Como cada año cuando llega el 8 de marzo, en todas partes se hace mención del día Internacional de la Mujer Trabajadora. Pero como cada año hay que lamentarse de lo mismo: que la mujer está discriminada.Y que este año, todavía está peor por el saqueo que están llevando a cabo los gobiernos al servicio de los poderosos fabricantes de miseria de los pueblos, al servicio del IV Reich, del que todos los gobiernos de Europa se han hecho colaboracionistas, ayudando a la Fürher Merkel, a arruinar a sus pueblos. Igual que lo intentó su antecesor, aunque los panzer ahora sean económicos, y las bombas las lleven lo propios gobiernos en forma de decisiones legislativas. Pero el resultado es el mismo: arruinar a los pueblos en favor del imperialismo germano. Y cuando eso pasa, en un país como España, donde la democracia es pura ficción, todos lo pasan mal– menos los terroristas financieros–. Pero es la mujer la primera discriminada y la primera que sufre las consecuencias de un sistema delincuente.
Evidentemente hay muchas razones que son de pura educación en ciertos comportamiento; que hace falta el cambio de mentalidad de la sociedad, aunque hayamos avanzado sustancialmente en los últimos años. Pero eso también es consecuencia de una sociedad al servicio de la injusticia
Evidentemente hay muchas razones que son de pura educación en ciertos comportamiento; que hace falta el cambio de mentalidad de la sociedad, aunque hayamos avanzado sustancialmente en los últimos años. Pero eso también es consecuencia de una sociedad al servicio de la injusticia
Es evidente que la sociedad ha cambiado y hoy no se pueden tener las mismas orientaciones sociales que se tenían anteriormente, en parte por la pérdida de influencia de la Iglesia en su sumisión. Pero que está recuperando el poder del nacional catolicismo del franquismo, aspiración máxima de la Iglesia, ya que dominando a la mujer, dominará a los futuros hombres. La mujer se ha ido incorporando a la vida laboral de forma paulatina, pero esto no la ha descargado –en particular a las obreras– de las labores que ejercen en sus casas; muy al contrario. Ha supuesto una carga añadida a la jornada en los puestos de trabajo.
Sin duda hay muchas cosas que han cambiado en la sociedad, una de ellas es la concepción que de la pareja se tenía. El matrimonio es una institución burguesa y caduca. Y tal como la concebíamos hasta ahora carece de sentido. Y las relaciones laborales son las que determinan qué tipo de sociedad existe en cada momento. El matrimonio está en crisis porque la sociedad va mucho más allá que las arcaicas formas heredadas, alimentadas por una sociedad atávica y patriarcal, de la que la Iglesia es una de las mayores responsables, siempre dispuesta a poner trabas al progreso, afianzando la desigualdad que le ha permitido a esa Institución reaccionaria, mantener sus privilegios. Si hace años las mujeres apenas accedían al trabajo, y no digamos a la enseñanza universitaria, hoy son mayoría en las universidades. Pero es que además alcanzan notoriedad por sus capacidades muchas veces superiores a las de sus compañeros masculinos. Pues bien, a pesar de ello las mujeres ganan un 27 % menos que los hombre, realizando el mismo trabajo. A parte de que en los principales puestos de responsabilidad de las grandes corporaciones, industrias o instituciones, están en franca minoría. La mujer en esta sociedad, no sólo ha de demostrar su valía profesionalmente, sino que ha de estar muy por encima para que su trabajo sea valorado como debe. Tiene que demostrar la evidencia; lo que muchas veces en un hombre se da por sabido.
Pero esto, por muchas vueltas que se le den, no tiene solución en una sociedad desigual. Una sociedad en la que los únicos valores son las ganancias, la rentabilidad, la plusvalía que los poseedores de los medios de producción han de sacar del trabajo. Al empresario le puede interesar una buena trabajadora por el rendimiento que le dará, pero siempre aparecerán los problemas de los posibles, y sobre todo necesarios, embarazos, que molestarán a las ganancias del empresario. Así que auque no se confiese, la realidad es que procurarán emplear hombres antes que mujeres, como si el hecho de que una mujer se quede embarazada sea una maldición de los dioses y no una necesidad social, que debemos asumir todos, la sociedad en su conjunto. Por lo tanto no hay que extrañarse de que el paro femenino duplique al masculino; y que cuando las crisis sin solución, de la sociedad desigual e injusta, sea la mujer la primera víctima.
Esto sólo tendrá solución en una sociedad que de ninguna manera puede estar marcada por los intereses particulares de los grandes buitres de las finanzas y sus acólitos. Una sociedad en la que los medios de producción fundamentales sean mayoritariamente públicos; y la mujer, cuando esté embarazada, esté cumpliendo la mejor labor social que un ser humano puede hacer: traer otro ser humano al mundo, sin que ello merme en absoluto su realización como trabajadora, como profesional, como mujer y como ser humano; y sin que el niño quede sin el amparo necesario mientras está trabajando, con lo angustioso que eso representa para una madre.
Todo lo demás son cantos de sirena. Todas las reivindicaciones en esta sociedad, están bien, pero no serán más que parches para sostener el sistema brutalmente desigual–ahora ya descaradamente criminal–. Sólo con la lucha colectiva de todos –hombres y mujeres– se logrará acabar no sólo con la discriminación de la mujer, sino con la discriminación de clase, que es la que trae todas las demás. Una mujer rica no tiene problemas, el 8 de marzo, que nos recuerda la más brutal de la represiones a trabajadoras, no va con ella. Las luchas individuales de las llamadas feministas, siempre serán luchas testimoniales, y que adolecen de sectarismo y en definitiva aisladas, y que no llegan al fondo de la cuestión, reconociendo su heroísmo por haber sido pioneras. Cosa que al capitalismo y a sus mercenarios del sistema les va bien que la lucha no se generalice, se sectorialice. Sus iras se desvían hacia otra parte, no hacia los verdaderos culpables. La participación de la mujer junto al hombre en la lucha general por la igualdad, es la única vía. Además hará que los hombres se conciencien de que la lucha de la mujer por su libertad es parte integrante de la lucha general contra todas las desigualdades. Es tarea de todos. Es la lucha de clases. Sólo cuando una mujer no dependa del salario de marido, cuando los hijos no sean una carga económica, cuando pueda desarrollar sus cualidades íntegramente sin trabas, se establecerán las bases para la igualdad en todos los sentidos. Esta sociedad intrínsicamente injusta, por su naturaleza, lleva la desigualdad en su seno.
Recordar el 8 de marzo debe servir a todos –hombres y mujeres– para entender de dónde viene el problema. No son los hombre los enemigos de las mujeres, son la estructuras sociales que hacen que eso sea así. Y los prejuicios de los hombres son fruto de la educación clasista. Eso no es óbice para que se pongan todos los medios para evitar la catarata de asesinatos y de malos tratos a las mujeres, que justamente por esa situación social que padecemos, hace que se sientan indefensas ante energúmenos con los que se ven en la necesidad de convivir. Lo mejor que debe pasar es que el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se logre dejar atrás y no haya que recordar, año tras año, que los problemas persisten. Pero hoy, ante la mayor agresión que las oligarquías estás asestado a las clases populares, que nos lleva a un retroceso que sin una lucha decidida de las clases laboriosas–incluso las que hasta hace poco se consideraban impropiamente clases medias–nos veremos, sin darnos cuenta, nos arrebatan derechos conquistados en un siglo de luchas desiguales, sin derechos laborales; y a la mujer regresar al hogar, para regocijo de una Iglesia que sueña con el siglo XIX, cuando no a una suerte de Edad Media.
A algunos puede parecer exagerado y tremendista, pero si se echa la vista atrás, vemos que en sólo cinco años, los trabajadores han regresado ya a situaciones que creíamos olvidadas. En poco más de tiempo, la gente podrá ofrecerse por salarios de hambre, porque ya el hambre es un hecho en cientos de miles de ciudadanos, que se han quedado si futuro. Al tiempo que las grandes fortuna siguen acumulando ganancias. el Día Internacional de la Mujer, es ahora el día cotidiano de lucha por la dignidad humana, que los grandes delincuentes del mundo, nos están arrebatando.
U. Plaza
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