Que la derecha española es maestra en manipular la Historia es algo que todo el mudo sabe; los mismos que cuando cometieron sus crímenes se vanagloriaron de ello, pasado un tiempo trataron de ocultarlos, los negaron y siguen negándolo, e incluso se los atribuyen a las víctimas de sus atropellos con la revisión de los hechos, para lo que cuentan con numerosos servidores desinformativos.
Es lo que hacen los dinosaurios de la desprestigiada Academia de la Historia que, al no haber llegado la democracia a dicha institución, y seguir infectada de franquistas, este colectivo en sus reuniones, suponemos que recordando a su sanguinario militar golpista, su caudillo, las inician con un rezo. Pero en el mundo moderno esa tarea de volver a asesinar a los asesinados, falseando los hechos, es más difícil, aunque no imposible, por contar con todos los medios de manipulación para ello, para que queden impunes. Pero qué duda cabe de que de no ser por los medios de difusión como internet que han dado cuenta de algunpa artículos hagiográficos, sólo se hubieran enterado, unos pocos.
El golpe de Estado del 23-F fue televisado en directo, lo que impide que nieguen los hechos, ya que todos pudimos ver la chulería de un grupo de guardias civiles ocupando el Congreso de los Diputados. Las imágenes son tan evidentes que han quedado en nuestra memoria, y se pueden difundir muy fácilmente. A pesar de lo cual intentan, una y otra vez quitarle importancia, justificarlo cuando no negarlo, e incluso revisarlo para dejar en buena situación a los bandidos que lo intentaron, y sobre todo, los que estaban detrás. No entramos en las muchas versiones que se le ha querido dar, toda vez que, dígase lo que se diga, el golpe está claro que lo dieron, pero la verdad, la trama que lo protagonizó, sigue sin revelarse de verdad, aunque todos lo intuimos; muchos implicados, quedaron a salvo. Pero nos quedan la imágenes para que, por lo menos se pueda certificar que hubo un golpe de los que añoraban la dictadura y sus tramas del poder, que no son todos militares, ni de lejos. Los golpes de Estado los protagonizan militares, pero los dan los civiles, el mundo del dinero, y sus consejeros espirituales. También el de Franco fue posible por la ayuda de esos poderes entre otros, que hoy han alcanzado tan desproporcionado poder, que en sí, el "golpe" se puede considerar a nivel universal.
Algo parecido sobre las imágenes, aunque salvemos las distancias, pasa con los atropellos ocurridos en la Plaza Cataluña de Barcelona, de la mano del ultraderechista Felip Puig, que por la cantidad abrumadora de imágenes difundidas no le es fácil ocultarlo, a pesar de lo cual, como es propio de la derecha manipuladora, lo intenta con toda inmoralidad, tomándonos por tontos a los ciudadanos catalanes que pagamos su sueldo. Y busca como suelen hacer los tramposos, culpar a las víctimas que sufrieron su irracional ataque, que nos recuerda a la dictadura por sus métodos. Si no estuvieran ahí las imágenes que lo explican claramente todo sin necesidad de intermediarios, a estas alturas, el reaccionario gobierno de CiU, el que está ya expoliando la Sanidad Pública a los más débiles mientras le baja los impuestos a los poderosos, para que la privada hagan negocio; y sobre todo el responsable de las agresiones, Felip Puig, estaría negando, no sólo que hubiera habido tales agresiones a pacíficos ciudadanos como se empecina, en su desproporcionada y aventurera decisión de matón de barrio, para, al parecer alimentar sus frustraciones –que sigue negando– sino que ni tan siquiera aceptaría que los Mossos d´Esquadra hubieran aparecido por la emblemática plaza. Por eso en este caso son tan importantes las imágenes. Si Puig tuviera una filmación, sólo una imagen en la que apareciera un sólo gesto de agresión ciudadana a sus policías, que no quepa duda que la explotaría, y con la ayuda de los medios del pesebre, intentaría "tapar" las miles de fotos y filmaciones que dicen lo contrario. Pero el mundo de internet, y a pesar de que ya traman los poderosos la censura, como han hecho siempre los dictadores, es de una diversidad tan evidente, que sus mentiras pronto son desenmascaradas.
U. Plaza
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