La tolerancia que la derecha, digamos institucional, tiene con los partidos fascistas o asimilados, en muchas ocasiones se debe a que piensan que teniendo a alguien situados a su derecha, aunque sea nominalmente, ellos pueden presentarse ante los ciudadanos como menos radicales, menos carcas y cara amable y recabar apoyos de otros sectores de la población, con el señuelo de que están situados en el tan ansiado, pero falso centro, enmascarando así sus verdaderas intenciones e ideologías, aunque inmediatamente que acceden al poder, sus políticas sean, con alguna pincelada cosmética, de derecha extrema.
Las proclamas de esos grupos suelen pasar desapercibidas dada la escasa incidencia electoral que recaban, si es que se presentan a las eleciones. Pero lo peligroso de ellos es el discurso que proyectan. Y que poco a poco puede ir calando en aquellos sectores más atrasados de la población, que acaban creyéndolo. Lo mismo pueden convencer a esos indocumentados ciudadanos de que el mundo se hunde por culpa de determinados sectores, emigrantes o de otras razas, como de que el "laicismo que nos invade", es la causa de tanta maldad en el mundo, y que hay que hacer algo para remediarlo.
Jared Lee Loughner
Y el remedio puede ser, como ha sucedido en Tucson, Arizona, EE.UU., que un chaval de 22 años, Jared Lee Loughner, imbuido de las ideas de la ultra nazi del Tea Party, de la descerebrada Sarah Palin, por ser incapaces de analizar las consecuencias de sus actos al. Y se sientan obligado a acabar con tanta maldad personalmente liándose a tiros para acabar con la vida de quien considera responsable de que estemos a la boca del infierno, como con la senadora tiroteada, Gabrielle Giffrds y que es de ideas algo menos reaccionarias, provocando una masacre con nueve muertos.
Todo esto no pasa porque sí; obedece al clima emponzoñado en el que la ultraderecha real de Estados Unidos, el partido republicano, viene expandiendo, tratando de quitarse la espina de que el allí moderado Obama, les arrebatara la presidencia e intentara una tímidas reformas que en Europa se considerarían de escasa y limitada eficacia, superadas desde hace decenios.
Pero lo que ha pasado en Estados Unidos puede pasar en Europa, España incluida, por razones parecidas o similares, si no se pone límite a los discursos racistas y xenófobos de la ultra derecha, también de los civilizados y muy cristianos sectores conservadores, tan útiles, cuando la mano de obra barata de los emigrantes no es necesaria y les son molestos.
Y esos discursos les son rentable electoralmente–como está haciendo el PP en Badalona y otras poblaciones–, encendiendo la mecha y manipulando a sectores que sufren los efectos de la crisis, enfrentándolos, para que los ciudadanos no se percaten de quiénes son los verdaderos culpables de su situación. Siendo lo más fácil culpar a los que son tan víctimas como ellos de latrocinio de que es objeto la sociedad por los poderosos, banqueros y especuladores, con los políticos de mamporreros bien alimentados. Una cosa es atacas la delincuencia, la irregularidad de algunas situaciones, y otra incitar a la población contra ciertos colectivos, culpabilizándolos de todos los males y creando conflictos.
No debiera salirles gratis a los sectores conservadores, los discursos que incitan al odio. Ya sea desde posiciones políticas o religiosas fundamentalistas. Los ciudadanos, y sobre todo los poderes públicos, debieran atajarlos. De lo contrario no debiera extrañar que situaciones como las que tiene con demasiada frecuencia en Estados Unidos, puedan darse aquí.
U. Plaza
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