En aquella España que en algunos aspectos parece que hoy hay quien se empeña en resucitar, corría un chiste sumamente machista para no desentonar.
"Una mujer le preguntaba a su marido:
–Pepe, ¿por qué no me llevas al cine.
–¿Otra vez? Ya te llevé, respondía el marido.
–Sí, decía ella, pero es que según dicen ahora es hablado”.
Seguramente, si no fuera por el odio que la derecha le tiene a la cultura en general, y al cine en particular, porque quizás no haya podido apesebrarlo como sería su deseo, pensaríamos que Montoro, como le pasaba a la pobre señora del chiste, creeríamos que hace tanto tiempos que no va al cine que desconoce que ahora ya es hablado; y que es uno de los mejores. Porque el cine español cuenta con la máxima calidad, tanto en directores, guionistas como actores, así como de todos los que intervienen. Como se demuestra día a día, a pesar del empeño que pone el gobierno del PP en desprestigiarlo, porque no le perdona su irreverencia al poder. Sea acusando a sus actores de no pagar impuestos, sin presentar pruebas, como tirando por mitad de la calle, como si estuviera en una taberna con unos amiguetes en lugar de en el parlamento, de falta de calidad del cine español.
Si Montoro no fuera ministro –lo que nos resulta insólito vista la capacidad para la provocación y la bronca que tiene– carecerían de importancia sus vomitadas. Pero que un ministro que cobra de los contribuyentes se dedique a desprestigiar una de nuestras industrias y banderas culturales, es simplemente intolerable. Y si no fuera porque quien lo puso de ministro no es mejor que él, ya estaría cesado por incompetente o por bronquista de verbena.
A nuestro cine se le puede calificar como bueno, mejor, o deficiente. El público es quien debe hacerlo; pero de lo que sí estamos seguros es de la ínfima calidad del gobierno que los españoles padecemos. Y no en esta materia solamente; gobierno alcanzado con muchas mentiras, esas sí altamente eficaces, pues lograron el poder para beneficiar a banqueros y otros poderosos, para aplicar sus desastrosas políticas que lesionan a la mayoría de los ciudadanos. Pero esta película, Montoro tampoco la ha visto.
Ubaldo Plaza
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