El cogote de Rato, el que vimos “violado” por un funcionario, no es un cogote cualquiera. Es un cogote “ilustre”; como quien dice el representante de todos los cogotes ilustres de los que durante siglos han acogotado a los españoles.
Por eso el gobierno de los ”acogoteadores”, financieros y especuladores al servicio de la Troika (a los que tienen la osadía de llamar empresarios, degradando a aquellos que de verdad se dedican a sus tareas industriales, y no a corromper corrompibles del poder político a su servicio) se ha apresurado a hacer leyes que impidan que semejantes situaciones tengan lugar.
Recordemos la de veces que los plumillas del pesebre han criticado “la pena de telediario”, cuando algunos de los "ilustres" cogotes eran llevados esposados ante el juez; igual que todo detenido, pero es que los ilustres son otra cosa. Por ejemplo cuando presenciamos cómo la guardia civil llevaba a aquellos dos excosellers, íntimos de Pujol, ilustres y "patriotes" donde los haya, que todo el cotarro pesebrista se alarmó por aquella "afrenta".
Porque no debemos olvidar que esos “protocolos” de los funcionarios policiales se vienen aplicando a todos los cogotes acogotados, no ilustres, entiéndase, sin que los que ahora les molesta la “violación” del ilustre cogote de Rato se plantearan que aquello pudiera tener nada de humillante.
Y para evitar semejantes situaciones había que sacarse de la manga leyes antidemocráticas como la ley mordaza, para limitar la crítica. Y, sobre todo, impedir que se repita la mano del funcionario sobre ilustres cogotes.
Pero ahora no se trata de salvar el cogote de Rato , amortizado, y que en todo caso será salvado más adelante, si es que acaba siendo condenado, que está por ver, con un indulto.
No. Ahora de lo que se trata es de evitar que el desfile de cogotes ilustres que se espera puedan ser igualados a los cogotes de la plebe. Por eso, no por otra razón, el gobierno, siempre atento a los intereses de sus inspiradores programáticos de los recortes sociales, se mete en harina legislativa, porque ya son “cienes” los cogotes previstos a desfilar ante las cámaras. Y había que quitarle al funcionario policial la posibilidad de actuar como se venía haciendo. Porque no se olvide, en una sociedad como la que padecemos, no estaba previsto que los cogotes ilustres pudieran desfilar como los de los mortales, sus víctimas. Pero, a pesar de todo, hay jueces que sí creen en la igualdad ante la ley –imposible en una sociedad tan desigual–, e intentan con gran esfuerzo que se aproxime a la realidad, tratando por igual al cogote de la desgraciada víctima del sistema, que al del “acogoteador”.
Ubaldo Plaza
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