El esfuerzo de los grandes medios de manipulación, con sus manipuladores estrella a la cabeza, para hacernos creer que la lucha de los trabajadores y su convocatoria de huelga en los aeropuertos españoles, es equiparable al chantaje de los señoritos controladores millonarios, es una forma más de engañar a los ciudadanos y deja en evidencia el papel que juegan al servicio de determinados intereses.
Porque no es lo mismo la defensa a ultranza de los privilegios muy particulares de unos insolidarios sectores minoritarios y egoístas como el de los controladores, que la desesperación a que que pueden estar abocados los trabajadores de los aeropuertos, ante esta nueva agresión del gobierno y su presidente, que pese a todo, se sigue llamando socialista, en su delirium tremens en su vocación y descubrimiento del liberalismo salvaje y privatizador al que se han adherido, de los sectores mejor situados.
Porque es de eso de lo que se trata. Porque lo que los trabajadores defienden no son sólo sus puestos de trabajo, con lo que ya sería suficiente, sino que la privatización pondrá los aeropuertos al albur de los intereses de aquellos a los que sólo interesa los beneficios, sin otras consideraciones.
Y es ahí donde esos medios al servicio de la operación liquidacionista juegan su mercenario papel, haciéndonos creer que son mucho más importantes los intereses particulares, que los colectivos. Viniendo a decir que convocan la huelga en momentos de mucho movimiento de viajeros y eso perjudica. ¿Y para qué se hace una huelga? Precisamente para hacer presión en aquellos momentos y situaciones en los que pueda tener mayor efecto. De no ser así la huelga se convierte en papel mojado y tal derecho constitucional no existiría. Pero una y otra vez inentan que los ciudadanos, perjudicados en ese momento, traten de ver las cosas sólo a corto plazo, de forma individual, para que se enfrenten con los trabajadores, y que no piensen que en algún momento podrán ser ellos los que tendrán que ir a la huelga para defenderse de otras agresiones de los poderes utilizando el derecho de huelga, que también perjudicarán a otros momentáneamente. Eso es una sociedad democrática y avanzada es entendido con normalidad. En España, por la génesis de la Santa Transición, la democracia real es muy débil.
Por este camino, poco a poco, los gobiernos y sus jefes de los poderes reales, de la banca y el capital especulativo, han ido liquidando derechos que fueron conquistados con dura lucha, cárcel y sangre por los trabajadores. Lo estamos viendo hoy con meridiana claridad, cuando los propios sindicatos llamados mayoritarios, negocian a la baja los salarios y condiciones laborales cada vez más precarios, "para ayudar a la economía" – mientras los bancos y grandes corporaciones se reparten beneficios de escándalo–, en lugar de hacer lo que en buena lógica debiera ser su papel: combatirlos en aras de un cambio social más justo y equitativo organizando a los trabajadores, no en momentos puntuales, sino permanentemente, ya que las agresiones del capital y sus gobiernos, son permanentes.
En este contexto en lógico que los trabajadores de AENA traten de defenderse, al tiempo que nos defienden a todos. Y es indecente tratar de compararlos con los desacreditados controladores, porque no tiene nada que ver. Unos defendían sus escandalosos privilegios, los otros defienden sus salario y que los aeropuertos no sean, una vez más, el negocio de unos cuantos a costa de la mayoría. Porque, que nadie lo dude, dentro de un tiempo, aunque ahora el gobierno diga que "los derechos de los trabajadores serán garantizados", después, cuando sea una empresa privada, eso no tendrá la menor importancia. Además de que aplicarán la lógica del negocio, aumentando los precios. Esa lógica la estamos viendo con el precio de la gasolina estos días, en que la subida del carburante es aplicada sin el menor rubor, a un crudo que se compró hace varios meses a precios mucho más bajos. Así que la irás de los ciudadanos por la huelga de los trabajadores de AENA debieran dirigirse contra los que privatizan y hacen negocio con lo público, y no contra los que tratan de que no se consume la agresión.
U. Plaza
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