñanza, los dos pilares fundamentales del bienestar social y de distribución o equilibrio de cierta igualdad, ya que, si no en otras cosas, sí al menos en que por razones económicas en los hospitales y en la Enseñanza de titularidad pública, los ciudadanos puedan tener una atención que les garantice, tranquilidad y futuro.
Pero no es que, como dicen los representantes de la derecha convergente, que hay que recortar presupuesto por la situación económica, por la crisis–provocada precisamente por los mismos estamentos de clase a los que ellos pertenecen, y que hasta ahora, que sepamos ninguno está en la cárcel–; de lo que se trata es de desprestigiar la Sanidad y la Enseñanza públicas, para poderla así, con cierto desapego del ciudadano ante su mal funcionamiento que se encargan de propiciar, regalar la gestión a sus amigos, privatizándola, y poder morder el bocado que los buitres de las mutuas y otros interesados, tan cercanas a algún conseller, empeñado en considerar la salud del ciudadano con una empresa o fábrica que reparta dividendos, que en realidad es a lo que están acostumbrados los mercaderes de la derecha.
Es cierto que a esta situación se ha llegado debido al desastre del Trigobierno, más que tripartito, porque cada uno acercaba el ascua a su sardina, empeñados más en emular a la derecha nacionalistas en sus desvaríos identitarios, propios del siglo XVIII, y además muy caros, que en una acción de gobierno dedicado a las clases más desfavorecidas, que son la mayoría, pasándose los cuatro años de legislatura, reivindicando todo aquello que, con un creciente paro y galopante miseria, menos importaba al ciudadano, aunque sí a los jefes de los partidos, que han vivido en sus egocéntricos despachos, mirándose el ombligo y al margen de la realidad de la calle, de lo que preocupa al ciudadano.
Ahora, ante la soberbia que anida la depredadora derecha catalana, del invento pujolista, tan de derechas y reaccionaria como la española del PP, sólo cabe hacerle frente con la unidad y la organización de los ciudadanos, que serán las víctimas de las decisiones de expolio de derechos conquistados en duras luchas durante decenios. Sólo así se podrá frenar la escalada agresiva emprendida por las clases dominantes para desposeer de lo poco que les quedaba a los más débiles, como es la calidad de la Sanidad y la Enseñanza. De no hacer nada, que nadie dude que esto sólo es el principio. Pero vendrán más agresiones. Porque lo que no cave duda es de que son insaciables cuando huelen la posibilidad de carnaza, que se traduce en dividendos.
U. Plaza
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