Ante la entrada de tropas rusas en Crimea, el gobierno los Estados Unidos por boca de su presidente Obama han acusado a Rusia de incumplir el Derecho Internacional. Y tiene toda la razón en sus acusaciones contra el gigante ruso. Toda vez que cualquier gobernante de una gran potencia tendría que morderse la lengua, por prudencia.
Pero el gobierno de los Estados Unidos no tiene necesidad de semejante actitud, toda vez que, para hacer esas afirmaciones contra el “incumplimiento del Derecho Internacional” por parte de la Rusia de Putin, les asiste a los gobernantes de Los Estados unidos la autoridad moral probada y demostrada durante toda sus existencia.
Los Estados Unidos jamás hicieron nada semejante. Nunca metieron la narices en ningún país para imponer un régimen a su favor, derrocando a otro que no fuera de su agrado. Jamás dieron un golpe de Estado en aquellos países cuyos pueblos quisieron liberarse de las tiranías que los oprimía y que estaban defendiendo los intereses de grandes compañías norteamericanas, o de cualquier otro sitio. Jamás pasó por la cabeza de los dirigentes de los Estados Unidos hacer un salvaje y criminal boicot a un pueblo como Cuba, que tuvo la osadía de querer ser dueña de sus destinos.
Los Estados Unidos son, quizá, la única gran potencia del mundo que nunca organizó una guerra en el exterior para expoliar los recursos naturales de continentes enteros, sin importarle la vida de millones de personas si con eso conseguía grandes ganancias, como hacen otros países sin su autoridad ético-moral.
A los Estados Unidos nunca se le ocurrió llevar una Guerra a Vietnam, envenenar la flora para que medio siglo después siguieran naciendo personas malformadas. La ética de los gobernantes de los Estados Unidos nunca les permitió apoyar un genocidio como el de Indonesia; a los Estados Unidos jamás se les pasó por la cabeza organizar un golpe de Estado para acabar con gobiernos democráticos y propiciar dictaduras fascistas en Chile, Argentina o en el resto del Cono Sur americano, apoyando a unos asesinos traidores vestidos con uniforme, o con elegantes corbatas frente a bancos o corporaciones empresariales. Ni se le ocurrió invadir Guatemala ni Granada y llevar a cabo decenas de invasiones a países que no obedecieran sus órdenes. Eso nunca.
La autoridad moral de los gobiernos de los Estados Unidos es de tal calibre, que se niega a apoyar a un Estado terrorista como Israel, que mantiene el mayor campo de concentración del pueblo palestino. Tampoco se les ocurre a los gobernantes de esa gran potencia moral bombardear impunemente a la población civil, como hicieron otros en Yugoslavia, con el apoyo de genocidas a su servicio. Ni por asomo se le ocurre a estos éticos gobernantes mantener un campo de concentración, además de tenerlo en un territorio ocupado ilegalmente, como Guantánamo, único lugar de Cuba donde se incumplen los derechos humanos, como hacen otros; ni mandar comandos de sicarios a varios a países extranjeros para eliminar físicamente a sus enemigos. Eso no va con ellos.
Es evidente que los Estados Unidos, sus gobiernos, sus élites de grandes millonarios, poseen la mayor autoridad moral jamás alcanzada por la civilización, al menos desde Hitler. Porque, por ejemplo, fue el único país que se negó a apoyar a un dictador fascista como Franco, heredero de Hitler y Mussolini, impidiendo que una dictadura salvaje se mantuviera durante 40 años, como hicieron sus colegas británicos y franceses. Ellos no. Los gobernantes de los Estados Unidos se negaron a apoyar semejante barbarie contra el pueblo español, renunciando a establecer bases militares en España para ampliar su poderío geoestratégico. Para los gobernantes de los Estados Unidos la ética y los derechos humanos estaban muy por encima de intereses espurios que pudieran avergonzar a sus habitantes durante generaciones.
Se podría ampliar hasta el infinito el comportamiento ético y democrático en defensa de los derechos humanos en todo el mundo por parte de los gobernantes de los Estados Unidos a la hora de defender la causas justas de los pueblos. Empezando por lo que los malintencionados enemigos de la libertad llamaron “patio trasero” al Sur del Río Grande, África, Asía y en todo el mundo. Siempre han estado junto a los pueblos que querían liberarse, como es notorio.
Como tampoco el Gobierno de los Estados Unido hubieran impedido que actuara la justicia para aclarar el asesinato de un periodista español, como José Couso, asesinado por la soldadesca, porque como queda dicho jamás ese país hubiera invadido un país como Iraq para saquear sus riquezas, provocando cientos de miles de muertos.
Como tampoco el Gobierno de los Estados Unido hubieran impedido que actuara la justicia para aclarar el asesinato de un periodista español, como José Couso, asesinado por la soldadesca, porque como queda dicho jamás ese país hubiera invadido un país como Iraq para saquear sus riquezas, provocando cientos de miles de muertos.
Y ahora por nada del mundo se les ocurre participar, como hacen otros, en un plan para desmantelar la Federación Rusa para fraccionar la zona en una pléyade de países débiles para así apoderarse de los recuerdos naturales de la misma. Y tampoco que para lograrlo se le ocurra organizar con ingentes cantidades de dinero, “revoluciones multicolores”, con mercenarios nazis a la cabeza como destabilizadores, para establecer gobiernos que sean de su agrado, por medio de un golpe de Estado, como en Ucrania. Eso nunca se les ocurre a los Estados Unidos como sí hacen otros países carentes de su ética y autoridad moral.
Definitivamente la autoridad moral de los gobiernos de los Estados Unidos le permite afearle la conducta a Putin y a cualquier aventurero que no cumpla con el Derecho Internacional, como sí hacen ellos, como es notoriamente conocido a lo largo de su corta historia.
Ubaldo Plaza
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