sábado, 19 de marzo de 2011

LA BONDAD DE LOS "SALVADORES" DE LIBIA, NO ES DESINTERESADA



Si la decisión de los amos del mundo con respecto a la Libia y la dictadura de Gadafi fuera la norma, seguramente la ONU y otros organismos internacionales servirían para algo más que para incrementar los poderes de los de siempre; podría hasta pensarse que de verdad el derecho Internacional es respetado, y en su defecto, restituido, como quieren hacer ver con lo de Libia. 

Nadie en su sano juicio puede tomarse en serio que el despliegue militar y propagandístico   de la OTAN o sus derivados contra la, hasta hace tres cuartos de hora, uno de sus dictadores favoritos, está guiado para  proteger a  la población civil. Hace demasiados lustros que el sátrapa libio oprime a su pueblo sin  que cayeran en la cuenta; como lo han hecho otros dictadores, y como lo siguen haciendo, masacrando a sus pueblos. 

Por lo tanto, si no hubiera petróleo, y o, este no estuviera en peligro, el ataque súbito de humanismo que les ha entrado a los gobernantes occidentales, con el apoyo de los impresentables gobernantes de la Liga Árabe que ahora se desdicen a toro pasado–como mínimo tan dictadores y canallas como Gadafi–, no se habría producido ningún ataque; como sigue si  producirse en aquellos lugares donde sus dictadores sí pueden garantizarle, al precio que convenga, la estabilidad y los negocios. Ninguna acción  "a favor de la pobación civil, como dicen ahora,  les ha importado nunca.

Como sigue sin importarles los bombardeos contra  la población civil palestina, que arrastra la criminal actitud terrorista del Estado de Israel desde hace más de 60 años. Ninguna resolución de la ONU es respetada, y mucho menos se pone en marcha una acción militar para restablecer el orden y la legalidad Internacional. Todo lo contrario, el Estado opresor  israelí–que no el pueblo israelí–de los palestinos es apoyado por Estados Unidos y con más o menos disimulo, con más o menos hipocresía, por todos los gobiernos occidentales, el español incluido.

Tampoco se pone en marcha una resolución de la ONU para acabar con el expolio de Guinea por parte de un dictador que mantiene a su pueblo en la más absoluta miseria, teniendo como tiene inmensas riquezas petroleras, que podrían elevarle el nivel de vida, si no se quedaran éstas en manos de del sátrapa guineano y sus allegados.

Como tampoco se hace nada para devolverle la libertad al pueblo saharaui, después de 35 años de la traición de los gobernantes franquistas, y que la democracia no ha reparado como debiera, sino todo lo contrario; ni se envía una fuerza aérea contra la banda del dictador marroquí cuando masacra a los ciudadanos del Sahara y a su propio pueblo. Todo lo contrario: para nuestra vergüenza, el gobierno español, rindió pleitesía al autor material de la masacre, el Ministro de Represión del dictador de Rabat. 

Por tanto, todo el despliegue militar contra Gadafi, nada tiene que ver, ni con la seguridad de los ciudadanos civiles libios, ni con que en Libia se esté cometiendo una matanza. Matanzas se han venido perpetrando por los dictadores amigos, sin que se les moviera un pelo ni se alteraran las conciencias a los que han puesto en marcha toda la operación militar en Libia. 

La participación de España, por decisión de los partidos de la derecha–incluido el PSOE, cuyo significado de sus cuatro siglas ha ido perdiéndolo su significado hasta quedar totalmente desfigurado–no es más que una actitud lacayuna al servicio de los que de verdad mandan: Estados Unidos, Francia y Alemania. Zapatero, de forma sonrojante para los españoles informados, ha dado un paso adelante para hacerse perdonar su honesta actitud en la guerra de Iraq, que pronto, el ejercicio del gobierno, que no el poder,  le ha hecho olvidar.

Es posible que no tardemos mucho tiempo en ver el personaje de repuesto que ya tendrán preparado para suceder al descerebrado Gadafi–posiblemente intenten restaurar la monarquía, u otro oscuro personaje–que sea dócil a los intereses de de Occidente, y que ya no sea molesto y estrambótico como el personaje derrotado con un desproporcionado derroche bélico. 

No hay que olvidar que muchos de los que se han unido a los que en un principio se alzaron en la protesta, al eco de lo  de Túnez y Egipto, son colaboradores de Gadafi, que lo han estado apoyando durante más de 40 años. Y que cabe la lógica de que sea el oportunismo y el intentar salvarse ante el empuje revolucionario, y encontrar cobijo a la sombra de ese movimiento. 

Así que, ni inclinaciones humanitarias de los gobernantes que ahora van de salvadores e instauradores de la democracia, ni mucho menos creer que los que tomarán el mando –otra cosa es el pueblo, que nos tememos serán burlados si no están al tanto tras la liquidación del dictador, exigiendo democracia–, son  demócratas. Si cuando todo se haya pacificado, los ciudadanos no mantienen el pulso contra los oportunistas que resurgirán como hongos, negando haber sido parte de la dictadura de Gadafi, entonces todo el sacrificio de la revolución habrá sido para cambiar de dictador, no hacia la democracia. El amo tendrá otro nombre, pero será el amo, y a su vez, criado de intereses ajenos.

U.Plaza







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