Cualquier gesto que se haga en favor de la libertad y de los derechos de las personas debe ser bien venido, sean este por los medios que sean, si contribuyen a que se conozcan las injusticias en cualquier lugar del mundo. También si es a través del premio Nobel de la Paz.
Pero no hay que olvidar que dicho Premio, arrastra en su historia luces y algunas sombras horrorosas; y ha sido otorgado siempre con intencionalidad política, no siempre a los merecedores de haber contribuido a la Paz de su nombre. Algunas veces ha sido desconcertante, como habérselo otorgado el pasado año a Obama, cuando lo único que se le podía conceder es el beneficio de la duda, de lo que en el futuro pudiera hacer por la paz, que visto en el tiempo transcurrido, sea por su decisión o porque el muy reaccionario mundo del dinero de su país se lo impida; lo cierto es que no ha hecho nada para merecer el galardón, al menos todavía. Todo lo contrario: mantiene una guerra en Afganistán más con la vista puesta en los intereses petrolíferos y de potencia imperialista del gran capital de los USA que de ninguna otra intención democrática, además de apoyar a un gobierno corrupto en ese país.
Pero es que el Premio Nobel de la Paz ha alcanzado la cúspide del desprestigio por haberse concedido en coyunturas determinadas, más atentas a la geopolítica que ha una trayectoria de los individuos premiados.
Es el caso de la concesión del Premio a uno de los personajes más siniestros, criminales y manipuladores y que más dolor ha ocasionado al mundo, Kissiger artífice intelectual de la escalada de muerte en Vietnam; pero también la mano rectora del golpe de Estado de Chile. Fue el personaje que cuando preparaba el golpe, dijo que no se podía tolerar que el pueblo chileno decidiera, permitiéndole, votar "equivocadamente" izquierda, y que había que corregirlo, porque estaban en juego los intereses de las grandes compañías de los Estados Unidos. Así que no es que sea precisamente trabajar por la paz lo que hizo este personaje de la ultraderecha dirigiendo a unos felones asesinos como los militares chilenos, con el sanguinario Pinochet a la cabeza, con un golpe de Estado, que ocasionó muchas muertes, y la instauración del fascismo.
Bienvenido sea el Premio al chino Liu Xiaobo, si está dirigido en favor de la libertad de una persona encarcelada–en Estados Unidos y otras "democracias" también hay miles en sus cárceles, que no pueden defenderse por ser pobres–, pero el Premio, es un galardón desprestigiado por su intencionalidad política, las más de las veces, y sobre todo por habérsele concedido a un genocida calculador como Kinssiger.
U. Plaza
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