Los dos partidos catalanes mayoritarios que defiende los intereses de la derecha catalana, ambos nacionalistas, CiU y el PSC– éste, engañoso y tratando de disimularlo con el nombre de socialista–, han consumado lo que todos ya sabíamos iban a hacer. Pero lo hacen con el ya clásico sistema de poner al día el oasis catalán: con un pacto a la vista de "responsabilidad para hacer posible la gobernabilidad"; y otro oculto o disimulado en el que los silencios dicen mucho más que las palabras.
Volvemos a lo de siempre: ¿verdad que no nos vamos a hacer daño, doctor? Lampedusa sigue guiando a ambas formaciones. Porque en realidad de lo que se trata es de que todo cambie para que todo quede igual. Ninguno de los dos partidos en lo que todo el mundo ha bautizado como "sociovergencia", ha dicho una palabra de la corrupción. Ninguno ha dicho nada de las responsabilidades políticas que se derivan de ella, por lo menos para comprometerse con la erradicación de esa plaga que viene de lejos. Seguimos anclados en el tres por ciento y Mas, de Maragall. Nadie ha hecho mención al escándalo del Palau de la Música Catalana ni del caso Pretoria, todo lo contrario: hacen lo posible por ocultarlo o para quitarle importancia. Ahora con el pacto lo que queda es un gobierno con el apoyo de la oposición–algo insólitoto en una democracia parlamentaria–, con lo que en realidad no existirá oposición efectiva, aunque sí aparente. Todo quedará en casa. Lo que ha cambiado es que quien antes era el paciente se ha convertido en el dentista: "¿seguiremos sin hacernos daño, verdad doctor?"
Una vez más los votantes, los ciudadanos son burlados a la hora de utilizar sus votos. Ni los votantes de CiU ni los que le votaron al PSC pueden sentirse conformes con el pacto entre bastidores, aunque ambas fuerzas sean nacionalistas. Sobre todo porque se hace en la penumbra y lo niegan. No se hace con luz y taquígrafos. Si es que era necesario el pacto, según ellos, había que hacerlo con programa de gobierno, no de manera vergonzante y soterrada.
Los que le votaron a CiU sin duda deben sentirse inquietos porque sus votos dejen de ser "puros" para "transición hacia la independencia" que les vende Más; los que le votaron al PSC, se sentirán mucho peor y una vez más decepcionados. Porque creyeron ingenuamente que le votaban a un partido de izquierdas y remotamente socialdemócrata, para que hiciera una política vencida a los intereses populares, si seguían estando en el gobierno; o de dura oposición, si es que perdían las elecciones. Al final se demuestra que da igual a quién se vote, si se optas por uno de los dos dominantes: en cualquier caso seremos engañados. Se habla del "voto útil". Se comprueba que no hay voto más inútil que el que se le da a un partido que después lo manipula. Estamos en lo de siempre: la democracia está enferma.
Se pondrán de a cuerdo para defender lo que a ellos, no a los ciudadanos que les votaron, les interese, previo acuerdo que nos venden como "políticas responsables". Taparán las Pretorias o los Palaus molestos. Volverá el Oasis engañoso; el lago tranquilo de aguas quietas, sin removerlas para que no aflore la realidad pestilente y putrefacta de sus profundidades.
U. Plaza
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