Es curioso cómo el troglodismo mediático y político, ese que sigue en las esencias de nuestro glorioso pasado ¿imperial?, el que suele realzar a los escritores extranjeros que más o menos aceptan sus tesis, y en todo caso dicen admirar a los hispanistas que han dedicado su tiempo a explicarnos a los españoles cómo somos y qué hemos hecho a lo largo de la historia.
Pues bien en cuanto alguno de ellos decide ser uno más de los nuestros con pleno derecho–y en algunos casos mucho más españoles que esos que dicen ser tan patriotas–, y hacerse españoles para disfrutar o sufrir con nosotros, aparecen esas voces criticándolos por haber dejado de ser neutrales, cuando eso es imposible ante la barbarie del fascismo. Es el caso de Ian Gibson, que lleva muchos años en España, escribiendo un montón de libros y crónicas que nos revela y acercan a nuestro pasado reciente. Pero como no es del gusto del troglodismo franquista, tan chulesco últimamente, por no haberle puesto freno por falta de voluntad política, lo consideran bronquista porque toma partido por las cosas que pasan en nuestro país, como un español más, aunque mucho más al tanto que la mayoría de nosotros.
Pues bien en cuanto alguno de ellos decide ser uno más de los nuestros con pleno derecho–y en algunos casos mucho más españoles que esos que dicen ser tan patriotas–, y hacerse españoles para disfrutar o sufrir con nosotros, aparecen esas voces criticándolos por haber dejado de ser neutrales, cuando eso es imposible ante la barbarie del fascismo. Es el caso de Ian Gibson, que lleva muchos años en España, escribiendo un montón de libros y crónicas que nos revela y acercan a nuestro pasado reciente. Pero como no es del gusto del troglodismo franquista, tan chulesco últimamente, por no haberle puesto freno por falta de voluntad política, lo consideran bronquista porque toma partido por las cosas que pasan en nuestro país, como un español más, aunque mucho más al tanto que la mayoría de nosotros.
Estaría mucho mejor este hombre, cubierto sólo con el título de hispanista, sin que interviniera como ciudadano en los asuntos que nos ocupan y preocpan. Sería mejor tratado por el sector franquista. Por nuestra parte nos sentimos muy orgullosos de que este hombre, con el que en algún momento podemos dicrepar en algún asunto puntual, sea español y participe en el patio-que aspira a ágora–en todo cuanto nos interesa, porque es un lujo para los españoles contar con él.
U. Plaza
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