La capital de la República, Madrid, sus habitantes, no se merecían una humillación como la que ha recibido por parte del COI, eso es evidente. Madrid es una ciudad que tiene la mejor gente y muy luchadora, como estamos viendo con la movilizaciones para evitar que les saqueen la sanidad pública –como también pasa en Cataluña, mi tierra– para que unos cuantos amiguetes hagan pingües negocios con la salud y hasta con la vida de sus ciudadanos.
Pero es que los Juegos Olímpicos, concretamente estos que se decidían para el 2020, constituían una rémora de no te menees. Y no sólo porque, como han asegurado los expertos, no constituyen ninguna ventaja esencial para la mayoría de los ciudadanos, económicamente, más bien todo lo contrario. Sino porque quizá en ningún otro momento un acontecimiento semejante hubiera tenido mayor manipulación política por parte del gobierno y su partido, que con tanto celo defiende los intereses de banqueros y grandes empresarios, en contra de las clases populares.
Al gobierno y a su partido, que están en los papeles judiciales desde hace ya tanto tiempo, con el caso Gürter, al que se ha añadido una pieza más como el Caso Bárcenas que es más de lo mismo, le hubiera venido muy bien para distraer al personal, una vez lo de Gibraltar habría perdido fuelle (sin desmentir la siempre piratería británica respecto al Peñón, que esa es otra cuestión).
Hubiéramos estado durante todo lo que queda de sufrimiento de esta legislatura, y vete a saber si hasta el mismo día de la clausura de los Juegos, aguantando al gobierno de PP, montando todo tipo de eventos, con sus pesebristas mediáticos de manipulación, ahogando los principales problemas que aquejan al país con una versión moderna de Panem et circenses, aumentando hasta el infinito las manipulaciones que ya padecemos.
Hubiéramos estado durante todo lo que queda de sufrimiento de esta legislatura, y vete a saber si hasta el mismo día de la clausura de los Juegos, aguantando al gobierno de PP, montando todo tipo de eventos, con sus pesebristas mediáticos de manipulación, ahogando los principales problemas que aquejan al país con una versión moderna de Panem et circenses, aumentando hasta el infinito las manipulaciones que ya padecemos.
Las Olimpiadas eran una tabla de salvación propagandística para el régimen, que nos hubiera apabullado, y cuyo gasto correría, como todo lo que hacen estos “servidores públicos”, de nuestra cuenta, para que lo paguen hasta nuestros tataranietos.(Con la deuda que ha dejado el ultra Gallardón ya es suficiente). Así que no hay que rasgarse la vestiduras. Y más bien respirar aliviados, y en todo caso darle las gracias al COI porque, en última instancia, no ayude a que los que hoy tiene a España como una finca particular, se perpetúen. La capital de la República, Madrid, sus gentes, es mucho más que unos juegos deportivos.
Ubaldo Plaza
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