sábado, 28 de mayo de 2011

LA REPÚBLICA DE LAS ASAMBLEAS, ÚNICOS ESPACIOS DEMOCRÁTICOS

En España, y seguro que no somos los únicos, hemos llegado a tal nivel de degradación de los políticos y banqueros fundamentalmente, pero también  de otros muchos estamentos de la sociedad contaminados por ellos, que inflados como pavos reales en su soberbia, son incapaces de salir del caparazón que sus privilegios les proporciona. Es tal el nivel de desafecto de la ciudadanía hacia ellos, que como todo el mundo sabe, son considerados uno de los problemas de este país, en lugar de instrumentos para ninguna solución. 

Y tanto es así, que en el aspecto moral, hasta reivindicaciones que eran defendidas por los antiguos liberales de finales del siglo XVIII y siglo XIX,  pueden ser consideradas hasta revolucionarias. La ética de los antiguos liberales hoy no existe. La burguesía que explotaba a los proletarios despiadadamente, creaba riqueza y patrimonio cultural, que nos ha sido legado a las generaciones posteriores. 

La burguesía de hoy es incapaz de crear nada que tenga futuro y solidez, más allá de la especulación, del capital financiero especulativo. El empresario creativo y laboriosos  ha dejado paso a la ambición desmesurada de ganancias fáciles sin esfuerzo propio. Y la política, esa dedicación que debiera ser temporal, no profesional, y de ayuda a la res-Pública, que hiciera que una vez cumplido su tiempo, el político genero volviera a su trabajo habitual,  se ha convertido en una carrera de escalada social, como único objetivo en la vida, dándose el caso de que hoy hay un montón de políticos que jamás han trabajador por un salario. En realidad no han trabajador nunca en algo provechoso para la sociedad. Y lo que es peor, no piensan hacerlo nunca si pueden permanecer en el cargo, cosa que a nivel de diputados y senadores–esa Cámara de cementerio de elefantes inútil, pero igualmente cara–ya se han encargado de solucionarlo blindándose sus propias pensiones y regalías, con sólo dos legislaturas. Pero pasa también a nivel de múltiples ayuntamientos, parlamentos de las taifas o diputaciones, que mientras han ostentado el cargo, se han labrado la posibilidad de seguir medrando sin volver al tajo natural, por la vía de "devolución de favores".

Así que, considerar esta sociedad, ni tan siquiera mínimamente democrática, es puro disparate. La democracia brilla por su ausencia–sin mencionar, siquiera de pasada, la caciquil y antidemocrática ley electoral, más cercana a la censitaria del siglo XIX –, en todos los niveles de la sociedad, lo que durante muchos años nos ha llevado a un individualismo suicida, alentado por los beneficiarios del sistema, en su lucha por la permanencia de sus privilegios, trabajando por una sociedad amorfa y manipulable a su gusto. 

Hoy, una vez puesto en marcha el mayor movimiento de lucha por la democracia, aún siendo incipiente, se respira en la República de las Asambleas el mayor nivel de democracia que jamás se ha podido vivir en este país nunca, por lo menos desde la muerte del dictador golpista. Lo que se está construyendo es muy importante para todos. Porque se están creando ciudadanos, el mayor título y honor que  podrá y deberá recibir una persona de SU sociedad.  Y lo recibirán todos y cada uno de los habitantes de  la República de Democracia Real, Ya por el hecho de ser un ser humano, y se adquierá por el nacimiento, o por la aceptación de nuestras leyes democráticas republicanas. Otros títulos se podrán adquirir, además del grande, del de ciudadano. Y se pueden adquirir por el esfuerzo del estudio, del trabajo o del comportamiento cívico y solidario. Son los de ingeniero, médico, artista carpintero, albañil, agricultor, electricista, etc., o simplemente siendo buena persona con sus conciudadanos, pero ninguno podrá estar por encima del principal, el de Ciudadano.

El título de rey, príncipe y la ristra se asimilados, los damos por finiquitados, porque si bien, como el de ciudadano se adquiere por el nacimiento, no son democráticos y tampoco alcanzan a todos. Y, sobre todo, la Historia los barrió, aunque en estos momentos persista por decisión del dictador, y de esa casta política sobrepasada que se reparte el pastel.

U. Plaza 







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